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Viento del pueblo POEMAS SUELTOS -- IV--}>

Miguel Hernández

POEMAS SUELTOS, IV

(1939)

-- 1 --

LAS ABARCAS DESIERTAS

Por el cinco de enero,
cada enero ponía
mi calzado cabrero
a la ventana fría.

Y encontraban los días,
que derriban las puertas,
mis abarcas vacías,
mis abarcas desiertas.

Nunca tuve zapatos,
ni trajes, ni palabras:
siempre tuve regatos,
siempre penas y cabras.

Me vistió la pobreza,
me lamió el cuerpo el río,
y del pie a la cabeza
pasto fui del rocío.

Por el cinco de enero,
para el seis, yo quería
que fuera el mundo entero
una juguetería.

Y al andar la alborada
removiendo las huertas,
mis abarcas sin nada,
mis abarcas desiertas.

Ningún rey coronado
tuvo pie, tuvo gana
para ver el calzado
de mi pobre ventana.

Toda la gente de trono,
toda gente de botas
se rió con encono
de mis abarcas rotas.

Rabié de llanto, hasta
cubrir de sal mi piel,
por un mundo de pasta
y un mundo de miel.

Por el cinco de enero,
de la majada mía
mi calzado cabrero
a la escarcha salía.

Y hacia el seis, mis miradas
hallaban en sus puertas
mis abarcas heladas,
mis abarcas desiertas.

-- 2 --

"EL CAMPESINO"

Aquí, castigando el campo
con el pie, por las besanas,
entrañable como un surco,
crespo como un Guadarrama,
un hombre abundante de hombre
de un empujón se levanta.
Valentín tiene por nombre,
por boca un golpe de hacha,
por apellido González
y por horizonte España.

Aquí, entre muertos y heridos
y alrededor de las balas,
fieramente se pasea,
castellanamente habla.
Con el aire de sus hombros
la atmósfera se huracana.
Sus labores son de guerra
y de muerte sus campañas.
Ha matado muchas bestias
y quiere acabar la casta.

Su actitud de león,
negro el pelo, roja el alma,
recorre al sol de la pólvora
las anchuras castellanas,
y el corazón, de tan ancho,
se le sale por las mangas.
Lleva, como la madera
del noble y de la carrasca,
revuelta la sien oscura
y masculina la savia,
que por los tempestuosos
ojos le bulle y le salta.

Lleva el pecho como un monte,
lleva la boca con rabia,
y una ráfaga de sombra
dando vueltas a su barba.
Miradlo cómo reluce
cuando dice una palabra.
Ante este varón del pueblo,
hasta las piedras más bravas
débiles y sin defensa
se sienten y se desgranan.

La cobardía lo esquiva
y el valor duerme en su casa.
Hombre que seguís a este hombre
por laberintos que marchan
a páramos de derrota
ya viñas de triunfo y palma:
que sus cejas de coraje,
y su frente de arrogancia
y su piel de valentía
hallen eco en vuestra cara.

Con él ganaréis Castilla,
con él ganaréis España
a los de la morería
y a los de la canallada:
con él podremos ganar
toda la tierra del mapa.
Yo he de cantar sus proezas,
yo he de romper mi garganta
en alabanza al pueblo
y al hombre de sus entrañas,
hasta que queden de mí
los restos de una guitarra.
Hombres que nunca veía,
porque no tengo bastantes

-- 3 --

DIGNO DE SER COMANDANTE

Hombres que nunca veía,
porque no tengo bastantes
ojos para tanto ver,
cuerpo para tantas partes:
hombres que lejos de mí,
aunque hasta mí se acercasen,
vivían como eclipsados
bajo el eclipse del traje,
de repente se aproximan
a mis ojos, a mi carne,
a mi corazón poblado
de batallas y habitantes.
Se aproximan, se desnudan,
se desoscurecen y arden,
y para siempre en mi frente
graban la luz de su imagen.

Ayer te desconocía
en medio de los eriales,
de paso por las encinas,
en el resplandor del aire
y en el resplandor rabioso
de las bombas y los tanques.
Ayer no hacía memoria
de ti, teniente González.
Hoy te conozco y publico
tus ímpetus de oleaje,
tu sencillez de eucalipto,
tu corazón de combate,
digno de ser capitán,
digno de ser comandante.

Aquel día del enero
salió prometiendo sangre
al cielo de la mañana
y a la tierra de la tarde.
El alba pasó ante un grupo
forajido de alemanes,
carnívoro de italianos,
cagado de generales,
y el sol apuntó queriendo
inundarlos de vinagre.
La luz se halló entre cañones,
el rocío entre cadáveres,
el azul y sus laureles
y el valor entre encinares,
sobre las frentes erguidas,
sobre los huesos tajantes,
sobre la piel de una tropa
de campesinos leales.

Se oyó una voz torrencial,
se alzó un brazo detonante:
eran los de Valentín,
que como tres huracanes
campaba cuando decía:
¡Qué no retroceda nadie!
¡Que la muerte nos encuentre
yendo siempre hacia adelante
o dentro de las trincheras
firmes lo mismo que árboles;
a cada herida más fieros,
más duros a cada ataque,
más grandes a cada asalto
y a cada muerte más grandes!
¡Y al que ofrezca las espaldas
al enemigo, matadle!

La guerra se hermoseaba
al pie de sus ademanes.
Tronaron las baterías
nutridas de tempestades,
y la voz del Campesino
no cesaba de escucharse
ni de iluminarse el humo
de la pólvora salvaje.

El teniente de Leal,
Gonzáles el admirable,
no apartaba de la oreja
aquella voz desbordante,
y echó en su puesto raíces
del heroísmo y de romance.

Por tres veces con tres plomos,
vino la muerte a buscarle:
tres heridas le clavaron
tres fusiles criminales,
y a pesar del enemigo,
y a pesar de los pesares,
su juventud parecía
una cumbre invulnerable,
una bandera invencible
y campeadora y gigante.

Cuando perdieron tus venas
fuerzas con que sustentarse
y la sangre te sonaba
por los bolsillos, González,
no pediste un hospital
como piden los cobardes,
que pediste una camilla
sobre la que reclinarte
para seguir disparando,
mandando fuego y coraje.

¡Mirad qué ademán tan alto,
mirad qué pecho tan fácil
al viento varón y extenso
de las generosidades!

