El ximio de la abuela y el cuchillo del abuelo de Calisto: porradas
de Sempronio. por
|
SEMP.
__ . . . desesperas [Calisto] de alcançar vna muger,
muchas de las quales en grandes estados constituydas se
sometieron a los pechos y resollos de viles azemileros
y otras a brutos animales. ¿No has leydo de Pasifé con
el toro, de Minerua con el
can? |
Es importante considerar la vaguedad de Sempronio por miedo a
posibles represalias, sobre todo en referencia a la abuela de
Calisto --más adelante insistiremos en ello--; tras comentario
inicial, no establece o afirma nada en concreto; no acusa a nadie;
se reduce a hacer meras preguntas, que provocan la creación de
fuertes imágenes de zoofilia en la mente de su amo y lectores, eso
sí, quedándose él mismo aparte, exculpado y dejando exculpado al
autor. En cuanto a lo literario, se explicará el recurso
del eufemismo; en cuanto a
lo histórico, se comparará lo dicho o sugerido por el criado, con lo
que sabemos por los documentos, y trataremos de explicar por qué el
autor escogió a determinados animales, qué es lo que tienen éstos en
común y peculiar en su anatomía sexual, por ejemplo, en la anatomía
del pene del toro, del perro, del "ximio"; comparación de la abuela
de Calisto con diosas mitológicas en sus preferencias zoofílicas;
ambigüedad producida por significados directos y traslaticios
--eufemísticos-- de múltiples vocablos, elementos literarios que
caracterizan la farsa, con sus ingredientes literarios
de ironía, sarcasmo, sátira que, en su suma, constituyen una juerga
retórica, que a veces puede causar alegría, a veces molestias o
azoramiento, siempre, al lector irónico, dotado de sentido del
humor, admiración y entretenimiento. Entre los interlocutores, Sempronio,
el criado, se mueve en un plano lingüístico y semántico de
significados directos, convencido de su verdad; Calisto, su amo, o
lo duda o no lo cree.
Al
criado, le confía el autor el papel de director de este desfile de
máscaras --toro, can, ximio, cuchillo, porradas--, entes incorpóreos
de esta corta e intensamente mordaz "carajifarsa" (permítaseme el
paródico neologismo al estilo de la contemporánea
Carajicomedia), que, como fuego fatuo, producen
imágenes fugaces y caricaturescas, para el entretenimiento del
lector o auditorio. Será tarea del lector y especialmente del
crítico --o auditorio de la representación-- desenmascarar a esos
actores incorpóreos y descubrir el doble sentido del lenguaje
fársico, cuya "sustancia" se sustenta de burlas, ironía y sátira,
con el propósito de ser "provocantes a risa," como reza el título del
conocido Cancionero de
la época:
EXPLICACION
DEL TEXTO
Cualquier
explicación, en cualquier texto literario, para ser valiosa y
enriquecedora, ha de reunir ciertas virtudes:
a) situarla
en el ambiente histórico de su época y lugar; aquí, la segunda mitad
del siglo XV en Castilla, reinado de Enrique IV, "considerado por
algunos cronistas como uno de los más calamitosos de su historia," y
en el ambiente literario y cultural: aquí, el prerrenacimiento
español, los Cancioneros, Cancionero de
Baena, Coplas de Mingo Revulgo, Coplas del
Provincial, etc.[3];
b) en
el tono --
aquí, una imaginería de burla de diosas clásicas, sarcasmo, las
múltiples connotaciones sexuales que puedan provocar la
risa;
c) en
la congruencia o
incongruencia entre tono y vocabulario-- aquí,
significado literal y el traslaticio de los vocablos--;.
