El ximio [mono] de la abuela y el cuchillo del abuelo de Calisto: Identificación

"El ximio [mono] de la abuela y el cuchillo del abuelo de Calisto: identificación"(2006)

Se recomienda al lector leer la nueva edición refundida de 1216:

El ximio de la abuela y el cuchillo del abuelo de Calisto: porradas de Sempronio.
Explicación integral (2016)

por Miguel Garci-Gomez

En un lugar extremeño, de cuyo nombre no quiero acodarme, se cantaba, siendo yo un chaval, una versión local del himno a la Virgen de Guadalupe, patrona de la región:

Versión original
Versión local
Somos los hijos del Gran Pizarro
Los hijos somos  de Hernán Cortés
Y en nuestro pecho noble y bizarro
Un alma late que fuego es.
Somos los hijos del Gran Pizarro
Los hijos somos del Gran Cortés
Y en nuestro pecho noble y pizarro
Un almanaque que fuego es.
Se desconocían en el pueblo Hernán y bizarro, y por asimilación y proximidad, lo cambiaban a Gran y pizarro. Alma late era metáfora sofisticada que les sonaba a almanaque, de uso general en sus casas. 1

A lo largo de la historia de nuestra lengua ha habido confusiones semejantes que llegaron a sustituir el vocablo correcto; berrojo   (lat . veruculum ), tras alguna vigencia en los textos antiguos, como servía para cerrar, quedaría suplantado por cerrojo; vagabundo (lat. vagabundum)  convive con vagamundo,  llegando éste a ser adoptado incluso por escritores latinizantes como Juan de Mena. En el habla popular se escucha entre hispanohablantes de ambos lados del Atlántico testadurez , testaduro raspapolvo, esparatrapo, aguacil por testarudez, testarudo, rapapolvo, esparadrapo, alguacil, etc., etc.2

Este fenómeno lingÜístico de alteración de una palabra o frase desconocida por asociación con otra más familiar, se conoce como etimología popular.  En sus obras de ficción algunos escritores  han explotado este fenómeno como artificio literario, poniéndolo en boca de sus personajes menos cultos;  nuestro autor lo emplea cuando Celestina dice mayor por Marón (Virgilio Marón), y más adelante Antico por Anfión; también lo emplea copiosamente Cervantes, cuando Sancho dice Agosto por Augusto (César), feo Blas por Fierabrás, y otros. 3

Planteamiento

En esta perspectiva del habla popular y escritos literarios, leamos ahora el pasaje del Acto I de La Celestina, objeto de este ensayo.

  SEMP. __ . . . desesperas [Calisto] de alcançar vna muger, muchas de las quales en grandes estados constituydas se sometieron a los pechos y resollos de viles azemileros y otras a brutos animales. ¿No has leydo de Pasifé con el toro, de Minerua con el can?
CAL. __ No lo creo; hablillas son.
SEMP. __ Lo de tu abuela con el ximio, ¿Hablilla fué? Testigo es el cuchillo de tu abuelo.
CAL. __ ¡Maldito sea este necio! ¡Y qué porradas dize!
 
Si la primera escena de La Celestina contiene el mayor número de complicadas construcciones sintácticas, este pasaje presenta, bajo un marcado ritmo en su prosa y gran claridad lingÜística, unas misteriosas referencias de difícil interpretación; hay en él un continuo hilo que borda conceptos e imágenes y que no deberá trocearse en hebras aisladas; interpretemos el pasaje con el espíritu de la época, conscientes del "misterio e sustancia de los nombres", que decía Juan de Mena, tan admirado de sus contemporáneos, y a quien algunos han atribuido la autoría del Acto I. Menciona Sempronio tres ejemplos de bestialismo, con tres distinguidos personajes femeninos y sendos animales.

El primer ejemplo, de Pasifae y el toro, está bien documentado en la mitología. 4 El segundo, el ayuntamiento de Minerva con el can, presenta ya un gran problema de interpretación textual; Minerva es un personaje que ha inspirado un sinnúmero de referencias en la literatura clásica y medieval, incluidos textos castellanos; en ninguna de tales referencias se da noticia alguna que diga o sugiera que esta diosa hubiera tenido relaciones con el can. Es más, en algunas leyendas se nos dice que vivió en castidad. 5   Mientras no se demuestre lo contrario, pues, habrá que creer que el autor del AUTO era conocedor de tales leyendas y que se valió de Calisto --No lo creo, dijo éste-- para dar por dudosa la anédota.  

Ahora bien, sabemos por la  mitología que Minerva casó con Vulcano, y esto le valió al profesor Otis Green para proponer que con el can   fuera una deturpación, paleográficamente explicable,  de con Vulcán. 6 ¡Ingeniosa interpretación! Con ella se reconciliaba la frase con el mito, esfuerzo meritorio y apreciable en la crítica literaria, y se abría el paso a posibles intepretaciones figurativas de otros elementos. 

El profesor Green fue más lejos,  y propuso que, siendo un error de trascripción no pretendido por el autor, el texto debería enmendarse. Para mí, sería más acertado y de mayor valor pensar que se trataba de un artificio literario intencionado, una tergiversación del nombre mitológico en boca del rudo criado que, desconocedor del personaje Ulcan, le sonaría, por etimología popular, a el can (Vulcano, la grafia más abundante, aparece en muchos textos medievales como Vulcan, Bulcan, Bolcan, Vlcan, Ulcan, pronunciado en estos casos Ulcan). 7 El texto debe permanecer intacto, como es laudable costumbre entre los editores. La tergiversación del nombre es de un gran valor para la caracterización de la incultura de Sempronio a quien Calisto llega a comparar con las bestias y Pármeno tilda de bruto. 8

Cuando Calisto respondió al criado que se trataba de hablillas, fabulillas en las que él no creía, el criado, como resentido de la incredulidad de su amo, se vuelve muy personal, con un tono argumentativo, insultante, como si estuviera pensando: lo de Minerva no lo creerás, pero lo de tu abuela no podrás negármelo, porque tengo testigo.

SEMP. __ Lo de tu abuela con el ximio, ¿Hablilla fué? Testigo es el cuchillo de tu abuelo. Este tercer ejemplo de bestialismo, el de tu abuela con el ximio, constituye el ápice de una gradación ascendente de mujeres y animales;  en él se cifra el propósito del autor y es el ejemplo que le resulta al lector más desconcertante, más intrigante; una gradación cuya veracidad fallaba ya en la segunda grada, la de el can por Ulcan.   Y no es que se equivocara el autor; éste  quiso y logró construir por boca del criado una gradación y paralelismo de tres mujeres, en grandes estados constituydas, sometidas a brutos animales; las mujeres, con sendos animales, van enumeradas de menor a mayor en su calidad probatoria,  Pasifae --> el toro, Minerva --> el can, tu abuela --> el ximio. ¡La buela de Calisto, diosa por asociación!

La alusión a la abuela con el ximio, como era de esperar, ha traído de cabeza a la crítica que, al parecer, se encuentra hace tiempo en un atolladero. Entre los comentaristas que han tratado este pasaje, abundan quienes salen del texto a la caza de algún ximio legendario que pudiera haber inspirado el pasaje de bestialismo.   Se han aportado muchos datos sueltos, muchas alusiones inconexas, pero no se ha aportado documento alguno que nos valga para explicar y esclarecer las palabras de Sempronio, el contexto del pasaje. Hay quienes han querido interpretar ximio como referente a un moro, o un negro, o un converso, o al mismo demonio; ninguna nos vale para explicar la reacción de condescendencia, rayana en la aquiescencia, de Calisto.