Mujeres que vais al fondo
de la vida a haceros madres:
vuestros abrazos fecundos,
vuestros vientres palpitantes,
hombres de tanto tamaño
sólo merecen poblarles.
Llevan el pueblo en los huesos
y el mediodía en la sangre.
El alba del diecinieve

-- 4 --

MEMORIA DEL 5º REGIMIENTO

El alba del diecinueve
de julio no se atrevía
a precipitar el día
sobre su costa de nieve.
Nadie a despertar se atreve
hosco de presentimiento.
Y el viento del pueblo, el viento
que muevo y aliento yo
pasó a mi lado y pasó
hacia el 5º Regimiento.

Me desperté entre cañones,
y pistolas, y aeroplanos,
y un río de milicianos
como un río de leones.
Eran varios corazones
los que en el pecho sentía:
la sublevación ardía,
disparaba, aullaba en torno,
y eran el corazón de un horno
el gran corazón del día.

Hombres, de noble mirada
y de condición más noble,
que han hecho temblar al roble
y desmayarse a la espada:
héroes que parió la nada,
dejando sin movimiento
el monte, el campo, el aliento
de la paz y la labor,
iban a unir su valor
en el 5º Regimiento.

Herrerías y poblados,
minas, talleres y eras
ante las cajas guerreras
enmudecieron parados.
Se marchaban los arados,
y las demás herramientas,
a las casas cenicientas
donde la pobreza anida
al aparecer la vida
con pólvoras y tormentas.

Campesinos: segadores,
la fama de los yunteros,
la historia de los herreros
y la flor de los sudores:
albañiles y pastores,
los hombres del sufrimiento,
ante el fatal movimiento
que atropellarlos quería,
fueron a dar su energía
en el 5º Regimiento.

Lejos de los minerales,
los mineros más profundos
se movían irancundos
como los fieros metales;
ausentes de los trigales
y de los besos ausentes,
los campesinos vehementes,
con una sonrisa hostil
iban detrás del fusil
y de las malvadas gentes.

¡Qué largamente seguros
lucharon bajo sus ceños,
qué oscuramente risueños
y qué claramente oscuros!
Eran como errantes muros
generosos de cimiento,
y si llegaba el momento
de morir daban su vida
como una luz encendida
para el 5º Regimiento.

¡Cuántos quedaron allí
donde cuántos no quedaron
y cuántos se recostaron
donde cuántos de pie vi!
Así cayeron, así:
como gigantes lucientes,
enarboladas las frentes
como un orgullo de lanza,
y una expresión de venganza
alrededor de los dientes.

España será de España
y español el español
que lleva en la sangre un sol
y en cada gota una hazaña.

No seremos de Alemania
en ningún negro momento
porque el puro sentimiento
que nutre a los españoles
seguirá dando sus soles
para el 5º Regimiento.

-- 5 --

Tu famosa, tu mínima impotencia
desparramar intento
sin detener el paso ni un instante.
Para lo tal, me apeo en mi paciencia,
pulso un acordeón llorón de viento
y socarrón de voz, y ya es bastante.

Tu cornicabreada decrepitud purgente
exige estos reparos de escritura,
y con ellos ayudo a someterse,
no al manicomio, al tonticomio oscuro
que tu idiotez, sin mezcla de locura,
pide hasta que la muerte
venga a sacar tu vida de este apuro.

Llevas el corazón con cuello duro,
residuo de una momia milenaria,
concurso de idiotas,
que necesitas la alabanza diaria,
y descosido en la alabanza explotas.

Cocodrilito pequeñito, ñito,
lagartija de astucia,
mezquina, subterránea, con el rabo marchito,
y la mirada alcantarilla sucia.

Tarántula diabética y escuálida,
forúnculo político y gramático,
repúblico de triste mierda inválida,
oráculo, sarcófago enigmático.

Demócrata de dientes para fuera,
altares solicita tu zapato.
No hagas más reflexiones de topo y madriguera
en tu conejeril rincón de mentecato.

Humo soberbio, sapo que te hinches
cuando oyes un piropo:
disuélvete en berrinches,
resuélvete, desaparece, topo.

España no precisa
tu vaciedad de calabaza neta,
tu mezquindad que duele y que da risa,
tu vejez inconcreta,
venenosa, indecisa.

No te toca la sangre de los trabajadores,
sus muertes no salpican tu chaleco,
no te duelen sus ansias ni su lucha:
tu tiniebla trafica con sus puros fulgores,
su clamor no halla en ti ni voz ni eco,
tu vanidad su mismo ruido escucha
como un sótano seco.

Hay ojos que derraman raíces amorosas,
sobre tus ojos tienes
uñas que a hacerse dueñas de las cosas
avanzan por tus sienes.

Necesitan incienso e incensario
tu secundaria vida,
tu corazón de espino secundario,
tu soberbia de zarza consumida.

Sobre tu pedestal o tu peana,
monumento de oficio,
cuando tu salvación está cercana
quieres llevar un pueblo al precipicio.

Te rebuznó en el parto tu madre, y más valiera
a España que jamás te rebuznara
con esa cara de escobilla fiera,
de vieja zorra avara.

No llevarás mi pueblo a la derrota,
dictador fracasado, rey confuso,
y caerás por la punta de una bota
sobre tus flacos días puesta en uso.

28 de febrero de 1937, en Valencia.

-- 6 --

MANDADO QUE MANDO A DON GIL DE LAS CALZAS DE CEDA,
a ese que lleva robles a las espaldas del Gil y a las del corazón caca

Al Gil, gili, gilipo, gilipolla,
campana sin metal y sin badajo,
mando un millón de veces al carajo,
pues tanto pus episcopal apoya.

Su estupidez de carne de cebolla,
su ensotanada hiel, su alma de ajo
y su cara de culo y de gargajo
han de ser más quemados que fue Troya.

Vete, mariconazo: se te ha visto
bajo los pantalones el roquete
y bajo la mirada el ano hambriento.

Algún día estarás, me cago en Cristo,
dentro del purgatorio de un retrete
enunciando la mierda con tu aliento.

-- 7 --

ANDALUZAS

Andaluzas generosas,
nietas de las de Bailén,
dad a los verdugos fosas
antes que fosas nos den.