d) en
la individualidad de los
personajes -- aquí, contraste inesperado entre la
agresividad del criado, Sempronio, y la condescendiente reacción de su
amo, Calisto--;
e) en
la cronología -
- aquí, a la pregunta del porqué de la acusación;
f) la de
esclarecer el contexto más amplio, razonar sobre la elección de
determinados animales, lenguaje u objetos --aquí, toro, can, ximio,
cuchillo, porradas-- e ilustrar la semblanza literaria de los
interlocutores -- aquí, que Calisto era de
claro ingenio, de gentil disposición, de linda criança, dotado de
muchas gracias, como se establece en el Argumento
General, y el perfil de Sempronio como bestia,
según Calisto, o bruto, según
Pármeno; g) la de ser
verosímil en su marco histórico. h) la de
contribuir a encumbrar, en nuestro caso particular, la genialidad del
autor. Pasemos
a la explicación de nuestro texto parte por
parte. SEMP.
__ . . . desesperas [Calisto] de alcançar vna
muger La
juerga retórica de esta carajifarsa, el juego con el
sentido literal y figurado comienza ya en esta primera palabra,
este verbo alcançar: bajo su acepción usual
--literalmente lograr tocar o coger con la mano--, aparentemente
comprensible en el contexto, se camufla la traslaticia aquí
pretendida por el hablante: realizar el acto sexual. En
las primeras líneas del AUTO emplea la expresión
Calisto: facer a mi inmérito tanta merced que verte [a
Melibea] alcançasse. En las diatribas citadas más arriba encontramos varios usos
de alcanzar que sin duda parecen encerrar connotaciones sexuales: CAL.__ Porque amo a aquélla, ante quien tan indigno me hallo,
que no la espero alcançar.
...
SEMP.__ Dixe que tú, que tienes más coraçón que Nembrot ni Alexandre,
desesperas de alcançar vna muger...
PARM.
__ ¿Pues qué es todo el plazer que traygo, sino hauerla
alcançado?
SEMP. __ ¡Cómo se lo dice el bouo! ¡De risa no puede
hablar! ¿A qué llamas hauerla alcançado? ¿Estaua a
alguna ventana o qué es esso?
PARM. __ A ponerla en duda
si queda preñada o no.
La
primera escena de La Celestina, en la que se nos relata
el somniloquio de Calisto y Melibea, contiene gran número de
complicadas construcciones sintácticas, como corresponde a una
escena de carácter de ensueño de dos jóvenes amantes, de tono
idealista. En contraste, nuestro texto presenta, bajo un marcado
ritmo en su prosa y gran claridad lingüística en su significación
directa, unas misteriosas referencias de difícil interpretación;
hay en él un continuo hilo que borda conceptos, imágenes y símbolos
fálicos, que no deberán trocearse en hebras
aisladas.
Los
autores de la época prerrenacentista, la de La
Celestina, eran aficionados a las etimologías en las que
se encerraba el misterio de los nombres. Su teoría de la educación
no era la de explicarles las referencias de sus escritos a los que
no las conocían, sino retarles a investigarlas por sí mismos:
El Marqués de Santillana, por ejemplo, se expresaba así a
este respecto:
Si
mi baxo estilo non es tan plano, (Defunssión,
10) |
Interpretemos
nuestro texto con el espíritu de la época, conscientes del
"misterio e sustancia de los nombres," que decía Juan de Mena
(Coronación ff. 30 y 31), tan admirado de
sus contemporáneos, y a quien algunos han atribuido la autoría del
Acto I.
SEMP.
__ muchas de las quales en grandes estados constituydas se sometieron a los... resollos... y otras a brutos animales.
Quiero aclarar que cuando hablo de connotaciones sexuales no quiero decir que el autor esté en todo momento de su creación
pendiente de cada término como hacemos los comentaristas; sí estoy seguro, no obstante, de que en su mundo mental, de bruta sexualidad, se arracimaban las palabras más o menos conscientemente para dar entrada al lector en ese su mundo. Por ejemplo someter es un compuesto de
"meter debajo" con su gran carga sexual. El ataque a tales mujeres en grandes
estados constituydas puede ir dirigido, como sátira mordaz propia de la coyuntura histórica, a las clases altas en su uso de
mascotas para entretener sus apetitos sexuales de baja catadura moral, como ejemplifica Sempronio en el inventado sometimiento al can de Minerva,
la más ilustre y casta de las diosas romanas [4].