Menéndez Pelayo, en Orígenes de la Novela, III (Madrid, 1962, p. 227),  señalaba que pudiera tratarse de una venganza en la pluma de un autor converso, con el fin de ridiculizar la preocupación del momento por la pureza de sangre. La caracterización de Calisto que nos hace el autor como de noble linaje, de claro ingenio, de gentil disposición, de linda criança, dotado de muchas gracias quedaba puesta en duda, en este solo pasaje así interpretado. El crítico y sus seguidores, a cinco siglos de distancia, y sin haber probado que el autor del Primer Acto de La Celestina fuera converso, se escandalizaban más de las deshonrosas palabras del criado que su propio amo.  Para éste, si las referencias a las diosas mitológicas eran fabulillas, la referencia a su abuela con el ximio no pasaba de ser una porrada; es dicir, si fabulilla ponía en duda la verdad del aserto, porrada se limitaba a la cracterización del interlocutor.

Replanteamiento

Queda sin resolver la pregunta más intrigante: ¿Cómo explicar que un criado se atreviera a mancillar de manera tan directa, tan descarada, la honra, el noble linaje de su amo?  Este es el único pasaje de la obra en que se hace referencia a antepasados concretos y directos de Calisto. Pasifae, camuflada bajo una piel de vaca, se sometió al toro y nació el Minotauro. La abuela de Calisto se sometió a el ximio. ¿Calisto, nieto de un antropoide? 9 En la tradición literaria los tres animales mencionados son emblemáticos de la sexualidad y la lujuria. La leyenda del toro es la única en adquirir categoría de mito en el que se historiaba --como he explicado-- la obsesión con penes de gran longitud y la animalización de la mujer. Los dos últmos casos son invención del autor. Este, en el equívoco del can, como animal, debió llevar un propósito específico: el de preparar el ánimo del lector para el siguiente equívoco del ximio, como antropoide. El autor obviamente estaba más interesado en los efectos literarios y emocionales del pasaje que en su autenticidad o su conformidad con la verdad histórica.

Cualquier explicación, en cualquier texto, para ser valiosa y enriquecedora, ha de reunir ciertas virtudes:

1) la de servir para esclarecer el texto en su contexto inmediato,
a) en el contenido conceptual -- aquí, la condescendiente reacción de Calisto--;
b) en el tono -- aquí, las múltiples connotaciones sexuales;10
c) en la cronología -- aquí, poder responder a la pregunta de por qué la abuela, precisamente, entre todos los ascendiente de Calisto.
2) la de esclarecer el contexto más amplio e ilustrar la semblanza literaria de los interlocutores -- aquí, el noble linaje de Calisto, como se establece en el Argumento General, y el perfil de Sempronio como bestia, según Calisto, o bruto según Pármeno;
3) la de contribuir a encumbrar el genio del Antiguo Autor.

El contexto

Vayamos por partes.  El Sempronio del AUTO se mantiene en todo momento respetuoso, temeroso, de cara a su amo. He aquí una corta muestra de pasajes, de contenido bastante inocuo comparados con nuestro ejemplo.  En ellos Sempronio habla, retraído, en apartes,  mientras que Calisto emplea un lenguaje directo:   

En una ocasión Calisto amenaza a su criado con matarle:

CAL. __ ¡Vete de ay! No me fables; sinó, quiçá ante del tiempo de mi rabiosa muerte, mis manos causarán tu arrebatado fin. Sempronio se lo toma en serio:  SEM. __ ¿Dexarle he solo o entraré allá? Si le dexo, matarse ha; si entro allá, matarme ha. Véanse estos intercambios entre criado, en apartes, y amo, que usa la segunda persona: SEMP. __ No me engaño yo, que loco está este mi amo.  
CAL. __ ¿Qué estás murmurando, Sempronio?
SEMP. __ No digo nada.
CAL. __ Di lo que dizes, no temas.
SEMP. __ Digo que ¿Cómo puede ser mayor el fuego, que atormenta vn viuo, que el que quemó tal cibdad y tanta multitud de gente?
************************** SEMP. __ ¡Ha! -¡ha! -¡ha! ¿Oystes qué blasfemia? ¿Vistes qué ceguedad?
CAL. __ ¿De qué te ríes?
SEMP. __ Ríome, que no pensaua que hauía peor inuención de pecado que en Sodoma.
************************** SEMP. ... No basta loco, sino ereje.
CAL. ... ¿Qué dizes?
SEMP. __ Digo que ... es especie de heregía ...
************************** SEMP. __ ¡O pusilánimo! ¡O fideputa! ¡Qué Nembrot, qué magno Alexandre, los quales   no sólo del señorío mundo, mas del cielo se juzgaron ser dignos.
CAL.__ No te oy bien esso que dixiste. Torna, dilo, no procedas.
SEMP.__ Dixe que tú, que tienes más coraçón que Nembrot ni Alexandre.
************************* CAL.__ ¿Qué estás murmurando, Sempronio?
SEMP.__ No digo nada.
************************* SEMP. (Aparte) __ ¡Qué mentiras e qué locuras dirá agora este cautiuo de mi amo!
CAL. __ ¿Cómo es eso?
SEMP. __ Dixe que digas, que muy gran plazer hauré de lo oyr. (Aparte) ¡Assí te medre Dios, como me será agradable esse sermón.
CAL.__ ¿Qué?
SEMP.__ Que ¡assí me medre Dios, como me será gracioso de oyr.
**************************** CAL. __ Comienço por los cabellos. ¿Vees tú las madexas del oro delgado, que hilan en Arabia? Más lindos son y no resplandescen menos. Su longura hasta el postrero assiento de sus pies; después crinados y atados con la delgada cuerda, como ella se los pone, no ha más menester para conuertir los hombres en piedras.
SEMP. __ ¡Mas en asnos.
CAL. __ ¿Qué dizes?
SEMP. __ Dixe que essos tales no
serían cerdas de asno...

CAL. __ Los ojos verdes, rasgados; las pestañas luengas; las cejas delgadas y alçadas; la nariz mediana; la boca pequeña; los dientes menudos y blancos; los labrios colorados y grosezuelos; el torno del rostro poco más luengo que redondo; el pecho alto; la redondez y forma de las pequeñas tetas, ¿Quién te la podría figurar? ¡Que se despereza el hombre quando las mira! La tez lisa, lustrosa; el cuero suyo escurece la nieue; la color mezclada, qual ella la escogió para sí.
SEMP. __ ¡En sus treze está este necio!

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  Calisto se irritaba simplemente al tener que repetir tres veces el nombre del criado. 

CAL. __ ¡Sempronio, Sempronio, Sempronio! ¿Dónde está este maldito? O le manda al diablo cuando Sempronio se despide y le deja que padezca solo su mal: SEMP. __ Yré, pues solo quieres padecer tu mal.
CAL. __ ¡Ve con el diablo!
Rojas, en el Acto VIII, captó muy bien la calidad de la relación entre amo y criado en este intercambio: CAL.__ ¿Quieres dezir que soy como el moço del escudero gallego?  
SEMP. __ No mande Dios que tal cosa yo diga,   que eres mi señor.   Y demás desto, sé que, como me galardonas el buen consejo,   me castigarías lo malhablado.   Verdad es que nunca es ygual   la alabança del seruicio o buena habla,  que la reprehensión y pena de lo malhecho o hablado.  

El ximio de la abuela

Habrá, por necesidad, que encontrarle a la acusación de tu abuela con el ximio, la más directa, descarada y deshonrosa del criado, un sentido que explique el hecho de que fuera recibida por el amo con cierta placidez. Este ni monta en cólera ni va más allá de tildar de necio y porro al criado; y esto,  ni siquiera directamente como en tantas otras ocasiones, sino en un aparte, con el uso de la tercera persona, estilo poco usado por Calisto. CAL . __ ¡Maldito sea este necio! ¡Y qué porradas dize! El Sempronio de tu abuela con el ximio, en su acepción literal,  y el Calisto condescendiente de que porradas dice, en su acepción literal, son personajes irreconocibles e irreconciliables consigo mismos, a no ser, claro, que la interpretación el ximio se tome no como un insulto intencionado sino, como Calisto dice, una porrada. En el aparte Calisto parece dirigirse al público y pedirles que perdonen al criado porque no sabe lo que dice.