Parid y llevad ligeras
hijos a los batallones,
aceituna a las trincheras
y pólvora a los cañones.

Sembrada está la simiente:
y vuestros vientres darán
cuerpos de triunfante frente
y bocas de puro pan.

-- 8 --

CANCION DEL ANTIAVIONISTA

Que vienen, vienen, vienen
los lentos, lentos, lentos,
los ávidos, los fúnebres,
los aéreos carniceros.

Que nunca, nunca, nunca
su tenebroso vuelo
podrá ser confundido
con el de los jilgueros.

Que asaltan las palomas
sin hiel. Que van sedientos
de sangre, sangre, sangre,
de cuerpos, cuerpos, cuerpos.

Que el mundo no es el mundo.
Que el cielo no es el cielo,
sino el rincón del crimen
más negro, negro, negro.

Que han deshonrado al pájaro.
Que van de pueblo en pueblo,
desolación y ruina
sembrando, removiendo.

Que vienen, vienen, vienen
con sed de cementerio
dejando atrás un rastro
de muertos, muertos, muertos.

Que ven los hospitales
lo mismo que los cuervos.

Que nadie duerme, nadie.
Que nadie está despierto.
Que toda madre vive
pendiente del silencio,
del ay de la sirena,
con la ansiedad al cuello,
sin voz, sin paz, sin casa,
sin sueño.

Que nadie, nadie, nadie
lo olvide ni un momento.
Que no es posible el crimen.
Que no es posible esto.
Que tierra nuestra quieren.
Que tierra les daremos
en un hoyo, a puñados:
que queden satisfechos.

Que caigan, caigan: caigan.
Que fuego, fuego: fuego.

-- 9 --

ESPAÑA EN AUSENCIA

Como si se me hubiera muerto el cielo
de España me separo:
salgo en un tren precipitado al hielo
de su materna piedra, de su fuego preclaro.

Un aeroplano ciego me separa,
por el espacio y su topografía,
de mi nación ardientemente clara
dentro del resplandor de la alegría.

Me empuja entre celajes de hermosura,
por Francia, Holanda, Dinamarca y Suecia,
a la Rusia que sueño mientras la gleba oscura
de mi cuerpo se pone pálida y menos recia.

Mi piel de amor se enfría, mi corazón se quema
y quema por mis ojos a las demás naciones,
como si fuera mi alma la flor de la alhucema
cerniéndose encendida por tantas extensiones.

Siento como si el sol se fuera distanciando,
agonizando en campos opacos y lunares
donde los lagos tienen instalado su imperio.

Y la tierra parece que va devorando,
y se esparcen sus restos, sus postreros pilares,
y parece que vuelo sobre un gran cementerio.

España, España: ¿:quién te ha despoblado?
Nación de toros y caballeros,
témpano de guitarras y tambores
ensimismado en música bajo el tacón sagrado
del sol, de los luceros,
de los enamorados y de los bailadores.

No te empequeñece lo remoto:
llegas a estos rincones siderales
grandes, grande, tan grande con tu corazón roto,
como una maravilla de vidrios y corales.

Adelfo y arrayán, cal y negrura.
Un árbol que es encian y es palmera
te trae a mí como una selva pura
que inspira el mar desde su edad primera.

Palomar del arrullo desangrado,
prodigioso panal de seca ardilla,
como el panal de cera acribillado
por el agente del perpetuo crimen
que todo lo destruye y acribilla.

Al mismo tiempo que tus madres gimen
te alejas: no te alejas.
Va conmigo tu anhelo,
va conmigo los cielos cruzados de tus rejas
que eran a medianoche palomares en celo.

Va conmigo tu pueblo que es el mío,
cercado por la fiebre fraticida
de la guerra que ejercen los tiranos.
Mi pasión de español describe un río
de cólera y espuma sumergida
con el camino de los aeroplanos.

Subes conmigo, vas de cumbre en cumbre,
mientras tus hijos, mis hermanos, ruedan
como ganaderías de indestructible lumbre,
de torres y cristales:
de potros que descienden y se quedan,
chocándose, volcándose, suspensos
de varios precipicios celestiales,
de relincho a torrentes y los brazos inmensos.

Con tus muertos que llegan en bandada
a lagos de mercurio siempre vivo,
a remansos de espejos y descanso
que no ha de enturbiar nada:
con tus apasionados gérmenes combativos
para siempre en descanso,
va por Europa entera mi mirada.

Van conmigo tus muertos, tu caídos,
mis caídos, mis muertos:
pesan en lo más alto de mis huesos queridos,
navegantes y abiertos.
Ellos me arrojan con el puño en alto
a saludar a Rusia por Moscú y por Ucrania,
y me quieren hacer retroceder de un salto
para escupir lo sucio de Italia y de Alemania.

Abrasadora España, amor, bravura.
Por mandato del sol y de tantos planetas
lo más hermosos y amoroso y fiero.
Te siento como el alma bajo la quemadura
de la invasión extraña,
sus municiones y sus bayonetas,
y no sé navegar, vivir viajero.

Ayer mandé una carta y un beso para España
donde está la mujer que yo más quiero.

-- 10 --

CANCION DE LA AMETRALLADORA

De mis hombros desciende,
codorniz de metal,
y a su nido de arena
va la muerte a incubar.

Acaricio su lomo,
de humeante crueldad.
Su mirada de cráter,
su pasión de volcán
atraviesa los cielos
cuando se echa a mirar,
con mis ojos de guerra
desplegados detrás.

Entre todas las armas,
es la mano y será
siempre el arma más pura
y la más inmortal.
Pero hay tiempos que exigen
malherir, disparar
y la mano precisa
esgrimir, además
de los puños de hierro,
hierro más eficaz.

Frente a mí varias líneas
de asesinos están,
acechando mi vida,
campeadora y audaz,
que acobarda al acecho
y al cañón más fatal.

Con el alba en el pico,
delirante y voraz,
con rocío, mi arma
se dedica a cantar.

Donde empieza su canto
el relámpago va:
donde acaba el disparo
de su trino mortal,
no es posible la vida,
no es posible jamás.

¡Ay, cigüeña que picas
en el viento del mal,
fieramente, anhelando
su exterminio total!
Canta, tórtola en celo,
que en mis manos estás
encendida hasta el ascua,
disparada hasta el mar.

