Esta falsa conpaña fueron aquellos jueces y viejos verdes que, no pudiendo vencer la castidad de Susana, la condenaron, librándola Dios por testimonio de Daniel, mozo á la sazón, á quien fué revelado de lo alto lo que ellos guardaban en sus corazones (Daniel, 13). "No sólo castigó sus verdes años--dice Juan de Torres (Filosofía moral de príncipes, 18, 2)--con la mano flaca de un mocito, sino que lo que ellos intentaron en secreto, echó Dios en la plaza, y lo que desearon esconder en los rincones, hizo auto público, para que viniese á noticia de todos."
[F} La ortografía latina la corrijo siempre sin más advertir. Por hombre traen los manuscritos las formas onbre y ome: esta segunda manera, á veces con tilde sobre la m, que yo dejo de poner. Es esta prosa un comento del título del libro, en la cual pone su intento de traer á todos al buen amor, que es el de Dios; pero, como el Arcipreste era un verdadero hombre de cuerpo entero, sin las niñerías de mojigatos afeminados ó pillastrones, que siempre los hubo, entendió que había que desenmascarar al hombre mundano y las trapacerías de su loco amor, para que, conociéndolo, todo, lo bueno y lo malo, libremente escogiese el buen camino el que de veras y con conocimiento de las cosas se quisiese salvar. Tal es el sentido del salmo que aquí glosa con otras palabras de la Escritura y del Derecho canónico y civil: Intellectum tibi dabo, et instruam te in via hac, qua gradieris, te daré conocimiento y te enseñaré el camino que has de recorrer, que es el del mundo, lleno de engaños y con la natural inclinación al loco amor en el cuerpo, pues con él nacemos: así, obrando el bien á sabiendas y peleando contra el mundo y contra la propia naturaleza, firmabo super te oculos meos, pondré complacido mis ojos en ti, que, como bueno, luchaste. La alteza de pensar de este varón fuerte, y que no sabía de embustes, se ve en aquellas palabras que han escandalizado á los que no pican tan alto como él: "en pero, porque es umanal cosa el pecar, si algunos (lo que non los conssejo) quisieren usar del loco amor, aquí fallarán algunas maneras para ello." No intenta llevar á nadie al mal, como se ve por la cortapisa del paréntesis, sino que es una manera de enseñar el cebo á los mismos mundanos para que lean el libro, porque está persuadido de que la verdad no daña jamás á nadie y es donde Dios: intellectum tibi dabo. Nadie como Dios respeta la libertad de todas sus criaturas, y no quiere llevar al cielo á tontos y gente para poco, sino que todos entiendan las cosas y escojan el buen amor, conociendo y despreciando el loco del mundo. Esto dice el salmo y esto intenta nuestro autor, y suponer doblez en él va contra todo derecho y justicia: "las palabras sirven á la intençión é non la intençión á las palabras." Michi se decía: Veso, vieso, verso, como viés, de ve(r)(su)m. Berc., Mil., 44.--Salamon. Tostado, Bibliófil. esp. Op. liter., pág. 225. Pero, además, esa salida desenfadada del Arcipreste está llena de socarronería y le estoy viendo al escribirla que se le escapa la risa. Es concesión retórica é irónica y nada más.
Sería gran blasfemia pedir el favor de Dios para hablar de amoríos mundanos; pero el amor de que trata el libro es el buen amor: no el azurronado y tristón de algunos que se dicen virtuosos cristianos, sino el alegre y de buen humor, que regocije al cuerpo mientras apacienta al alma. Es tan rara la virtud alegre y comunicativa, como la del Arcipreste, que no cabe en las entendederas vulgares.
El ajenuz es planta, y su fruto ó semilla negra olorosa y aguda á gusto, que se halla en una cabecilla como la de la adormidera. Laguna, Dioscorides, 3, 87. La que se dice en latín nigela es aquella misma que llamamos en Castilla agenuz y neguilla.
[G} Para indicar la tonada popular en que habían de cantarse estos Gozos, trae aquí G la copla popular: Quando los lobos preso lo an a don Juan en el campo. Esto indica que se cantaban y eran populares, y se comprueba con las variantes S y G, que son hartas. La antigÜedad y delicadeza de sentimientos sencillos hacen venerables estos Gozos, que apenas me atrevo a retocar.