Con el fin de encontrar una explicación a la condescendiente reacción de Calisto, el profesor Erich von Richthofen sugirió que el ximio   era tergiversación de eximio. Fue ésta una ingeniosa interpretación al estilo de la de O. Green, y a la que llegué yo también, independientemente, por el camino de la etimología popular. Lo de el ximio pudo muy bien ser equivocación por eximio, epíteto culto, documentable en el castellano de los prerrenacentistas; 11 Sempronio habría oído comentar sobre el eximio abuelo de Calisto, o simplemente el eximio, por antonomasia. Tal interpretación está en perfecta consonancia con las equivocaciones los personajes iletrados, en la vena de las citadas al comienzo, así como el can por Ulcan, mayor por Marón, Antico por Anfión, o feo Blas de Sancho por Fierabrás, y otras muchas; además, es la única interpretación de todas las sugeridas en que se respeta la nobleza de linaje del protagonista. Téngase en cuenta también que si noble es un calificativo elogioso de personas y cosas, el ser de noble linaje parece reservarse en los textos medievales a personas relacionadas con la realeza, nobleza o las clases muy altas de la sociedad. Se implica pues que Calisto debía descender de nobles, eximios progenitores y llevar en sus venas sangre de reyes. 

El plausible equívoco ximio-eximio necesitaba para su aceptación entre los críticos algo más que la documentación de su empleo en la época; el can no tuvo sentido hasta encontrar la alusión al dios Ulcan, casado con Minerva; de manera semejante, el ximio necesitaba la identificación de un "eximio" personaje histórico o legendario que pudiera haber tenido relaciones sexuales con la abuela de Calisto.

Mi sospecha de que el ximio fuera una tergiversación de eximio se consolidó al descubrir que el equívoco no solamente era explicable, en Sempronio y el contexto, por etimología popular, sino que además encerraba en sí, junto a la ostentación cultista de los prerrenacentistas, un toque de sutil, "misteriosa" ironía, del tipo que Enrique de Villena definía como propia del que "por vituperio dice alabança," 12 o viceveresa.

Al rey Enrique IV (1424-1474) le comparaban algunos (Crónica de Enrique IV de Alfonso de Palencia) con un mono:

sus ojos eran feroces, de un color que ya de por sí demostraba crueldad; siempre inquietos al mirar, revelaban con su movilidad excesiva, la suspicacia o la amenaza. La nariz bastante deforme, ancha y remachada en su mitad a consecuencia de un accidente que sufrió en su primera niñez, le daba gran semejanza con el mono; ninguna gracia prestaban a la boca sus delgados labios; afeaban el rostro los anchos pómulos, y la barba larga y saliente, hacía parecer cóncavo el perfil de la cara ... 13 Cronológicamente este rey encajaba a la perfección como abuelo de Calisto. Entre 1450-1460 pudo muy bien haber procreado a uno de sus padres; veinte o veinticinco años más tarde (entre 1470-1480) habría nacido nuestro protagonista. Cuando se escribió el AUTO, a finales de la década de 1490,  tendría éste veintitantos años o, para ser más preciso, los veintitrés que le echaba Celestina.  Literariamente, el autor anónimo, con intención lúdica y no poca socarronería, nos da una pista, no imposible de reconocer a muchos de sus contemporáneos, de un noble progenitor literario de Calisto. Este no pareció ofenderse, como en otras muchas ocasiones, de las palabras de Sempronio. ¡Cómo se iba a ofender! ¿No era lo de el ximio el vituperio en la apariencia, en el fondo una alabanza? Como animal, el can era una falsedad, también lo era el ximio como antropoide. La porrada, en su significación literal, consitía en la yuxtaposición y gradación de los nombres de animales bien lograda por Sempronio, que, muy a lo bestia, creía o daba a entender que de animales se trataba. Otra cosa pensaría Calisto --y el lector irónico--, conocedor del equívoco y los dobles matices de lo literal y lo lúdico.

El cuchillo del abuelo

Los autores de la época prerrenacentista, la de nuestro autor, eran  muy amantes de las etimologías, de los misterios de los nombres.  El Marqués de Santillana, por ejemplo, lanzaba un reto a todos los que se lamentaban de las oscuras referencias de sus textos:

Si mi baxo estilo aun non es tan plano,
Bien como querrían los que lo leyeron,
Culpen sus ingenios que jamas se dieron
A ver las estorias, que non les explano.
(Defunssión, 10)
Y Juan de Mena, a quien --como se sabe-- han atribuido algunos la paternidad del Acto I, se enfervorizaba con lo que él llamaba
misterio e sustancia de los nombres"
(Coronación, ff. 30v y 31).

¿Cómo armonizar esta primera frase con la que le sigue: Testigo es el cuchillo de tu abuelo?  ¿Qué significa esto? ¿Un cuchillo, testigo de qué? De tratarse de un simio, el cuchillo parecería encerrar una connotación violenta, mortífera, indicando que el abuelo de Calisto le dio muerte al simio, o a la abuela; o que el abuelo y/o la abuela se suicidara. ¿O fue el simio --como en la leyenda de Maimo referida más arriba--9 el que usó el cuchillo contra el abuelo?  ¡Increible la gama de evocaciones! Extraordinaria es la ambigÜed de la frase, y más, si se le añade una acepción que no tenga nada que ver con la de matar, apuñalar; una asociación que esté en mayor consonancia con el contexto.  

El pasaje, en el contexto más amplio de las citas presentadas, tiene muy poco o nada que ver con la violencia y la muerte. Todo él está repleto de connotaciones sexuales, lo que nos induce a sospechar que sexuales sean así mismo las connotaciones de testigo y cuchillo.  He estudiado una larga selección de textos medievales, anteriores y contemporáneos a La Celestina, y he comprobado que es rarísima entre ellos --hoy no nos sería tan rara-- la predicación de un objeto como testigo de algo. 14 Habría que darle también a testigo otra interpretación que la forense de atestiguar, una que sea figurativa, imaginativa, literaria: su acepción etimológica que está en perfecta consonancia con el tono del entorno. Testigo, en su misterio y sustancia, es un derivado directo de testículo, del latín testiculum. 15 He venido refiriéndome aquí a  la etimología popular y he expuesto cómo el autor ha sabido explotarla para sus fines literarios.  En la misma vena el autor, en un contexto marcado por la sexualidad cruda en su sentido literal, nos lleva del sometimiento de la abuela al ximio, al cuchillo del abuelo como testigo. Cuchillo aparece en los diccionarios importantes de la época, los de Palencia y Nebrija, como sinónimo de espada y asociado a la vaina o vagina.16

En un Lexicon medicum del s. XVI se define vagina como "la puerta o cabeza del útero, conducto por el que se introduce el pene viril no de otra manera que como por la vaina la espada o el cuchillo."17 Tenemos pues que cuchillo, en su asociación mental con vagina, y en el contexto inmediato de testigo, se refería más que un objeto físico o utensilio de cortar del abuelo, a la parte anatómica. Ello nos llevaría a concluir, por sinécdoque, que Sempronio ponía por testigo al propio abuelo de Calisto.

Propongo pues que cuchillo debiera interpretarse en la misma línea de el ximio, en la de lo imaginativo, lo literario, lo fálico, lo lúdico; o sea, en la línea del contexto más amplio, piedras, asnos, fuego, despereza. El autor juega con el lector en un juego de acertijos muy del gusto de la época. Se asocia la abuela con el abuelo, la abuela sometida al eximio abuelo; el cuchillo (o espada) del abuelo se asocia a la vaina (o vagina) de la abuela.17 Sin duda, el "misterio y la sustancia" de todos estos nombres ofrecen a nuestra imaginación un arco iris de reverberaciones verdaderamente fascinantes.