Malas ansias se acercan,
pero no pasarán.
Escuchadla en el centro
del combate, escuchad.

Hambre loca, insaciada
con la carne y el pan;
sed que aumenta la fuente
de mi sed fraternal;
fuego bien orientado,
que ni el agua es capaz,
ni la nieve más larga,
de rendir, de aplacar.

Sobre cada colina
de la tierra que hay,
sobre todas las cumbres,
en un rapto animal,
abalánzate, ciérnete,
canta y vuelve a cantar,
máquinas de mi alma
y de mi libertad.

Sed, ametralladoras,
desde aquí y desde allá,
contra aquellos que vienen
a coger sin sembrar.

Vedme a mí desvelado,
sepultando maldad
con semilla de plomo
que jamás verdeará,
sobre España mi sombra,
sobre el sol mi verdad.

Sed la máquina pura
que hago arder y girar;
la muralla de máquinas
de la frágil ciudad
del sudor, del trabajo,
defensor de la paz.
Y al que intente invadirla
de vejez, enturbiad
sus paredes con sangre,
¡disparad!

-- 11 --

TERUEL

Líster, la vida, la cantera, el frío:
tú, la vida, tus fuerzas como llamas,
Teruel como un cadáver sobre un río.

La efusión de las piedras y las ramas,
la vida derramando un vino rudo
cerca de aquel cadáver con escamas.

Aquel cadáver defendió su escudo,
su muladar, su herrumbre, su leyenda:
pero la vida prevalece y pudo.

Por mucho que un cadáver se defienda,
la muerte está sitiada, acorralada,
cercada por la vida más tremenda.

Ni con la condición de la nevada
el círculo de hogueras se deshace,
se rompe el cerco de la llamarada.

No hay quien lo enfríe, quien lo despedace.
Retrocede la helada en las orejas
de este fuego vital que sopla y hace.

Contra la muerte, contra sus ovejas,
quemando de bravura el armamento,
disparas las pasiones y las cejas.

Líster, la vida, piedra del portento,
necesita una forma victoriosa,
y habrás de trabajarla con tu aliento.

Cantero de la piedra en cada cosa,
exiges la materia de tu hispano
granito, que es la piedra más hermosa.

En el granito se probó tu mano,
como en la harina, el yeso y la madera
se prueba tanto puño de artesano.

Eso es hacer la mano duradera,
y eso es vivir a prueba de peñones,
y eso es ahondar la sangre y la cantera.

Sobre el cadáver de Teruel te impones,
y el alma en los disparos se te escapa
frente a la nieve y a sus municiones.

Impulsos con el aire de tu capa
das a tu potro, puesto en cada instante
a recobrar las pérdidas del mapa.

Yo me encontré con este comandante,
bajo la luz de los dinamiteros,
en el camino de Teruel, delante.

Han cogido a la muerte los canteros
la primera ciudad, y en esta historia
se han derramado varios compañeros.

En su sangre se envuelva la victoria.

-- 12 --

LAS PUERTAS DE MADRID

Las puertas son del cielo
las puertas de Madrid.
Cerradas por el pueblo
nadie las puede abrir.
Cerradas por el pueblo
nadie las puede abrir
.

El pueblo está en las calles
como una hiriente llave,
la tierra a la cintura
y a un lado el Manzanares;
la tierra a la cintura
y a un lado el Manzanares.

¡Ay río Manzanares
sin otro manzanar
que un pueblo que te hace
tan grande como el mar!
Que en pueblo que te hace
tan grande como el mar
.

-- 13 --

LA GUERRA, MADRE

La guerra, madre: la guerra.
Mi casa sola y sin nadie.
Mi almohada sin aliento.
La guerra, madre: la guerra.
Mi almohada sin aliento.
La guerra, madre: la guerra.

La vida, madre: la vida.
La vida para matarse.
Mi corazón sin compaña.
La guerra, madre: la guerra.
Mi corazón sin compaña.
La guerra, madre: la guerra.

¿:Quién mueve sus hondos pasos
En mi alma y en mi calle?
Cartas moribundas, muertas.
La guerra, madre: la guerra.
Cartas moribundas, muertas.
La guerra, madre: la guerra.

-- 14 --

LETRILLA DE UNA CANCION DE GUERRA

Déjame que me vaya,
madre, a la guerra.
Déjame, blanca hermana,
novia morena.
Déjame.

Y después de dejarme
junto a las balas,
mándame a la trinchera
besos y cartas.
Mándame.

-- 15 --

CANTO DE INDEPENDENCIA

Paso a paso, mi tierra vuelve a mí. Trozo a trozo,
vuelven la claridad y el día y el centeno.
Han querido arrojar tanta luz en un pozo,
en un pozo guardado por un puño de cieno.

Por una madrugada de gallos iracundos,
un ejército joven como las madrugadas
conquista, paso a paso, los arados profundos,
los pueblos invadidos, los hijos, las azadas.

Soplan los toros y hacen temblar la luz del cielo:
los hombre que yo digo la aumentan y la aclaran,
hasta cuando la sombra viene a invadir el suelo
y a la sombra estos hombres que he dicho le disparan.

Haciendo luz la luz y luz la sombra densa,
van los padres del sol, los padres del granito,
que hacen la espiga grande, y hacen la vida inmensa
y el vientre de las madres poblado de infinito.

Aprende en estas vidas, aprende como aprendo:
aprende a ser un hombre bien clavado en el barro,
lo mismo que estos hombres que mueren encendiendo
la mecha, la sonrisa, la muerte y el cigarro.

Dejad el pie descalzo para pisar el punto
donde cayó la sangre de las mejores venas:
para besar la tierra donde recojo y junto
los huesos orgullosos de rodar sin cadenas.

Los huesos de los que antes de entregarse al verdugo
prefieren enterrarse bajo su misma mano,
sobre la boca donde sólo habitó el mendrugo
echándose una tierra que no podrá el gusano.

Vergüenza en tus mejillas mientras que tú no obres
como estas anchas vidas que hasta los astros llegan.
Dulce es la sangre, dulce, la sangre de los pobres,
la sangre de los pueblos con la que tantos juegan.

Los cuervos la devoran a duros picotazos,
ávidos la reclaman los ricos con embudos:
hasta que, amargamente, se encrespa por los brazos
y ataca a quien la absorbe con aletazos rudos.