¡Críticos del siglo XIX, que tan lindamente habéis juzgado mi libro y mi intención, sois ribaldos romanos, vellacos y rústicos, que no penetráis las delicadezas de los sabios griegos ! El cuento en sustancia es popular.
[H} Enxienplo, de exemplu(m), ejemplo, con n parásita, como en enjalbegar de exalbicare, enjaguar de exaquare.
En el Eclesiastés (7, 26) dice Salomón: "Inveni amariorem morte mulierem, quae laqueus venatorum est et sagena cor eius." Triste es la muerte y amarga su memoria, fuerte es su brazo y certeras son sus saetas, infalible es su venida y ninguno se defiende de ella; pero con todo eso la mujer, que es cual red barredera de todo, es más triste, más amarga, más fuerte, más diestra y matrera que la muerte. Y pues en la tierra es la mujer lazo del demonio, en el aire rayo de concupiscencia y en el mar red de ocasiones, no apuntó mal el otro poeta griego cuando lo cifró todo en ella, como muchas letras en una, diciendo: Mare, ignis, mulier, tria mala. (Erasm., Chiliad., 2, cent., 2). El mar con su soberbia lo arruina todo, el fuego con su furia consume lo que alcanza y la mujer con su malicia todo lo contamina. Buen ejemplo tenemos en aquellos infelicísimos amores del Rey D. Rodrigo con la Cava, hija del Conde don Julián, los cuales en mal punto se comenzaron, en peor se prosiguieron y en más desdichado se acabaron. Nada de esto desconocía el Arcipreste; pero no lo quería reconocer el vano clérigo á quien aquí el Arcipreste pinta, y en cuyos labios sólo suenan los delicados sentimientos acerca de la mujer, que el Arcipreste pone en ellos, porque tal sentía de ella, como se ve por todo su libro; que ensañándose contra el amor mundano y contra los enamoradizos clérigos, no tiene la menor palabra desabrida contra la delicada y desventurada mujer, á quien otros achacan todo aquello de que ellos son los más culpables.
En el Tratado de las Colmenas, del aragonés Jaime Gil, t. 4, c. 6, descríbese un armadijo formado sobre cuatro horquillas para que en ella paren los enjambres: "Tomaba cuatro horcachas de sauces ó de otra madera de las dichas. Hincávalas en tierra. Sobre ellas ataba otras también gruesas y viejas de la misma manera á modo de parral. En los ángulos que había ponía una grande aliaga y seca, bien atada y segura; pero de tal suerte, que dejándole en la atadura lazada, con facilidad desataba, y sin mover mucho la aliaga, que con una mano desataba y con otra aseguraba no se moviese la aliaga. Asentábase en ella el enjambre, desatábala, como he dicho, y de un golpe casi todo el enjambre daba en la nasa ó cogedera... Ha de estar esta malagaña, que así la llaman en algunas partes los colmeneros, de alta hasta siete palmos del suelo." El cambio de d en l es común y así esta malagaña es la madagaña y la magadaña del Arcipreste: una de tantas voces aragonesas como él usó.
¿:Quién pintó con más color y brío en una copla la común metáfora del fuego ? "Azote es éste--dice San Gregorio (Moral, l. 21, c. 9)--con que Dios castiga los hijos de Adán, dejándolos abrasar en llamas de concupiscencia, tomando los mismos deleites por verdugos de su libertad." "Fuego es--según el Deuteronomio (32)--que ni deja roso ni velloso, no perdona a los valles más florecidos ni deja de saltar sobre los montes encumbrados."