El cuchillo de mi interpretación seguiría encerrando la función de objeto punzante, hiriente, pero en acepción traslaticia, fálica. En Floresta de poesías del Siglo de Oro se recoge puñaladas, clavar, enclavar, herir con acepción, según los autores, de fututio o acto sexual; espada, clavo, dardo, lanza con acepción de pene. Rubén Soto Rivera ha propuesto que la cuchillada, "el rasguño en la cara de Celestina no es exclusivamente una representación fálica (por metonimia), sino, además, una figuración de la vulva." 18 Para los psicoanalistas el cuchillo, como otras armas puntiagudas, punzantes, puede ser símbolo del falo y la vagina es como una herida abierta; herida de la que, en el caso de la abuela de Calisto, fue testigo y causa el cuchillo de su eximio abuelo.

Lo saben muy bien los poetas. Lo saben los psicoanalistas, los grandes copiladores y teoricistas de fantasmagorías eróticas de tantos pacientes, de tantos "casos" de todos los tiempos. Las fantasmagorías eróticas de Sempronio no distan de las que desde tiempos remotísimos se divinizaron en las saetas de Cupido; se acercan a las de Ausonio (s. IV), gran tratadista de lo lúdico, que parafraseaba con un insuperable sentido del humor, con fuerza cómica no exenta de calidad literaria, unos versos de Virgilio sobre el caballo de Troya, para describir el momento en el que el novio traspasa el cuerpo de la doncella con su asta; fantasmagorías que se expresan como lanza y otras armas en las poesías eróticas del Siglo de Oro; o como espada caliente que, en el siglo XX, el poeta dominicano Franklin Mieses Burgos sentía en sus ingles; la misma espada con la que el viento-hombrón de Lorca perseguía a Preciosa; y no falta en Lorca, gran tesorero de símbolos fálicos, la mención del puñal y más claramente, en Bodas de sangre , el cuchillo o cuchillito ... "que penetra fino por las carnes asombradas". 19

Es este replanteamiento de correspondencia y congruencia interna de los textos, replanteamiento de endocrítica, que se pregunta no tanto el por qué dice eso el autor (razones documentales, otros canes y ximios de las historias), como el para qué (su propósito, sus razones literarias, estéticas). Se intenta lograr, pues, con este replanteamiento una recreación en su doble sentido, el de entretenimiento o placer estético y el de aportación personal y emocional que en todo lector suele engendrar la lectura. La aportación inesperada de Calisto fue una benigna reacción.  Pudiera decirse que aun más que la alusión del criado al ximio fue la del cuchillo de tu abuelo como testigo la que le hizo más gracia; claro, lo que el autor pretendía es que les cayera en gracia a sus lectores, a aquellos que pudieran captar el lenguaje críptico, el misterio de la alusión; a éstos va dirigido el aparte. De representarse en teatro o cine, Calisto podría pronunciar estas palabras con una mueca, un guiño o tratando de contener la carcajada:

CAL.__ ¡Maldito sea este necio! ¡Y qué porradas dize! No era la primera vez que las ocurrencias del maldito de Sempronio le hacían reír a Calisto, mal que le pesara.  En realidad, todo el contexto en que aparece el pasaje es un prolongado intercambio, un tanto distendido, entre bromas y veras, entremezclado de sonrisitas, de amo y criado. Véase. SEMP. __ Que sometes la dignidad del hombre a la imperfección de la flaca muger.
CAL.__ ¿Muger? ¡O grossero! ¡Dios, Dios!
SEMP.__ ¿Y assí lo crees? ¿O burlas?
CAL.__ ¿Que burlo? Por Dios la creo, por Dios la confiesso y no creo que ay otro soberano   en el cielo; avnque entre nosotros mora.
SEMP.__ ¡Ha! ¡ha! ¡ha! ¿Oystes qué blasfemia? ¿Vistes qué ceguedad?
CAL.__ ¿De qué te ríes?
SEMP.__ Ríome, que no pensaua que hauía peor inuención de pecado que en Sodoma.
CAL. . __ ¿Cómo?
SEMP.__ Porque aquéllos procuraron abominable vso con los ángeles no conocidos y tú con el que confiessas ser Dios.
CAL.__ ¡Maldito seas!, que fecho me has reyr, lo que no pensé ogaño.
SEMP.__ ¿Pues qué? ¿Toda tu vida auías de llorar?
CAL.__ Sí.
SEMP.__ ¿Por qué?
CAL.__ Porque amo a aquélla, ante quien tan indigno me hallo, que no la espero alcançar.
SEMP.__ ¡O pusilánimo! ¡O fideputa! ¡Qué Nembrot, qué magno Alexandre,  los quales no sólo del señorío del mundo, mas del cielo se juzgaron ser dignos.
CAL.__ No te oy bien esso que dixiste. Torna, dilo, no procedas.
SEMP.__ Dixe que tú, que tienes más coraçón que Nembrot ni Alexandre, desesperas de alcançar vna muger, muchas de las quales en grandes estados constituydas se sometieron a los pechos y resollos de viles azemileros y otras a Brutos animales. ¿No has leydo de Pasifé con el toro, de Minerua con el can?
CAL.__ No lo creo; hablillas son.
SEMP.__ Lo de tu abuela con el ximio, ¿Hablilla fué? Testigo es el cuchillo de tu abuelo.
CAL.__ ¡Maldito sea este necio! ¡Y qué porradas dize!

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Parece como si cada personaje estuviera hablando a los de su clase social, con su punto de vista personal y lenguaje apropiado. El autor del AUTO, a lo largo de su obra y, obviamente en esta selección de textos, juega con dos planos semánticos un tanto contrapuestos, el plano de Calisto, persona refinada, letrada, que se mueve en una onda metafórica, y el plano del criado que, a lo bestia, no va más allá del significado directo, realista de las palabras. Entre sí no parecen entenderse. Sempronio no entiende las hipérboles amorosas de Calisto que, al ser preguntado si era cristiano, se confiesa melibeo, y cree que Melibea, más que mujer es dios, a quien adora y ama; según aquél, el pecado de Calisto que buscaba la posesión de su dios, superaba en gravedad a los de Sodoma. Los cabellos de Melibea eran para Calisto madejas de oro delgado que podían convertir a los hombres en piedra; más bien en asnos, según el criado. No entendía éste que el fuego que atormentaba a Calisto pudiera ser mayor... que el que quemó tal cibdad [Roma] y tanta multitud de gente. 20 Para el criado la diosa Minerva se sometió a el can; una mentira, según el amo; la abuela de éste, según Sempronio, se sometió a el ximio; para el amo, era el criado un maldito necio, una bestia, al que era mejor dejarlo por imposible.

¿Estaba convencido Sempronio de que tanto el toro como el can y el ximio fueran animales o de que Calisto quisiera hacer abominable uso con su Dios? ¿De que los cabellos de Melibea convertían a los hombres en asnos? ¿Lo estaba Berceo, en épocas anteriores, de que su abadesa quedara embargada por pisar una yerba enconada ? Preguntas un tanto ociosas, me parece a mí. Abundaban las leyendas sobre ayuntamientos de mujeres con monos; criado y amo son personajes de leyenda; son meros portavoces de la imaginación y el arte del autor, las fatasmagorias eróticas de todos los tiempos.

¡Curioso juego de equívocos! 21 El escritor tenía derecho a jugar con los dobles planos, el literal y el metafórico, y jugar con la polisemia de el ximio como animal y como mote del rey; y permítaseme añadir la interesantísima polisemia de porradas, un derivado de "porra", con que se cierra el pasaje y se completa este replanteamiento de tonalidades sexuales.22 También tenía derecho el autor a jugar, junto a las etimologías populares, con las etimologías reales de testigo y asociaciones mentales de cuchillo y porradas, como jugaba en los pasajes citados con la mente de sus personajes, con su propia mente y con la de sus lectores; semejante derecho me concedo yo y concedo al lector.