Hoy, mientras esta sangre recorre España entera
y apenas por sus hombres prueba el pan, prueba el beso,
vosotros, los llegados de un hambre carnicera,
como los perros mismos os disputáis un hueso.

Sois los que nunca abrís la mano, la mirada,
el corazón, la boca, para sembrar verdades:
los que siempre pedís, los que jamás dais nada,
cosecheros que sólo sembráis oscuridades.

¡Fuera de aquí, egoistas de retorcidas manos,
dispuestos a negar la pureza en la nieve!
Sois también invasores como los italianos,
como la dinamita que sobre España llueve.

La vida que prorrumpe como una llamarada
comunicando al cielo su resplandor de avena,
vuestra existencia seca de cárcel encerrada
que no sabe obtener la libertad, condena.

Blandos de peticiones y blandos de lamentos,
se mueven vuestros labios que tan sólo provoca
una voracidad brutal por los sustentos,
sucia y abierta en tanto que otros cierran la boca.

Ellos cierran la boca como una piedra brava
y aprietan las cabezas como un siglo de puños,
cerrados, agresivos, llenos de espuma y lava,
contra aquellos que quieren robar nuestros terruños.

Rayos de carne y hueso, carbonizan a aquellos
que atacan su pobreza, su trabajo, su casa.
Yo voy con este soplo que exige mis cabellos,
yo alimento este fuego creciente que me abrasa.

Escoged bien la piedra para grabar los nombres,
la eternidad, los rasgos, la vida, la figura
de la definitiva materia de estos hombres,
hasta volverla carne de siglos y hermosura.

Escoged bien la mano y el cincel decisivo
donde de estos soldados la historia resplandezca,
porque el avance sigue de la encina al olivo
por más que el perro ladre y el cuervo se oscurezca.

España se levanta limpia como las hojas,
limpias con el sudor del hombre y las mañanas,
y aún sonarán los nombres y las pisadas rojas
cuando el bronce no suene y el cañón eche canas.

-- 16 --

NACIMIENTO DE ESPAÑA

Como una piel de toro
peninsular, sonora,
como un radiante puño
que dilatara el tiempo,
dio sobre el mar y el agua
se sintió más hermosa.
Su piel quedó extendiendo
su exaltada frontera
fósil, y devorando
ascuas, luz de siempres.

Fue el sol: la sed profunda
del sol por la hermosura.
El sol fue desprendiéndose
de su mejor pedazo,
de su carne más íntima
y la trajo a sus pies.

Y aquí trajo el mercurio
sus temblores extraños,
y aquí el zinc y aquí el plomo
desplegaron sus aves
de vuelo sumergido,
y el acero y el bronce
su masculino ceño.

Aquí hizo nido el trueno
y el pedernal y el mármol.
La vida mineral
vio esconderse el carbón
en su cuerpo crispado,
y el caballo y el toro
la juventud más brava
despertaron al duelo-
de los cuerpos aquí.

España, España, España,
carne, solar materia.

Halló la agricultura
su cuerpo más poroso
en ti, y halló en seguida
la patria del naranjo
y el centro del olivo.

Eres toda de sol.
Te empuja la alegría,
te detiene en la muerte,
en el trigo, en la pena,
y todo en ti es de vida,
de solares cumplidos.
El día es tu riqueza.

POEMAS SUELTOS -- V--}>

Miguel Hernández

POEMAS SUELTOS --V --

(1939?-1940?)

    -- 1 --

    Que cara de herido pongo
    cuando te veo y me miro
    por la ribera del hombro.

    Enterrado me veo,
    crucificado
    en la cruz y en el hoyo
    del desengaño:
    qué mala luna
    me ha empujado a quererte
    como a ninguna.

    -- 2 --

    No sigas muerto
    retrocede a la vida-
    ¿:retrocede la lluvia?
    ¿:retrocedería?

    -- 3 --

    Pongo cara de herido
    cuando respiras
    y de muerto que sufre
    cuando me miras.
    Tú has conseguido
    tenerme a cada instante
    muerto y herido.

    -- 4 --

    Cuando respiras me hieres,
    cuando me miras me matas,
    tus cejas son dos cuchillos
    negros, tus negras pestañas.

    -- 5 --

    Por la voz de la herida
    que tú me has hecho
    habla desembocando
    todo mi pecho.
    Es mi persona
    una torre de heridas
    que se desploma.

    -- 6 --

    Que me aconseje el mar
    lo que tengo que hacer:
    si matar, si querer.

    -- 7 --

      EL ULTIMO RINCON

    El último y el primero:
    rincón para el sol más grande,
    sepultura de esta vida
    donde tus ojos no caben.

    Allí quisiera tenderme
    para desenamorarme.

    Por el olivo lo quiero,
    lo persigo por la calle,
    se sume por los rincones
    donde se sumen los árboles.

    Se ahonda y hace más honda
    la intensidad de mi sangre.

    Los olivos moribundos
    florecen en todo el aire
    y los muchachos se quedan
    cercanos y agonizantes.

    Carne de mi movimiento,
    huesos de ritmos mortales:
    me muero por respirar
    sobre vuestros ademanes.

    Corazón que entre dos piedras
    ansiosas de machacarte,
    de tanto querer te ahogas
    como un mar entre dos mares.
    De tanto querer me ahogo,
    y no me es posible ahogarme.

    Beso que viene rodando
    desde el principio del mundo
    a mi boca por tus labios.
    Beso que va a un porvenir,
    boca como un doble astro
    que entre los astros palpita
    por tantos besos parados,
    por tantas bocas cerradas
    sin un beso solitario.

    ¿:Qué hice para que pusieran
    a mi vida tanta cárcel?

    Tu pelo donde lo negro
    ha sufrido las edades
    de la negrura más firme,
    y la más emocionante:
    tu secular pelo negro
    recorro hasta remontarme
    a la negrura primera
    de tus ojos y tus padres,
    al rincón de pelo denso
    donde relampagueaste.

    Como un rincón solitario
    allí el hombre brota y arde.

    Ay, el rincón de tu vientre;
    el callejón de tu carne:
    el callejón sin salida
    donde agonicé una tarde.

    La pólvora y el amor
    marchan sobre las ciudades
    deslumbrando, removiendo
    la población de la sangre.