SEMP.
__ Pasifé con el toro He
aquí el mito de la esposa del rey Minos, Pasifé, y cómo se sometió al toro: "El
dios Poseidón, para vengarse de la afrenta que le había hecho
Minos, hizo que Pasifé se enamorase del toro blanco que se había
librado del sacrificio. Ella confió su pasión zoofílica a Dédalo,
el famoso artífice ateniense que vivía desterrado en Cnosos
deleitando a Minos y a su familia con las muñecas de madera animadas
que construía para ellos. Dédalo prometió ayudarla y construyó una
vaca de madera hueca que cubrió con un cuero de vaca. Le puso
ruedas ocultas bajo las pezuñas y la llevó a la pradera de las
cercanías de Gortina donde el toro de Poseidón pacía bajo las
encinas entre las vacas de Minos. Luego de enseñar a Pasifé cómo se
abría la portezuela corrediza situada en la parte trasera de la vaca,
y de ayudarla a entrar con las piernas metidas en los cuartos traseros,
se retiró discretamente. El toro blanco no tardó en acercarse y
montar a la vaca de madera (de donde se deduce sin duda que Dédalo
también afirmó las ruedas al piso), de modo que Pasifé vio
satisfecho su deseo y a su tiempo dio a luz al Minotauro,
criatura con cabeza y cola de toro y cuerpo
humano" [5]. SEMP.
__ Minerva con el can Es
curioso que de entre la multitud de dioses y animales mencionados
en la mitología clásica, con sus polifacéticas aberraciones, el
Anónimo Autor del AUTO de La Celestina, sin duda
humanista y buen conocedor de las leyendas míticas, solo encontrara
un caso de mujeres en grandes estados constituidas que se
sometieron a los pechos y resollos de ...brutos animales. Fuera
del caso de Pasifé y el toro, no hay otro ejemplo de zoofilia en
toda la mitología (el caso conocidísimo de Leda con el cisne pertenece
obviamente a otra categoría). El caso de Minerva con el
can está fabricado ad hoc, por lo que está tan
lleno de contradicciones y tan apartado de lo documentable, que
dificultó y retardó tremendamente su reconocimiento y explicación
entre los críticos. Minerva,
nos dicen los escritores de leyendas míticas, vivió en virginidad,
era tenida entre los romanos como la diosa de las artes, la
sabiduría y guerra; nació armada, directamente de la cabeza de
Júpiter, el dios de los dioses. Bienvenidos a la farsa, nunca
respetuosa con la historia, siempre su
parodia. Minerva es
un personaje que ha inspirado multitud de textos medievales; en
ninguna de tales referencias se da noticia alguna que diga o
sugiera que esta diosa hubiera tenido relaciones de ningún
tipo con el can. En tiempos de Calisto y Sempronio,
Alfonso de Palencia, contemporáneo del Anónimo Autor del AUTO, y al
que debemos la información sobre el ximio (como
veremos más adelante) dice de Minerva que le sacrificaban bueyes, "que nunca
fueron so el yugo puestos... : por que la virginidad no sabe que es
yugo de marido" [6]. Mientras
no se demuestre lo contrario, pues, habrá que creer que el autor
del AUTO era conocedor de tales leyendas y que se valió de Calisto
- -No lo creo, dijo éste-- para dar por dudosa la anécdota
del Sempronio. El profesor Otis Green
propuso que hubo matrimonio entre Vulcano y su hermana Minerva,
para de ahí concluir que con el can era una deturpación,
"paleográficamente" explicable, de con
Vulcán. [7] ¡Ingeniosa
y exitosa interpretación! ¡Lástima que no sea documentable en las
leyendas mitológicas de la época o anteriores!