CAL. __ ¡Maldito seas! Que fecho me has reyr,   lo que no pensé ogaño.   He tratado de esclarecer el pasaje, descifrar algunos de sus valores polisémicos con un criterio en consonancia con la sexualidad del contexto, y con ello estimular la imaginación del lector, su sensibilidad emotiva. El autor lograba, en el misterio del pasaje, bajo una aparente recriminación de la abuela de Calisto, ilustrar el noble linaje de Calisto, a quien, en lenguaje críptico, satírico, grotesco si se quiere, sin duda misterioso, hacía nieto de "El Impotente." Puede que este históricamente impotente rey no hubiera tenido prole; mejor para sus fines literarios (recuérdese que de Minerva se decía haber sido casta). Además, no era cuestión de identificar al abuelo biológico de Calisto, pues no era éste sino un personaje de invención literaria; dada la promiscuidad del monarca, literariamente quedaba el campo abierto para fantasear sobre la descendencia de éste y la ascendencia de aquél.23

Por fin, si se me permite parafrasear al estilo de Menéndez y Pelayo, yo despojaría su comentario de las connotaciones religiosas, peculiares de la época, para encajarlo en un marco sociopolítico, de todos los tiempos, viendo en la presentación que hace el autor de la turpitud moral de tal nieto para tal abuelo, un propósito satírico de ridiculizar la veneración, la entronización, la idolatría de la pureza de sangre, de la monarquía, del noble linaje. ¿Quién sabe?

Durham, North Carolina, Abril 2006 (última revisión: Diciembre, 2007).

Nota del autor: se realizarán revisiones, ampliaciones, con frecuencia; se agradecen los comentarios de los lectores al autor.




































 

Nota. Me complace informar al lector que la gran mayoría de la documentación, y por cierto la más interesante, procede de fuentes autorizadas en Internet; pretendo demostrar con ello que cada dia este medio es más rico en recursos y útil para el hallazgo de documentos raros de bibliotecas de difícil acceso. Con un poco de paciencia y arte en la formulación de preguntas en el buscador se pueden obtener resultados sorprendentes. Debo advertir por otro lado que los URL citados pueden haber sufrido alteraciones que frustran la conexión, algo así como cuando vamos a la biblioteca y no encontramos el libro que buscamos.

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1.   Semejante tergiversación se daba en otros pueblos extremeños distantes entre sí; Juan García Gutiérrez, latinista y compañero de estudios, me ha asegurado que se daba en Aceuchal (Badajoz); por vía de Google me entero que se daba también en Monroy (Cáceres) .

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2. No sería del todo descabellado pensar que semejante fenómeno afectó al complemento indirecto del pronombre de tercera persona ge ( lat. illi, en las combinaciones ge lo, ge la, ge los, ge las ); tras haber convivido a lo largo de varios siglos con se, complemento directo del reflexivo, quedó definitivamente suplantado por este último. Otro caso es el de melecina en vez de medicina, por asociacion con la miel (Lat. melle).

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3. Ejemplos en La Celestina
La mayor injuria que puede hacerse a un texto y a sus lectores es la sustitución de la palabra del autor. Editores que han abogado elocuentemente por el mantenimiento de el can y mayor de la tradición textual, rechazando la enmienda de Ulcan y Marón, reemplazaron, en contra de esa misma tradicion, Antico por Anfión hasta el punto de excluir Antico [escrito con mayúscula en las primeras ediciones] de la lista de palabras en La Celestina; una flagrante inconsecuencia. Celestina acababa de nombrar al emperador y gran músico Adriano ... que faze aquella vihuela fablar, a quien le sigue Antico, otro emperador.   Dice Celestina en alabanza de Calisto:

Pues, si acaso canta, de mejor gana se paran las aues a le oyr, que no aquel Antico,
de quien se dize que mouía los árboles y piedras con su canto
(sobre las conocidísimas leyendas de Anfión y Orfeo puede verse mi ensayo sobre el león del Cid ). En algunos textos medievales se escribe Antico por Antioco (ver nota 4). Se equivocó Celestina al atribuir a éste cualidades por las que era conocidísimo Anfión, como se había equivocado anteriormente en el AUTO al atribuir a mayor una conocidísima frase de Marón [Virgilio].

No solamente afecta este fenómeno de la etimología popular a los iletrados; también se apodera a veces de comentaristas y editores de textos. Por ejemplo, sin salirnos del nuestro AUTO, el caso de Eras y Crato, medicos, viniesedes, sentiriades, que se lee en la edición de Burgos 1499. Editores posteriores encontraron dificultad en entender la referencia a tales médicos; desconocían la existencia de Eras, y le daban al conocido Crato, un compañero de más fama: Galieno o Hipócrates, de difícil justificación etimológica, claro está, pero que, al tratarse de dos galenos famosos, ayudaban al lector a interpretar el pasaje.
Editores posteriores nos ofrecieron otra solución que parece reproducir, con visos de erudición, la anécdota del pueblo extremeño (en este caso, etimologia cultista): Eras y Crato les sonaba a Erasístrato, un médico legendario; y así fundieron los dos personajes en uno, sin importarles que en el texto hubiera pluralidad de médicos y verbos (para más datos informativos y documentación, ver entre mis ensayos "`Eras e Crato médicos′: Identificación e Interpretación".

Ejemplos en Don Qijote
Es obvio que los ejemplos de Sancho, los citados y los que cito más abajo, carecen de la espontaneidad de los de Sempronio, incluso el de Celestina de mayor del AUTO; en el caso de feo Blas se podría haber esperado Fiero Blas; Cervantes, claro está, intentó y consiguió parodiar este fenómeno del habla popular. Otros ejemplos de Sancho (el uso de cursivas es mio):

-Mucho -replicó don Quijote-, porque de trecientos y sesenta grados que contiene el globo, del agua y de la tierra, según el cómputo de Ptolomeo, que fue el mayor cosmógrafo que se sabe, la mitad habremos caminado, llegando a la línea que he dicho.
-Por Dios -dijo Sancho-, que vuesa merced me trae por testigo de lo que dice a una gentil persona, puto y gafo, con la añadidura de meón, o meo, o no sé cómo.
..............................
-Ésos no son gobernadores de ínsulas -replicó Sansón -, sino de otros gobiernos más manuales; que los que gobiernan ínsulas, por lo menos han de saber gramática .
-Con la grama bien me avendría yo -dijo Sancho-, pero con la tica, ni me tiro ni me pago, porque no la entiendo.
Juan García Gutiérrez contribuye con otro buen ejemplo de Sancho, donde resalta aun más lo paródico:
Cerró la noche, apresuraron el paso, creció en los dos presos el miedo, y más cuando oyeron que de cuando en cuando les decían:
-­Caminad, trogloditas!
-­Callad, bárbaros!
-­Pagad, antropófagos!
-­No os quejéis, scitas, ni abráis los ojos, Polifemos matadores, leones carniceros!
Y otros nombres semejantes a éstos, con que atormentaban los oídos de los miserables amo y mozo. Sancho iba diciendo entre sí: -¿Nosotros tortolitas? ¿Nosotros barberos ni estropajos? ¿Nosotros perritas, a quien dicen cita, cita? No me contentan nada estos nombres

Otro ejemplo de Cervantes se da al trabucar Sancho la sentencia latina In inferno nulla est redemptio en quien ha infierno ... nula es retencio, pero este ejemplo no encaja dentro de la etimologia popular por no exitir asociación de una palabra desconocida por otra más común, como no encaja el de martilogio por martirologio de Centurio en el Acto XVIII.

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4 Cuenta la mitología que Pasifae se cubrió con la piel de una vaca, a cuya tentación no pudo resistirse el Toro. De su ayuntamiento nació el Minotauro, con cabeza de toro y cuerpo de hombre. En este mito se historia la obsesión con penes de gran longitud con los que se animaliza a la mujer y embrutece al fruto de su vientre. El lector podrá apreciar la frecuente mención de Pasifae en los textos medievales, con su variedad de grafías (PASIFAE, PASIPHAE, PASIPHE, PASIPHA, PASIFE), en Corpus del Español (escriba en la ventanita de búsqueda pasi*). Es ésta una extraordinaria herramienta de rápida, fidedigna y fácil consulta que nos ha ofrecido el profesor Mark Davies, con cotejo de multitud de obras castellanas de todas las épocas. También pueden consultarse en este Corpus los textos donde aparece Minotauro, y los de Antico por Antioco. Me voy a referir con frecuencia a esta obra. Me atrevería a añadir que si en el mito de Pasifé con el toro se historia la obsesión por un pene largo, en la sustitución de Ulcan por el can alude el autor a la apetencia humana por un coito de mayor duración, como provoca en la fantasía popular el coito canino.