    El naranjo sabe a vida
    y el olivo a tiempo sabe.
    Y entre el clamor de los dos
    mis pasiones se debaten.

    El último y el primero:
    rincón donde algún cadáver
    siente el arrullo del mundo
    de los amorosos cauces.

    Siesta que ha entenebrecido
    el sol de las humedades.

    Allí quisiera tenderme
    para desenamorarme.

    Después del amor, la tierra.
    Después de la tierra, nadie.

    -- 8 --

    CANTAR

    Es la casa un palomar
    y la cama un jazminero.
    Las puertas de par en par
    y en el fondo el mundo entero.

    El hijo, tu corazón
    madre que se ha engrandecido.
    Dentro de la habitación
    todo lo que ha florecido.
    El hijo te hace un jardín,
    y tú has hecho al hijo, esposa,
    la habitación del jazmín,
    el palomar de la rosa.

    Alrededor de tu piel
    ato y desato la mía.
    Un mediodía de miel
    rezumas: un mediodía

    ¿:Quién en esta casa entró
    y la apartó del desierto?
    Para que me acuerde yo,
    alguien que soy yo y ha muerto.

    Viene la luz más redonda
    a los almendros más blancos.
    La vida, la luz se ahonda
    entre muertos y barrancos.

    Venturoso es el futuro,
    como aquellos horizontes
    de pórfido y mármol puro
    donde respiran los montes.

    Arde la casa encendida
    de besos y sombra amante.
    No puede pasar la vida
    más honda y emocionante.

    Desbordadamente sorda
    la leche alumbra tus huesos.
    Y la casa se desborda
    con ella, el hijo y los besos.

    Tú, tu vientre caudaloso,
    el hijo y el palomar.
    Esposa, sobre tu esposo
    suenan los pasos del mar.

    -- 9 --

    El pez más viejo del río
    de tanta sabiduría
    como amontonó, vivía
    brillantemente sombrío.
    Y el agua le sonreía.

    Tan sombrío llegó a estar
    (nada el agua le divierte)
    que después de meditar,
    tomó el camino del mar,
    es decir, el de la muerte.

    Reíste tú junto al río,
    niño solar. Y ese día
    el pez más viejo del río
    se quitó el aire sombrío.
    Y el agua te sonreía.

    -- 10 --

    Rueda que irás muy lejos.
    Ala que irás muy alto.
    Torre del día, niño.
    Alborear del pájaro.
    Niño: ala, rueda, torre.
    Pie. Pluma. Espuma. Rayo.
    Ser como nunca ser.
    Nunca serás en tanto.

    Eres mañana. Ven
    con todo de la mano.
    Eres mi ser que vuelve
    hacia su ser más claro.
    El universo eres
    que guía esperanzado.

    Pasión del movimiento,
    la tierra es tu caballo.
    Cabálgala. Domínala.
    Y brotará en su casco
    su piel de vida y muerte,
    de sombra y luz, piafando.
    Asciende. Rueda. Vuela,
    creador de alba y mayo.
    Galopa. Ven. Y colma
    el fondo de mis brazos.

    -- 11 --

    Con dos años, dos flores
    cumples ahora.
    Dos alondras llenando
    toda tu aurora.
    Niño radiante:
    va mi sangre contigo
    siempre adelante.

    Sangre mía, adelante,
    no retrocedas.
    La luz rueda en el mundo,
    mientras tú ruedas.
    Todo te mueve,
    universo de un cuerpo
    dorado y leve.

    Herramienta es tu risa
    luz que proclama
    la victoria del trigo
    sobre la grama.
    Ríe. Contigo
    venceré siempre al tiempo
    que es mi enemigo.

    -- 12 --

    CASIDA DEL SEDIENTO

    Arena del desierto
    soy: desierto de sed.
    Oasis es tu boca
    donde no he de beber.

    Boca: oasis abierto
    a todas las arenas del desierto.

    Húmedo punto en medio
    de un mundo abrasador,
    el de tu cuerpo, el tuyo,
    que nunca es de los dos.

    Cuerpo: pozo cerrado
    a quien la sed y el sol han calcinado.

    -- 13 --

    Desenterrar vivos.
    Yo avivar
    tú parir muertos
    eso hace mujer
    cuando te acuestas.
    Eso hacemos.

    -- 14 --

    Todo es bueno
    y lo hacemos malo
    con nuestro veneno.

    -- 15 --

    Conozco bien los caminos
    conozco los caminantes
    del mar, del fuego, del sueño,
    de la tierra, de los aires.
    Y te conozco a ti
    que estás dentro de mi sangre.

    POEMAS ULTIMOS}>

    -- Miguel Hernández

    POEMAS ULTIMOS

    (1939-1941?)

    TODO ERA AZUL

    Todo era azul delante de aquellos ojos y era
    verde hasta lo entrañable, dorado hasta muy lejos.
    Porque el color hallaba su encarnación primera
    dentro de aquellos ojos de frágiles reflejos.

    Ojos nacientes: luces en una doble esfera.
    Todo radiaba en torno como un solar de espejos.
    Vivificar las cosas para la primavera
    poder fue de unos ojos que nunca han sido viejos.

    Se los devoran. ¿:Sabes? No soy feliz. No hay goce
    como sentir aquella mirada inundadora.
    Cuando se me alejaba, me despedí del día.

    La claridad brotaba de su directo roce,
    pero los devoraron. Y están brotando ahora
    penumbras como el pardo rubor de la agonía.

    SONREIR CON LA ALEGRE TRISTEZA DEL OLIVO

    Sonreír con la alegre tristeza del olivo.
    Esperar. No cansarse de esperar la alegría.
    Sonriamos. Doremos la luz de cada día
    en esta alegre y triste vanidad del ser vivo.

    Me siento cada día más libre y más cautivo
    en toda esta sonrisa tan clara y tan sombría.
    Cruzan las tempestades sobre tu boca fría
    como sobre la mía que aún es un soplo estivo.

    Una sonrisa se alza sobre el abismo: crece
    como un abismo trémulo, pero valiente en alas.
    Una sonrisa eleva calientemente el vuelo.

    Diurna, firme, arriba, no baja, no anochece.
    Todo lo desafías, amor: todo lo escalas.
    Con sonrisa te fuiste de la tierra y del cielo.