Véase cómo lo cuenta Comparetti (Virgilio nel medio evo, 1872, t. 2, pág. 105): "Virgilio figura come innamorato, egli è posto in relazione con una giovane figlia di un imperatore di Roma. La viva fiamma che gli arde in petto non solo non è corrisposta, ma incontra grandissima crudeltà nell' oggetto amato, che non resiste alla tentazione di farsi beffe del grande uomo. Fingendo di accettare la sua dichiarazione e di piegarsi ai suoi voti, la giovane gli propose di introdurlo nascostamente nelle proprie estanze, facendolo tirar su di notte dentro una cesta fino alla finestra della torre da essa abitata. Tutto gioja, Virgilio accettò; e all' ora deshignada corse a mettersi nella cesta che trovò pronta appuntino, e con sua grande soddisfazione non tardò a sentirsi sollevare in aria. E fino ad un certo punto la cosa andava bene: ma giunta la cesta a mezza strada li si fermò e vi rimase fino a giorno. Grandi furono le risa e il chiasso che fece la mattina appresso il popolo romano, a cui Virgilio era notissimo, quando vide un si grave personaggio in quella pensile situazione. Nè qui finiva la cosa: chè, informato di tutto l' imperatore, Virgilio messo a terra di grave pena era minacciato, se coll'arte sua non avesse saputo sottrarvisi. Ma lo smacco rimaneva, e l' oltraggio non era perdonabili. La vendetta ch' egli immaginò fu terribile. Ei fece che il fuoco tutto quanto era in Roma si spegnesse a un tratto, notificando che, chi ne volesse, soltanto sulla persona della figlia dell' imperatore avrebbe potuto procurarsene, e che il fuoco cosi ottenuto non si potrebbe communicare dall' uno all' altro, ma ognuno dovesse prenderne direttamente nel modo indicato. Fu duopo piegarsi ai voleri del mago. La figlia dell' imperatore posta sulla pubblica piazza nella più indescrivibile posizione, dovette soggiacere a quel lungo supplizio; i Romani riebbero il fuoco e Virgilio fu vendicato." En el Myreur des histor. de Jean D'Outremeuse, compilación de crónicas de muchos escritores hasta el siglo XIV (publicólo Ad. Borgnet, Bruxelles, 1864) se dice que: "Si fut montée sur lescharfault en pure chemise, et tous veulx qui du feu avoient besoing en venoient querir à su nature entre ses jambes", empleando el mismo vocablo natura que el Arcipreste. Albert de Eib, en la segunda parte de su Margarita poética (Naudé, Apologie pour les grands hommes, c. 21, pág. 614), dice hubo una meretriz romana "laquelle ayant suspendu Virgile à my stage d'une tour dans une corveille, il fit ateindre pour s'en vanger tout le feu qui estoit à Rome, sans qu'il fust possible de le rallumer si l'on ne l'alloit prendre ès parties secretes de cette mocqueuse, et ce encore de telle sorte, que ne pouvant se communiquer chacun estoit tenu de l'aller veoir et visiter, etc."
El mejor documento napolitano sobre las leyendas virgilianas es La Cronica di Partenope de Bartolomeo Caraczolo, dicho Carafa, que llega al año 1381. También se halla la leyenda en el poeta florentino del siglo XIV Antonio Pucci, en el Renard contrefait del mismo siglo (Du Méril, Mélanges, pág. 440), en Neckam, De naturis rerum (edic. Thomas Wright, London 1863), autor que vivió de 1157 á 1217, en Jean D'Outremeuse (op. cit.). Además alude á Virgilio el conocido romance, y otros muchos escritos de los siglos XIV, XV y XVI, en todas las lenguas de Europa, traen una ú otra de estas leyendas. Véase Theophilo Braga en sus Estudos da edade media y en As lendas christâs, y, sobre todo, la obra citada de Comparetti.
Parece confundirse aquí lo del puente de bronce de las leyendas en las citadas obras. En Neckam: "¿:Quid quod pontem aeriun construxit, cuius beneficio loca destinata pro arbitrio voluntatis suae adire consuevit ?"
Moisés, en el Exodo (16), cuenta la caprichosa petición de aquella gente laminera, que decía en el desierto, quejándose a sus adalides: "Ojala hubiéramos muerto por mano de Jehova en la tierra de Egipto, cuando nos sentábamos á las ollas de las carnes, cuando comíamos pan con hartura, pues nos habeis sacado á este desierto para matar de hambre toda esta multitud. Venida la tarde subieron codornices que cubrieron el real; y á la mañana descendió rocío en derredor del real." Tal fué el maná, que le sabía á lo que apetecía cada cual; "sabía á trucha y no era trucha"--dice donosamente el P. Rodríguez--, y sabía á vaca, á conejo y á gloria celestial. "Pidieron, é hizo venir codornices: y saciolos de pan del cielo" (Salm. 104, 40).