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5  Corpus del español (buscar miner* para las diversas grafías y múltiples referencias.  La referencia a la virginidad de la diosa es recogida por Alfonso de Palencia (Universal vocabulario de latín en romance ) bueyes que nunca fueron so el yugo puestos sacrificauan los a minerua:  por quela virginidad no sabe que es yugo de marido.

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6 " Celestina, Auto I: ′Minerva con el can′," NRFH, VII, 1954, pp. 470-474. El autor del Acto I del La Celestina, pues, contemporáneo de A. de Palencia, no solo rechaza la virginida de la diosa por boca de Sempronio, sino que la somete al bestialismo.  

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7 Corpus del español. (buscar, para las diversidad de grafías y noticas *ulca*).  Hay comentaristas, Miguel Marciales y Lozano-Renieblas, que han rechazado la propuesta de Green con base en la inexistencia de la grafía Vulcan en la tradición medieval castellana.

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8. CAL. [habla con Pármeno] ... Ni pienses que tengo en menos tu consejo y auiso, que su trabajo y obra: como lo espiritual sepa yo que precede a lo corporal y que, puesto que las bestias corporalmente trabajen más que los hombres, por esso son pensadas y curadas; pero no amigas dellos. En la tal diferencia serás comigo en respeto de Sempronio. y so secreto sello, pospuesto el dominio, por tal amigo a ti me concedo.

PAR. [habla con Celestina] ... Véole perdido y no ay cosa peor que yr tras desseo sin esperança de buen fin y especial, pensando remediar su hecho tan árduo y difícil con vanos consejos y necias razones de aquel bruto Sempronio, que es pensar sacar aradores a pala y açadón. No lo puedo sufrir. ¡Dígolo y lloro!

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9 Existe una conocidísima leyenda que recoge San Pedro Damián (s. XI) en su De bono religiosi status et variorum animatium tropologia: era el caso del "Conde Gulielmus, quien tenía un querido mono que se convirtió en amante de su esposa. Un día el mono se puso "enfadado de celos" al ver que el conde se quedaba con su esposa; y por ello lo atacó fatalmente. Damián afirmó que le fue narrado este incidente por el papa Alejandro II; y se le mostró una criatura nombrada "Maimo", que según ellos, era la descendencia de la condesa y el mono" (The Gallery of Birth Hoaxes, en español). Puede verse una versión de la leyenda en inglés,The Gallery of Birth Hoaxes

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10 Palabras que parecen bastante obvias en su sentido directo, conllevan carga sexual. El pasaje sobre el bestialismo comienza así: desesperas [Calisto] de alcançar vna muger .... El verbo alcançar se emplea en La Celestina en sentido sexual, como se explica en el intercambio siguiente del Acto VIII:

PARM. __ ¿Pues qué es todo el plazer que traygo, sino hauerla alcançado?  
SEMP. __ ¡Cómo se lo dice el bouo!   ¡De risa no puede hablar!   ¿A qué llamas hauerla alcançado?   ¿Estaua a alguna ventana o qué es esso?
PARM. __ A ponerla en duda si queda preñada o no.

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11. Erich von Richthofen, "Lo de la ′abuela con el ximio′: otra expresión humanística y caballeresca (de LC)?" Cuadernos para Investigacion de la Lit. Hispánica 5 (1983): 133-34. La ingeniosa sugerencia de este corto artículo no contó con la debida atención de los críticos, quizás porque el autor se limitó a hablar de la existencia del adjetivo eximius en latin sin documentar su empleo en el en castellano con anterioridad a La Celestina. Joan Corominas, por su parte, data la entrada de eximio de 1438 con Enrique de Villena (?) (Breve diccionario etimológico de la lengua Castellana.  Madrid: Gredos,1967).  El Corpus del español de Mark Davis  recoge eximia en Tratado de la reformación de la ánima de Pero Díaz de Toledo (n. 1480): Esto se dize que fizo aquel uaron de eximia sabieza Moysen del qual entre todas las gentes es el mayor nombre en sabieza (buscar eximia ). Búsquese también en el Corpus eximius y eximio para mayor documentación.

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12 . La Eneida traducida, Bib. Nacional (Madrid), ms. l874, fol. l30 vto.

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13 Cliquear aquí para información sobre la fealdad de Enrique IV, a quien algunos tildaban de mono. El artículo contiene una rica y seriamente documentada relación de noticias sobre el rey con atención a los problemas médicos de su impotencia.

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14 En el romance "Gerineldo y la Infanta" se habla de una espada que el rey puso entre los dos amantes para que fuera testigo: En tal estrecho el buen rey, / para que fuese testigo,
puso la espada por medio / entre los dos atrevidos. (vv. 31-32)
La función de esa espada era la de impedir que se acercaran.

Con respecto a la violencia y la muerte, ubicuos en el resto de la Tragicomedia, hay que decir que brillan por su ausencia en el AUTO. De 193 vocablos afines controlados en La Celestina solo se encuentran tres en el Auto; este era uno de los varios criterios en que yo basaba la existencia de tres autores. Entre los comentaristas, Miguel Marciales propuso que el cuchillo debía entenderse como cuclillo, es decir, cornudo. Interesante propuesta que parece imitar a las anteriores de Ulcan y eximio; el inconveniente es que mientras éstas sustituyen un vocablo desconocido por otro muy común, cuchillo y cuclillo son igualmente comunes, por lo tanto sin razón para que Sempronio los confundiera.

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15 Testiculus. i. por el cojoncillo Testis testis. por aquel mesmo Testis testis. por el testigo (Antonio de Nebrija , Dictionarium latino-hispanicum buscar cojoncillo).

Se suele explicar que testigo y su larga familia semántica mantiene la referencia a la costumbre antiquísima, entre hebreos, del "testigo" que solía poner la mano sobre los genitales para jurar de la veracidad de su testimonio. En el Génesis (24, 2 y 9), Abrahán le ordena a su criado "Pon ahora tu mano debajo de mi muslo ... Entonces el criado puso su mano debajo del muslo de Abrahán su señor, y juróle sobre el asunto..." En el Antiguo Testamento "muslo" (femur en latín) es un eufemismo frecuente por los genitales masculinos y femeninos (Gen 24,2 y 9; 47,29). A Lemuel se le avisa de que no entregue su muslo a las mujeres (Prov. 31,3). A los descendientes directos se les denominaba los procedentes del muslo del hombre (Ex 1,5; Jue 8,30, de femore, en la Vulgata). En una maldición a la mujer fornicaria (Núm 5,21), la increpa el sacerdote asegurándole que hará Dios que se le pudra el muslo y que su vientre hinchado se raje en pedazos. Mucho más sobre pie pierna, muslo, etc. como eufemismos por los genitales, con abundante documentación, puede verse en mi artículo sobre el milagro de Berceo "La abadesa embargada por el pie"

En latín existen las palabras testis (= el que testifica) y su diminutivo testiculus ( =testículo). Algunos autores emplean también, con poca frecuencia, testis en la acepción de su diminutivo. No se ha encontrado, sin embargo, entre los autores latinos una explicación sobre cómo testis --y su diminutivo-- adquirió una acepción tan extraña a la primaria; de ahí que se haya especulado que, por razón de alguna costumbre semejante a la hebrea, el diminutivo se especializara para significar lo que tocaba el que daba testimonio: los testículos. En castellano "testigo," el derivado directo del diminutivo testiculus, adquiere la significación primaria de testis; mientras "teste," el derivado de testis, adquiere el signifiacado del diminutivo latino testiculus. El vocablo "testis" del inglés sigue la misma ruta semántica que el "teste" del castellano.