    YO NO QUIERO MAS LUZ QUE TU CUERPO ANTE EL MIO

    Yo no quiero más luz que tu cuerpo ante el mío:
    claridad absoluta, transparencia redonda.
    Limpidez cuya extraña, como el fondo del río,
    con el tiempo se afirma, con la sangre se ahonda..

    ¿:Qué lucientes materias duraderas te han hecho,
    corazón de alborada, carnación matutina?
    Yo no quiero más día que el que exhala tu pecho.
    Tu sangre es la mañana que jamás se termina.

    No hay más luz que tu cuerpo, no hay más sol: todo ocaso.
    Yo no veo las cosas a otra luz que tu frente.
    La otra luz es fantasma, nada más, de tu paso.
    Tu insondable mirada nunca gira al poniente.

    Claridad sin posible declinar. Suma esencia
    del fulgor que ni cede ni abandona la cumbre.
    Juventud. Limpidez. Claridad. Transparencia
    acercando los astros más lejanos de lumbre.

    Claro cuerpo moreno de calor fecundante.
    Hierba negra el origen; hierba negra las sienes.
    Trago negro los ojos, la mirada distante.
    Día azul. Noche clara. Sombra clara que vienes.

    Yo no quiero más luz que tu sombra dorada
    donde brotan anillos de una hierba sombría.
    En mi sangre, fielmente por tu cuerpo abrasada,
    para siempre es de noche: para siempre es de día.


    1 9 DE DICIEMBRE DE 1937

    Desde que el alba quiso ser alba, toda eres
    madre. Quiso la luna profundamente llena.
    En tu dolor lunar he visto dos mujeres,
    y un removido abismo bajo una luz serena.

    ¡Qué olor de madreselva desgarrada y hendida!
    ¡Qué exaltación de labios y honduras generosas!
    Bajo las huecas ropas aleteó la vida,
    y sintieron vivas bruscamente las cosas.

    Eres más clara. Eres más tierna. Eres más suave.
    Ardes y te consumes con más recogimiento.
    El nuevo amor te inspira la levedad del ave
    y ocupa los caminos pausados de tu aliento.

    Ríe, porque eres una madre con luna. Así lo expresa
    tu palidez rendida de recorrer lo rojo;
    y ese cerezo exhausto que en tu corazón pesa,
    y el ascua repentina que te agiganta el ojo.

    Ríe, que todo ríe: que todo es madre leve. Profundidad del mundo sobre el que te has quedado sumiéndote y ahondándote mientras la luna mueve,
    igual que tú, su hermosa cabeza hacia otro lado.

    Nunca tan parecida tu frente al primer cielo.
    Todo lo abres, todo lo alegras, madre, aurora.
    Vienen rodando el hijo y el sol. Arcos de anhelo
    te impulsan. Eres madre. Sonríe. Ríe. Llora.

    MUERTE NUPCIAL

    El lecho, aquella hierba de ayer y de mañana:
    este lienzo de ahora sobre madera aún verde,
    flota como la tierra, se sume en la besana
    donde el deseo encuentra los ojos y los pierde.

    Pasar por unos ojos como por un desierto:
    como por dos ciudades que ni un amor contienen.
    Mirada que va y vuelve sin haber descubierto
    el corazón a nadie, que todos la enarenen.

    Mis ojos encontraron en un rincón los tuyos.
    Se descubrieron mudos entre las dos miradas.
    Sentimos recorrernos un palomar de arrullos,
    y un grupo de arrebatos de alas arrebatadas.

    Cuanto más se miraban más se hallaban: más hondos
    se veían, más lejos, y más en uno fundidos.
    El corazón se puso, y el mundo, más redondos.
    Atravesaba el lecho la patria de los nidos.

    Entonces, el anhelo creciente, la distancia
    que va de hueso a hueso recorrida y unida,
    al aspirar del todo la imperiosa fragancia,
    proyectamos los cuerpos más allá de la vida.

    Espiramos del todo. ¡Qué absoluto portento!
    ¡Qué total fue la dicha de mirarse abrazados,
    desplegados los ojos hacia arriba un momento,
    y al momento hacia abajo con los ojos plegados!

    Peron no moriremos. Fue tan cálidamente
    consumada la vida como el sol, su mirada.
    No es posible perdernos. Somos plena simiente.
    Y la muerte ha quedado, con los dos, fecundada.

    EL NIÑO DE LA NOCHE

    Riéndose, burlándose con claridad del día,
    se hundió en la noche el niño que quise ser dos veces.
    No quise más la luz. ¿:Para qué? No saldría
    más de aquellos silencios y aquellas lobregueces.

    Quise ser ... ¿:Para qué? ... Quise llegar gozoso
    al centro de la esfera de todo lo que existe.
    Quise llevar la risa como lo más hermoso.
    He muerto sonriendo serenamente triste.

    Niño dos veces niño: tres veces venidero.
    Vuelve a rodar por ese mundo opaco del vientre.
    Atrás, amor. Atrás, niño, porque no quiero
    salir donde la luz su gran tristeza encuentre.

    Regreso al aire plástico que alentó mi inconsciencia.
    Vuelvo a rodar, consciente del sueño que me cubre.
    En una sensitiva sombra de transparencia,
    en un íntimo espacio rodar de octubre a octubre.

    Vientre: carne central de todo lo existente.
    Bóveda eternamente si azul, si roja, oscura.
    Noche final en cuya profundidad se siente
    la voz de las raíces y el soplo de la altura.

    Bajo tu piel avanzo, y es sangre la distancia.
    Mi cuerpo en una densa constelación gravita.
    El universo agolpa su errante resonancia
    allí, donde la historia del hombre ha sido escrita.

    Mirar, y ver en torno la soledad, el monte,
    el mar, por la ventana de un corazón entero
    que ayer se acongojaba de no ser horizonte
    abierto a un mundo menos mudable y pasajero.

    Acumular la piedra y el niño para nada:
    para vivir sin alas y oscuramente un día.
    Pirámide de sal temible y limitada,
    sin fuego ni frescura. No. Vuelve, vida mía.

    Mas, algo me ha empujado desesperadamente.
    Caigo en la madrugada del tiempo, del pasado.
    Me arrojan de la noche. Y ante la luz hiriente
    vuelvo a llorar, desnudo como siempre he llorado.

    EL HOMBRE NO REPOSA ...