Muchas gracias se deben a Melampo, que inventó cosa tan provechosa y recóndita como aguar el vino, si dice la verdad Estéfano Negro por autoridad de Estafilo (Niger, De almio vitae luxu). Bien alaba Séneca (Ep., 19) lo que dijo Epicuro, nada menos, que nos debemos más proveer en la mesa de buenas compañías que de sabrosos manjares, y bien se entiende cuánto más valga una buena sentencia que un buen bocado. Y aunque Paniasis de Alicarnaso, primo de Herodoto, dijo ser necio el que pudiendo beber vino lo deja por agua, y es alta sentencia que he oído á muchos que no son unos Paniasis; pero Eratóstenes de Cirene, comparando el vino al fuego, dice que turba al hombre como los vientos al mar. Galeno avisa que se beba poco vino y que sea bien aguado, no más que de sobre año, blanco y claro y de rojuela color, porque con estas condiciones alegra la sangre y ayuda a la digestión y a la consumición de los malos humores. De los comedorazos y glotones se han dicho tantas cosas y por tan elegante manera, que más vale no añadir ni una palabra mas.
El hipócrita se compara a la lechuza. Ya la veis compuesta y mesurada y más callada que si no tuviese boca: mas de noche ni á las lámparas de los templos perdona, cuanto más á los ratoncillos y otros animalejos. Así los hipócritas, y más los en materia de religión, compuestos y concertados en público, echan lejos la máscara en secreto, no perdonando á la gula ni á la lujuria, descocidos en ambición, que es adonde tiran con su solapada virtud, y hasta untándose, no las manos solamente, sino hasta los codos, en el aceite de rentas eclesiásticas ó no eclesiásticas. Dirán que no comen sino ratoncillos y sopas en aceite, como lechuzas, y miarán como gatos, en lugar de hablar como hombres. Y como la lechuza, en cuanto teme ser vista, no tiene cuasi voz, sino un medio rancido soplar, mas en saliendo a la sombra de la noche grita como una descosida, así los hipócritas, que no parecen echar el habla sino como unas monjitas y papanatas milicuistis, donde nadie les note tienen vozarrón más grueso que el Tracalo romano ó el Estentor babilónico, y lo mejor es que con sus calladas hablillas enzarzan y cizañan á todo Dios. Pero de esta callada y devota pestilencia más vale callar, porque no acabaríamos en un año, y el Arcipreste los desenmascaró con su libro á los hipocritones de su tiempo y espero desenmascarará á los del nuestro.
[I} Alcalde ó alcalle en su significación arábiga de juez ó qd, juzgador. Crítica burlesca de los procedimientos judiciales, bordaba sobre la fábula de Fedro Lupus et vulpis, iudice simio, y que recuerda el Processus Satanae contra virginem coram Jesu iudice, cuento escrito por un italiano en el siglo XII, y conocido por Berceo en el segundo de sus Milagros de Nuestra Señora. El lobo era otro fraile con su ánsar en el capillo y abogado del fuero de la propiedad.
Al comendón. Corr., 212: Ni comendón bien cantado, ni hijo de clerigo bien criado. No hallo el vocablo en ninguna otra parte: parece ser los responsos por las almas de los finados, y por esos pueblos se les ve á los curas con el hisopo en la diestra y el bonete en la izquierda aparando los monedas del responso.
Sobre las supersticiones tocantes a las plantas, véase Gvbernatis, Mitología de las plantas. Hay yerbas de simpatía y amor y las hay de odio y desunión. De las segundas son el jusquiamo, la verbena y la virga pastoris, que, mezclada con el jugo de la mandrágora, dicen que atiza la discordia entre los amantes que la beben. De las primeras se hacen filtros ó bebedizos amatorios, como la que en el Piamonte llaman concordia, la valeria, el cyclamen, todas las orquídeas: todas son, de hecho, afrodisíacas.
Echarle en ojo es darle aojo, aojarle, y del aojamiento ó mal de ojo trató D. Enrique de Villena, De rebus philisophicis et moralibus, y el P. Nieremberg, Curiosa y oculta Filosofía. Consiste en dañar á otro con la mirada, y la envidia debe á esto su nombre de in-videre. El pueblo cree que este mirar deja ciego al así mirado, y en ciertos casos pudiera tener razón, pues la fuerza de la mirada la conocemos bien hoy por el hipnotismo; pero lo cierto es que ciega moralmente y apasiona con el amor que de ojos á ojos se trasmina y llega á robar el corazón. El coral rojo, entre los romanos, como aún entre nosotros, se ataba al cuello de los niños para protegerlos del mal de ojo.