 

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16 Téngase presente que en latín penis (= el pene) significa primariamente cola, y una palabra común para designar el sexo masculino era gladius, espada y de ahí que el femenino pasara a denominarse "vagina" (=vaina) done se introducía la espada o el cuchillo. En los textos castellanos desde el siglo XIII (Corominas lo data de 1739) los genitalesl femeninos se denominan "vulva"; véase  Corpus del Español; buscar *ulua); con el tiempo la vulva llegaría a denominarse también vagina, cultismo (raro en latín clásico con referencia a los genitales femeninos, aunque documentado ya en Plauto):


Dictionarium hispano-latinum (Antonio de Nebrija): [ Uaina ] de cuchillo. {{LAT. uagina.ae.}} [ Uaina ] de cojones. {{LAT. scrotum.i.}} y
Universal vocabulario de latín en romance (Alfonso de Palencia): [ Vagina. ] vayna cobertura del cuchillo. dicha quasi bagina por que enella se trae metido el cuchillo.

Ha de tenerse en consideración que Nebrija da como traducción de gladius y ensis, cuchillo y espada, como si los considerara sinónimos:

Cuchillo. {{LAT. gladius.ij. culter.tri. sica.ae.}} Cuchillo pequeño. {{LAT. cultellus.i.}} Cuchillo grande. {{LAT. ensis.is. machaera.ae.}}.
Gladius. ij. por el cuchillo o espada. Gladium. ij. por aquello mesmo. rarum Gladiolus. i. por el cuchillo pequeño.
Ensis. is. por el [ cuchillo ] o espada Ensiculus. i. por el espada pequeña Ensiculus. i. por aquello mesmo.
Artiuus es espada o cuchillo de griegos.
gladius biceps. [ cuchillo ] de dos tajos o que corta de cada parte.

Con esta ocasión no puedo menos que traer a la imaginación del lector el refrán que recoge Correas: ¡Qué ruines cuchillos para tan buena vaina!.
En vista de tales ejemplos Sempronio podría haber puesto por testigo la espada del abuelo y haber mantenido las mismas connotaciones (ver documentación en Corpus del Español, buscado *aina , vagina , gladius , ensis, etc.).

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17 "VAGINA UTERI dicitur et matrix, uteri ostium, uteri cervix. Est ineaatus ille, cui virilis in coitu penis inditur, non aliter quam vaginae gladius aut culter." Blanckaert, Steven. Lexicon medicum Halle, 1748, edición facsímile y edición digitalizada.

 

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18 R. Soto Rivera, "Celestina, la de la cuchillada" Exégesis, Año 11, Número 33, y en Internet . Puede consultarse también Floresta de poesías ... , citada en la nota anterior; la obra lleva un buen índice donde se incluyen palabras de interés como Espada, Punzón, Dar el acero, Espuela, Espolón, Estoque, Hendidura.

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19 Debo la referencia de Ausonio a Juan García Gutiérrez quien también me recordó los versos de "Preciosa y el aire":

ASTA

Huc iuvenis nota fertur regione viarum
et super incumbens | nodis et cortice crudo

intorquet summis adnixus viribus hastam.
Haesit virgineumque alte bibit acta cruorem.

Aquí se encamina el joven por una ruta que conoce bien
y, tendiéndose sobre la esposa, blande con el impulso
                                                      de todas sus fuerzas
una tosca lanza llena de arrugas y áspera de corteza.
Hincóse la lanza y en el hondo bebió la sangre virginal.
Ausonio, Centon nupcial trad. de Enrique Montero Cartelle. Madrid:Gredos, 1990 (Sec. 10). Los interesados en un contesto más amplio pueden leer la obra de Ausonio aquí

LANZA

aquel caer debajo y él sobre ella / y ella cobrise y él arregazalla,
aquel tomar la lanza y embocalla, / y aquel porfiar dél hasta metella.
Floresta de poesias eróticas... , num. 24.
ESPADA CALIENTE Algo me está por dentro creciendo como un río.
Algo me está quemando como una llama viva.
Siento como una espada caliente entre mis ingles.
Una espada de fuego que incendia mis entrañas.
Franklin Mieses Burgos ADAN DE ANGUSTIA

Preciosa tira el pandero
y corre sin detenerse.
El viento-hombrón la persigue
con una espada caliente.

Federico García Lorca PRECIOSA Y EL AIRE
CUCHILLO ... CUCHILLITO Con un cuchillo
con un cuchillito
que apenas cabe en la mano
pero que penetra fino
por las carnes asombradas
y que se para en el sitio
donde tiembla enmarañada
la oscura raíz del grito.
Federico García Lorca Ultimos versos de Bodas de sangre

Si éstas son las palabras más usadas en literatura con referencia al pene, no es de extrañar que en el habla del vulgo (de los porros, emparentado con parradas), se empleara cuchillo; la espada es considerada tradicionalmente como distintivo de reyes, guerreros, caballeros y gente elegante; el cuchillo, por otro lado, lo es de todo varón, de todo macho, sea eximio, ximio, can, o toro ... La asociación de estos tres animales y el símbolo fálico se encuentra tallada en piedra en la iconografía románica del siglo XII de San Martín de San Matín de Artaiz (Navarra): "Entre otras figuras se pueden distinguir cabezas de animales, cabezas humanas con las bocas abiertas entre las manos, un triple rostro junto al que se ha tallado un obispo con mitra y báculo en actitud de bendecir, una figura acurrucada, un mono, un símbolo fálico, un toro, un perro, etc...

Puede complementarse la documentación buscando en Google símbolo fálico puñal, navaja o cuchillo, y en inglés, dagger phalic symbol.

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20 Parece claro, a mi entender, que Calisto [el autor] comparaba los cabellos de Melibea a los míticos cabellos de Medusa en su poder de convertir a los hombres en piedras, en el contexto de desperezarse que explico más abajo. Sempronio [el autor] hace alusión a otro mito, el de Príapo, deidad fálica, que tuvo una disputa con un asno sobre quién de los dos tenía el pene más largo; el pene del asno (su vastum genitale que dice Apuleyo en su Asno de oro), era algo más familiar, más ramplón y chabacano, más excitante y proverbial que la piedra; era el asno admirado del vulgo, como he explicado en el ensayo sobre el cabello de Melibea, por su enorme armamento sexual, estirado sin inhibición alguna, que el rucio blandía negruzco y furioso, con aparatosos rebuznos por las calles de los pueblos. El pene largo, como expliqué en la nota 4, se reflejó también en el yuntamiento del "toro y Pasifé."
En la descripción de la amada, Calisto pasaba a otras partes del cuerpo: los ojos, las pestañas, las cejas, ... la redondez y forma de las pequeñas tetas, ¿Quién te la podría figurar? ¡Que se despereza el hombre quando las mira!
Comenta Sempronio con un aparte al público: ¡En sus treze está este necio! Se desconoce el origen del esta conocidísima expresión proverbial "estar o mantenerse en sus trece"; para mí que se refiere a los trece años, comienzo de la pubertad y, en particular, en la que aparecen las primeras muestras de sexualidad y de obstinación. Sempronio se burla de las bobaditas de su amo: conversión en piedra, los ojos, las pestañas, las cejas... las pequeñas tetas, etc. Su amo le parece un adolescente, un inmaduro, al emocionarse con esas particularidades. El criado, a quien se le escapaban los eufemismos, no juzgó adecuada la relación entre piedra y se despereza el hombre, eufemismo por se estira, pierde su entumecimiento, su flacidez, se endurece (v. estirarse en el índice de la citada Floresta de poesías eróticas...). Debo añadir que Freud propuso que la habilidad de Medusa de convertir al hombre en piedra simbolizaba su poder de provocar la erección, el endurecimiento. Valga añadir que el doble plano semántico, las sutilezas del lenguaje y sus connotaciones respecto a las fantasmagorías sexuales de Calisto con que tanto se deleitaba el autor, se manifestó al comienzo del AUTO, como he explicado minuciosamente en mi ensayo Cuyo seso es sexo. Del primer trance a la primera escena. Pármeno, por su parte, hablaría de los huevos asados (testículos) que comía el marido de Celestina. Sempronio, en sus propias fantasías sexuales de mínima sutilidad, de burda estambre, no pasaba más allá de la observación del asno quien, como diría Celestina, no tenía igual en hacer lo suyo: lo al, mejor lo fazen los asnos en el prado.