    El hombre no reposa: quien reposa es su traje
    cuando, colgado, mece su soledad con viento.
    Mas, una vida incógnita como un vago tatuaje
    mueve bajo las ropas dejadas un aliento.

    El corazón ya cesa de ser flor de oleaje.
    La frente ya no rige su potro, el firmamento.
    Por más que el cuerpo, ahondando por la quietud, trabaje,
    en el central reposo se cierne el movimiento.

    No hay muertos. Todo vive: todo late y avanza.
    Todo es un soplo extático de actividad moviente.
    Piel inferior del hombre, su traje no ha expirado.

    Visiblemente inmóvil, el corazón se lanza
    a conmover al mundo que recorrió la frente.
    Y el universo gira como un pecho pausado.


    SIGO EN LA SOMBRA, LLENO DE LUZ ¿:EXISTE EL DIA?

    Sigo en la sombra, lleno de luz; ¿:existe el día?
    ¿:Esto es mi tumba o es mi bóveda materna?
    Pasa el latido contra mi piel como una fría
    losa que germinara caliente, roja, tierna.

    Es posible que no haya nacido todavía,
    o que haya muerto siempre. La sombra me gobierna.
    Si esto es vivir, morir no sé yo qué sería,
    ni sé lo que persigo con ansia tan eterna.

    Encadenado a un traje, parece que persigo
    desnudarme, librarme de aquello que no puede
    ser yo y hace turbia y ausente la mirada.

    Pero la tela negra, distante, va conmigo
    sombra con sombra, contra la sombra hasta que ruede
    a la desnuda vida creciente de la nada.

    VUELO

    Sólo quien ama vuela. Pero, ¿:quién ama tanto
    que sea como el pájaro más leve y fugitivo?
    Hundiendo va este odio reinante todo cuanto
    quisiera remontarse directamente vivo.

    Amar ... Pero, ¿:quién ama? Volar ... Pero, ¿:quién vuela?
    Conquistaré el azul ávido de plumaje,
    pero el amor, abajo siempre, se desconsuela
    de no encontrar las alas que da cierto coraje.

    Un ser ardiente, claro de deseos, alado,
    quiso ascender, tener la libertad por nido.
    Quiso olvidar que el hombre se aleja encadenado.
    Donde faltaban plumas puso valor y olvido.

    Iba tan alto a veces, que le resplandecía
    sobre la piel el cielo, bajo la piel el ave.
    Ser que te confundiste con una alondra un día,
    te desplomaste otro como el granizo grave.

    Ya sabes que las vidas de los demás son losas
    con que tapiarte: cárceles con que tragar la tuya.
    Pasa, vida, entre cuerpos, entre rejas hermosas.
    A través de las rejas, libre la sangre afluya.

    Triste instrumento alegre de vestir; apremiante
    tubo de apetecer y respirar el fuego.
    Espada devorada por el uso constante.
    Cuerpo en cuyo horizonte cerrado me despliego.

    No volarás. No puedes volar, cuerpo que vagas
    por estas galerías donde el aire es mi nudo.
    Por más que te debatas en ascender, naufragas.
    No clamarás. El campo sigue desierto y mudo.

    Los brazos no aletean. Son acaso una cola
    que el corazón quisiera lanzar al firmamento.
    La sangre se entristece de debatirse sola.
    Los ojos vuelven tristes de mal conocimiento.

    Cada ciudad, dormida, despierta loca, exhala
    un silencio de cárcel, de sueño que arde y llueve
    como un élitro ronco de no poder ser ala.
    El hombre yace. EL cielo se eleva. El aire mueve.


    SEPULTURA DE LA IMAGINACION

    Un albañil quería ... No le faltaba aliento.
    Un albañil quería, piedra tras piedra, muro
    tras muro, levantar una imagen al viento
    desencadenador en el futuro.

    Quería un edificio capaz de lo más leve.
    No le faltaba aliento. ¡Cuánto aquel ser quería!
    Piedras de pluma, muros de pájaros los mueve
    una imaginación al mediodía.

    Reía. Trabajaba. Cantaba. De sus brazos,
    con un poder más alto que el ala de los truenos,
    iban brotando muros lo mismo que aletazos.
    Pero los aletazos duran menos.

    Al fin era la piedra su agente. Y la montaña
    tiene valor de vuelo si es totalmente activa.
    Piedra por piedra es peso y hunde cuanto acompaña
    aunque esto sea un mundo de ansia viva.

    Un albañil quería ... Pero la piedra cobra
    su torva densidad brutal en un momento.
    Aquel hombre labraba su cárcel. Y en su obra
    fueron precipitados él y el viento.

    ETERNA SOMBRA

    Yo que creí que la luz era mía
    precipitado en la sombra me veo.
    Ascua solar, sideral alegría
    ígnea de espuma, de luz, de deseo.

    Sangre ligera, redonda, granada:
    raudo anhelar sin perfil ni penumbra.
    Fuera, la luz en la luz sepultada.
    Siento que sólo la sombra me alumbra.

    Sólo la sombra. Sin rastro. Sin cielo.
    Seres. Volúmenes. Cuerpos tangibles
    dentro del aire que no tiene vuelo,
    dentro del árbol de los imposibles.

    Cárdenos ceños, pasiones de luto.
    Dientes sedientos de ser colorados.
    Oscuridad del rencor absoluto.
    Cuerpos lo mismo que pozos cegados.

    Falta el espacio. Se ha hundido la risa.
    Ya no es posible lanzarse a la altura.
    El corazón quiere ser más de prisa
    fuerza que ensancha la estrecha negrura.

    Carne sin norte que va en oleada
    hacia la noche siniestra, baldía.
    ¿:Quién es el rayo de sol que la invada?
    Busco. No encuentro ni rastro del día.

    Sólo el fulgor de los puños cerrados,
    el resplandor de los dientes que acechan.
    Dientes y puños de todos los lados.
    Más que las manos, los montes se estrechan.

    Turbia es la lucha sin sed de mañana.
    ¡Qué lejanía de opacos latidos!
    Soy una cárcel con una ventana
    ante una gran soledad de rugidos.

    Soy una abierta ventana que escucha,
    por donde ver tenebrosa la vida.
    Pero hay un rayo de sol en la lucha
    que siempre deja la sombra vencida.