Dall' empia Babilonia ond' é fuggita
Ogni virtude...
Albergo di dolor, madre d'errori...
Nido di tradimenti, ove si cova
Quanto mal per lo mondo oggi si spande,
Serva de vin, di letti e di bevande,
Ove Lussuria fa l'ultima prova..."
"Ferreur assiduo consumitur annulus usu,
Interit assidua vomer aduncus humo.
Quid magis est durum saxo ? quid mollius unda ?
Dura tamen molli saxa cavantur aqua."
Esta última, comunísima, véase en la copla 526.
"Casus in eventu est. Licet hic indulgeat ausis,
consilium tamen est abstinuisse meum."
Luego amaina y concede lo contrario en ciertos casos.
"Vina parant animos, faciuntque coloribus aptos:
cura fugit multo diluiturque mero...
et Venus in vinis, ignis in igne fuit."
Y luego dirán que el Arcipreste era tabernario, cuando jamás alaba el vino.
Notas a Pie de Página
« En une vallée
Près de mon sentier
Pastore ai trouvée
Qui fet a proisier... »
Pero Puymaigre rebaja harto las serranillas del Arcipreste teniéndolas por parodias bufonescas de las pastourelles. Lo que hay es que aquellos señores de allende escribieron con guantes y para caballeros y damas de castillos feudales, mientras nuestro Arcipreste, poco avenido con idilios, hechizos y églogas fantaseadas, se arrimó más a la naturaleza, sintió ateridas sus manos con los hielos de la sierra, comió el queso y el conejo de soto, dió con serranas chatas y hombrunas á veces, retozonas cual cabras monteses siempre, y no les quiso quitar la chatez, lo cabrío y lo montaraz. Siempre fué más remilgado y de salón el arte francés; más bronco, por más natural, harto más rugiente y pizmiento, más real y menos amanerado, en una palabra, el español. Tienen estas serranillas el candor que les basta, huelen á mejorana, á oregano y tomillo; pero también llevan pinceladas vivas, hasta chirriadoras y como buriladas con punta de acero, que a las pastourelles no les sobran. De donde verdaderamente viene, sin salir de España, la vena de esta lírica villanesca es de Galicia, como se ha visto bien claramente por el Cancionero del Vaticano; de allí corre al Arcipreste, que a nadie imita, pero remansa éste, como los demás raudales poéticos, en inmenso lago; después sigue la corriente hasta el Marqués de Santillana, Bocanegra y Carvajal en el siglo XV, y en el XVI se esplaya en Gil Vicente, Juan del Encina y Lucas Fernández, hasta perderse casi en el teatro del siglo XVI, donde asoma de cuando en cuando en las obras de Lope y Tirso, y en estos nuestros tiempos ha vuelto á flor de tierra con el renacimiento de la poesía gallega en la misma Galicia, donde estaba la fuente. Enrique de Mesa escribe hoy serranillas lindísimas los veranos que pasa en el Guadarrama. Cantíca creo debe pronunciarse, como cantíco y canticar, por ser diminutivo de canta y canto; mientras que cantíga, de canticare ó del plural latino cantica. Baena, p. 225: O luego desata ssu cantica errada. Malangosto, monte de Valdelozoya. A la asomada del rrostro, al asomar yo la carra. Valderr., Teatr., S. Mon., 1: No fueron más que unas asomadas y amagos, que luego se acabaron. J. Pin., Agr., 3, 2: Nos podremos reir con la asomada del manjar, mejor que el cazador Céfalo con los arreboles de la llegada de la mañana. ¡Hadeduro ! ó fadeduro, ¡desdichado !, desafortunado (c. 389), de fado duro. Berc., Loor, 46: Assaz fizo ensayos, mas non falsó el muro, | cuydó ser artero, probos por fadeduro. Id., S.D., 480: Asmaron un trabuco las cosas fadeduras. Corr., 75: El alcaravan hadeduro, a todos dar consejo y a si ninguno. O sea el otro: Es como alcaravan sesudo, que para los otros tiene consejo y para sí ninguno (Corr., 129): sesudo irónicamente, y alude a la fábula con que acaba el libro de Calila e Dimna, y que trae Correas al explicar la otra variante: Alcaravan zancudo... (p. 44).