Estos planos contrapuestos de lo que pasaba por la mente del bestia de Sempronio y por la del gentil Calisto, se expresan admirablemente en nuestro refrán español recogido por Rojas: vno piensa el vayo y otro el que lo ensilla (Acto XIX).

Los dobles planos lingÜísticos y semánticos fueron más tarde explotados por Rojas, en su continuación, con gran brillantez en su aplicación al servicio, tema que los sirvientes, por vivencia personal, conocían a las mil maravillas. Para los criados el servicio, experiencia diaria, era lo mismo que servidumbre, cautividad, muy lejos por lo tanto de ser sinónimo de sacrificio, deuoción y obras pías, conceptos literarios; he tratado largamente este tema en mis ensayos.

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21 El equívoco, en el campo de los símboles fálicos, para el que lo sepa captar --qui potest capere capiat-- puede producir efectos elevados de sátira o belleza, dependiendo de la intencionalidad y el arte del escritor. Nuestro refranero está lleno de dobles planos, el literal y el figurativo, como lo está nuestra lírica tradicional con los juegos de equívocos que velan el contenido sexual. Veanse estos magníficos ejemplos: Por el val que habéis de arar,
el desposado,
por el val que habéis de arar
ya estaba arado.
En los países desarrollados habrá desaparecido hoy el viejo arado --otra de las herramientas punzantes y penetrantes-- pero no por ello han dejado de surcarse, aquí y allá, los valles de los montes de Venus. El surco del útero (sulcus muliebris, sulcus uteri) es metáfora empleada en los escritos eróticos del Aloisia Segaea.

Digas, morena garrida,
¿cuándo serás mi amiga?

Cuando esté florida la peña
de una flor morena.

La morena garrida del texto, promete, en el nivel sublimado, entablar amistad cuando llegue la primavera: la peña se cubra de musgo, de flor morena. En el nivel erótico sugiere que su entrega al amor se realizará cuando alcance la madurez de la pubertad: cuando su monte de Venus -- la peña -- se cubra de prieto y tupido vello: flor morena.

De vuelta a Sempronio, en un campo lingÜístico menos poético, pero no menos evocativo, recodemos su aparición en escena. Calisto, en la escena intoductoria, acaba de despetar un sueño que se nos narra con un leguaje lleno de alusiones eróticas. Acto seguido llama a voces a su criado:

CAL. __ ¡ Sempronio, Sempronio , Sempronio ! ¿ Dónde está este maldito?
SEMP. __ Estoy aquí señor, curando destos cauallos.
CAL. __ Pues, ¿ Cómo sales de la sala?
SEMP. __ Abatióse el girifalte y vínele endereçar en el alcándara.

Tanto en caballos y en gerifalte no es difícil detectar sus connotacioles fálicas, ni lo es relacionar con el sexo las imágenes de abatirse y enderezar (recuérdes lo dicho más arriba sobre "despereza" nota 20.

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22 . Como he dicho, prefiero la interpretación de el ximio como equívoco de eximio. Bajo el equívoco del criado yace el mote del rey, mote que debía ser comidilla de los detractores del monarca, de la clase letrada y política, con Alfonso de Palencia como portavoz en su Crónica citada más arriba. Sería legítimo pensar que tales detractores acostumbraran a usar, entre sí, el novísimo cultismo "eximio", refrerido al rey, con ironía y malicia, con cierto retintín. De ahí que a todos ellos, incluido Calisto, les fuera fácil comprender el equívoco.

¿Por qué escoge Calisto la expresión qué porradas dice? Frase, al parecer unívoca y hoy de uso común, pero en aquel entonces inusitada y en su fondo etimológico bastante "misteriosa". El Diccionario de Autoridades menciona, a propósito de porrada, el refrán A cada necio agrada su porrada, seguido de la explicación: "enseña lo mucho que puede el amor propio y el afecto o passión con que se miran las cosas, pues aunque claramente sean malas y nocivas, las hace parecer buenas, agradables y honestas." Si ahondamos un poco más en el "misterio," comprenderemos que porradas es un derivado de porra, vulgarismo por pene, documentado por escrito en las poesías eróticas del Siglo de Oro, y en el habla del vulgo en los pueblos de habla hispana de ayer y de hoy; compárense las expresiones de ir o mandar a la porra, al carajo, al coño, al cipote, sin mencionar otras por mantener el decoro. Es decir, el autor hace al protagonista sucumbir a los usos plurivalentes de los vocablos, transcendiendo lo literal y literario para acercarse a lo lúdico, incluso lo vulgar. Este intercambio de "cuchillo," de Sempronio, y "porradas," de Calisto, puede asociarse con el anterior de piedra y asno. Es significativo el hecho de que el amo, en esta ocasión, hiciera uso excepcional de un aparte que, para mantener el decoro, el criado no debía oír. Si porradas, de acuerdo con los documentos recogidos en Corpus del español de Mark Davis anteriores al siglo XVI, se empleaba en el sentido de "golpe", decir porradas aparece por primera vez en nuestro pasaje, lo que nos induce a sospechar que el autor quisiera darle a la expresión una connotación críptica. Compárese tambén con "decir o hacer un carajada" de uso en hispanoamérica, con diversos matices de significado entre los países; "dar un coñazo" significa en Venezuela dar un golpe fuerte (DRAE), con otro matices en otros lugares.

"Alzar la porra" significa arrigere según P. Alzieu et alii, en su Floresta de poesías eróticas del Siglo de Oro, Université de Toulouse - Le Mirail, 1975. Véase también la palabra "porra" en el Diccionario del erotismo de Camilo José Cela con citas de textos selectos. En un soneto atribuido a Quevedo, Epitafio a una dueña, aparece la porra en acepción de pene. En una fábula de Samaniego, Al maestro, cuchillada, se recogen las palabras porra y cuchillada con connotaciones de interés para este replanteamiento.

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23 Remito al lector al artículo de Cecilia Ruiz de Ríos "Enrique IV de Castilla: ¿Cuán Impotente Era?". La autora ha retratado la figura histórica, grotesca, de un rey que puede hacer más verosímil la interpretación que he dado al pasaje literario. No cabe duda que existen ciertas correspondencias entre Minerva-el can-[Ulcan] y abuela-el ximio-[Enrique IV]. Vulcano era un dios de una fealdad legendaria, un herrero tiznado, peludo, cojo, desgreñado y barbudo, medio desnudo; en Egipto se le representaba bajo la figura de un mono; en palabras de Sempronio se confundía con un STRONG>can. Enrique IV, como bien lo pinta Alfonso de Palencia en su Crónica y el artículo citado de Ruiz de Ríos, era tanto o más repelente, hasta el extremo de confundirle con un mono.

Todo el pasaje comentado está leno de connotaciones sexuales y satíricas que algún día otros comentaristas podrán ampliar en sus respectivos análisis. He hecho alusión al pene largo del toro y la cópula prolongada del can. En contraste con el de estos animales (y el del hombre) está el pene del mono, relativamente muy corto. Pero la alusión de Sempronio a tu abuela con el ximio, que no eran hablillas, se hace más incomprensible en su sentido literal, cuando se tiene en cuenta que en la Edad Media, en muchos lugares de la cristiandad, se condenaba a ser enterrados vivos o quemados en la hoguera a todos aquellos que tuvieran contacto sexual con animales. Pasaba, pues, el pasaje de ser falta de respeto e insulto deshonroso a imputación de acto delictivo.

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