[J} Ditado, de dictado, dictar, es título de dignidad, honor o señorío, como de duque, conde, etc., Quij., 1, 21: Y montas que no sabría yo autorizar el litado, dijo Sancho. Ditado has de decir, no litado, dijo su amo. Aquí es cantar honorifico, digamos, á la Virgen; en su tiempo se decía por composición poética en general. De Santa María del Vado se hace mención en el libro de Montería de Alfonso XI, l. 3, c. 5. El Vado es villa del duque del Infantado en el Real de Manzanares (Sánchez).
[K} Miercoles corvillo es el Miércoles de ceniza, primer día de ayuno de cuaresma, y llamóse así por la humillación y encorvamiento de la ceremonia de la ceniza, como se hace en el Humiliate capita vestra Deo, porque corvilla era inclinación y humillación, del corvarse. Así dice el refrán: « En la corvilla de Enero S. Antón es el primero », esto es, en la inclinación de Enero ó pasada su mitad.
La guitarra morisca, por las trazas debe de ser el instrumento ó guitarrillo de dos cuerdas, muy pequeño y delgado y el cuerpo por encima forrado de pergamino y sin agujero, que tienen los marroquíes y llaman guenbri; mientras que la ladina ó latina era la guitarra española, de cuatro órdenes de cuerdas. Al guenbri se asemeja algún instrumento de las Cántigas (Riaño, Critical and bibliographical notes on early spanish music, London, Quaritch, 1887, f. 43, n. 1), donde se ve que el que lo toca es moro por el traje. Por el texto del Arcipreste se saca que tenía las voces agudas y ariscas, ó sea ásperas, como tenía que sonar un guitarrillo chico y suena el guenbri, del cual poseyó el Sr. Roda varios ejemplares. Cuanto á la ladina (en G) ó latyna (en S), esto es, española, dice Bermudo (Descr. instr., l. 2, c. 32) que « la guitarra común tiene cuatro órdenes de cuerdas... tiene dos temples. Uno se llama á los nuevos y otro á los viejos. La guitarra á los nuevos tiene en vacío una novena mayor y ordénase... No es otra cosa esta guitarra sino una vihuela, quitada la sexta y la prima... El temple de la guitarra á los viejos no difiere de esta á los nuevos, sino que la cuarta cuerda suelen abajar un tono... Pues queda esta guitarra á los viejos una decena mayor. Este temple más es para romances viejos y música golpeada que para música de el tiempo... Guitarra habemos visto en España de cinco órdenes de cuerdas ». Id., c. 66: « La antiquísima es la guitarra de Mercurio. De las palabras de Boecio saco que Mercurio usó guitarra y Orfeo la aumentó y la hizo vihuela. » El corpudo alaut ó laud, instrumento de cuerdas arábigo, panzudo, alghd, vihuela, laud (P. Alc.), Quij., 2, 12: Templando está un laud ó viguela. Hay varios en las Cántigas de Alfonso X (Riaño, f. 44, n. 2 y 3; f. 47, n. 2): Que tien' punto á la trisca, de regocijo. Dícese punto que tiene sonido del tono de derminada consonancia. Ferrer. Dom. 2 adv.: La levanta hasta el punto debido, sin atender á los puntos de las otras: ansi conviene entendais vos que el punto de nuestra dignidad está en la diestra de Dios, que por eso este Señor soberano elevó hasta aquel punto la naturaleza humana. Trisca por regocijo. Valderr. Ej. Mierc. dom. 3 cuart.: Por un chiste de un truhan, por una trisca de un regocijo. A. Molina, Dom. 3 cuar.: Hecho el mal, ahí es la trisca de todo el infierno, la risa de los demonios. Apriscarse, juntarse como ovejas ó con ellas en el aprisco, donde es de oir el concierto de balidos, que el Arcipreste recuerda aquí. Comed. Florin., 21: Por ahí me entras ? Con las ovejas me aprisco.
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La letra arábiga es qalbi gharabi « mi corazon (es corazón) de árabe »; sino que se repite mi corazón (calvi) y la segunda sílaba (vi) antes de decir toda la frase seguida, como hacen los andaluces. Bien se ve que esta letra es la nota del Arcipreste, cantada al són del rrabé: esto significan los dos primeros versos. Tenemos, pues, la tonada, conservada por Salinas, y la letra, conservada por el mismo y por el Arcipreste. No hay, pues, tal instrumento alborain ó orabin, etc., etc., como algunos soñaron. Nota en el primer verso es tono, en el segundo es la letra del canto moro, que ya se había aplicado al rey Alfonso. El salterio, instrumento muy antiguo, de cuerdas fijas, que se punteaban por medio de una especie de dedales en punta, con plectro ó con las uñas. Había muchas variedades en formas y números de cuerdas. Colgábase al cuello, si era pequeño, ó se apoyaba sobre las rodillas. Pueden verse en las Cántigas (Riaño, f. 42, números 2 y 3). Llamóse salterio, del griego psállo, puntear, psalterium en latín. La forma más común era la triangular y con 23 cuerdas, tendidas paralelamente a la base del triángulo, con puentecillos movibles, sobre los que se apoyaban las cuerdas para afinarlas con la colocación de ellos. Tocábase con ambas manos. Mota es un cabezo en medio del llano. J. Pin., Agr., 10, 7: Tal es la vehemencia del amor ardiente con que los justos se traban con Dios, que las motas se les tornan montes altos. Vyyuela de péñola ó péndola díjose del puntearse sus cuerdas con una pluma ó plectro: dos siglos más tarde, al comenzarse á usar la vihuela como instrumento polifónico, dando origen á la riquísima literatura de los vihuelistas españoles, sustituyóse el plectro por los dedos y tomó el nombre de vihuela de mano. En las Cántigas puede verse (Riaño, f. 43, n. 5; f. 46, n. 1) y cotejarse con el de los tratados de vihuela del s. XVI y con el de Fr. Juan Bermudo: la misma comba de sus aros, los trastes (único instrumento que los tiene en las Cántigas) y sus cuatro cuerdas aumentadas ya hasta seis á principios del siglo XVI. La vihuela de péndola de las Cántigas tiene cuatro cuerdas, seis á fines del s. XV, y Fr. Juan Bermudo, propuso ya la adición de la séptima. La guitarra, que á principios del s. XVI se usó generalmente con cuatro cuerdas, tomó la quinta en la misma centuria y la sexta al comenzar el siglo XIX. Sotar, saltar, Alexandre, 252: Reían e sotaban.
Es el mismo representado en el Códice Alfonsino (Riaño, f. 42, n. 4), esto es, un tubo muy largo, y se diferencia de la trompeta bastarda y de la italiana en que éstas tenían el tubo con vueltas ó redoblado, mientras que era derecho el del añafil ó trompeta morisca. Usáronlo pregoneros y heraldos en España, y vino de Roma, donde la llamaban tuba recta. Atanbales (S), ó atabales, que traen G y T. No se hallan en el Códice de las Cántigas, pero sí en otro del siglo XIV (Leges palatinas, Riaño, p. 132). En la literatura castellana figuran siempre como sinónimo de los timbales, que se tocaban á caballo; pero en Marruecos llaman hoy tbal á nuestros tambores grandes. La manera de tocarlos los moros es con un palo grueso que llevan en la mano derecha, y está tallado con adornos en colores, dando los golpes fuertes en el parche que mira hacia arriba, y en el de abajo con una varilla ligera que llevan en la mano izquierda los golpes débiles. Es el atabal una media esfera, cubierta por cima de la circunferencia con pergamino, y se toca con dos palillos rematados en bolas. Estas plaçenterias ó regocijos comienzan con los atabores (c. 1227) de estruendo vago y acaban con trompas, añafiles y atabales, que dejan tras sí el mismo estruendo y el agudo trompeteo, que se oye largo tiempo después de pasar tan magnífica procesión.
« J'avois un jour un valet de Gascogne,
Gourmand, ivrogne et assuré menteur,
Pipeur, larron, jureur, blasphémateur,
Sentant la hard de cent pas à la ronde;
Au demeurant le meilleur fils du monde. »
« Cy git Margot, la gente demoiselle,
Qu'eut deux maris, et si mourut pucelle. »
[L} Aquí acaba el códice S; el G añade después del cantar de estudiantes (c. 1660) estos dos de ciegos, que Janer puso allí á continuación. El colofón de S es del copista: « Este es el libro...
[M} Este colofón del códice G es del copista, el cual acabó de copiar el libro el año 1389.
[N} El número es de la copla y nota.
[O} Orden alfabético del primer nombre, como si estuviese con ortografía moderna, y no habiéndolo, del primer verbo.