Entre otas cosas, sabemos por la mitología que Vulcano (Hefesto
entre los griegos), hijo de Júpiter, el "más feo de todos los
dioses," tan feo era el niño que su madre, Hera, avergonzada lo arrojó del Olimpo, el
Monte residencia de los dioses. Posteriormente lograría casarse no con Minerva, que era su hermana, sino con Venus "la diosa de la belleza." Con ella trataba el crítico de reconciliar la
frase con el mito de un inexistente matrimonio ... de Minerva, justificar la confusión del
criado, conservando el texto de el can. Al mismo
tiempo abría con ella el paso a posibles interpretaciones
rebuscadas, con base en leyendas externas al texto, de otros vocablos y elementos estilísticos de la
narración. En
la anterior versión de este artículo mi inclinación era la de aceptar la
teoría del profesor Green, aunque no sin salvedades. En la
investigación llevada a cabo para esta refundición, me detuve a leer
detenidamente el citado artículo de Green y a reflexionar sobre el hecho
de la gradación pretendida por Sempronio de las mujeres muchas de las
quales en grandes estados constituydas se sometieron a los pechos y
resollos de... brutos animales quedaba destruida. Y ¿con qué fin?
Vulcano sería muy feo, pero no un "bruto animal;" era el dios del fuego, de la forja, de los herreros, los artesanos, los escultores,
la metalurgia ... y de los volcanes. Concluí que lo correcto era respetar el original y llamar al can can[8]. El
texto, 'nuestro texto," debe permanecer intacto, como es laudable
costumbre entre los editores. La acusación de zoofilia a la
inmaculada Minerva revelaba una vez más incultura e irreverencia de
Sempronio [9].
La selección de el can, precisamente, de entre muchos
otros animales, respondía a una fuerza asociativa en la mente de
Sempronio con el toro de Pasifé, y a las exigencias
conceptuales y estilísticas de la "carajifarsa," dentro de su tono
sexual. Ambos animales, toro y perro, están dotados de algo que
siendo universal entre mamíferos, en ellos es peculiar y
excepcional: "el pene." Sin pene no hay sexo, sería la creencia de Sempronio, como era la de los antiguos que
encargaban a los eunucos la custodia de las mujeres de sus harenes. El pene del toro es el más largo entre todos los
animales domesticados (entre 1 y 1.30 metros),
el del perro, el animal impúdico por antonomasia, estrafalario, que
asusta por su prolongado apareamiento (entre 30 y 60 minutos) con
bloqueo y tortura de macho y hembra, seguido, tras despegarse, de
una lamedura de lo más asquerosa y repugnante de
observar. Más adelante se explicará la peculiaridad del pene del "ximio," que es la que motiva la selección del toro y del can. Sempronio
debió creer que la imagen fársica del perro con Minerva le había
salido muy bien, de manera que cuando Calisto le respondió al
criado que lo narrado eran hablillas, fabulillas en las
que él no creía, el criado se picó y, como resentido de la
incredulidad de su amo, se volvió muy personal, con un tono
argumentativo, insultante, ad hominem; y envalentonado
porque creía tener testigo, le preguntó sobre su abuela
con el ximio: SEMP.
__ Lo de tu abuela con el ximio, ¿Hablilla
fué?
Como he dicho más arriba, prefiero llamar al can can y, si hay que buscar algún referente
mitológico que pudiera explicar la asociación de Sempronio, valga,
como se me ocurrió en mi primera lectura de La
Celestina, tomarlo como referido al Can Cerbero, criatura
auténticamente mitológica, y que permite sostener la acusación de bestialismo y, lo
que importa más, el rechazo de la enmienda de el
can como sustituto, por "deturpación," de "uul can". Es verdad que
no encontramos noticia alguna sobre relaciones de la diosa con
Cerbero; tampoco encontramos documentación fiable sobre el matrimonio Minerva-Vulcano. Ahora bien, Lo de tu abuela con el ximio, representa un
salto gigantesco en la gradación en cuanto a la cronología --de
tiempos inmemorables a la contemporaneidad--, en la ubicación-- de
tierras exóticas y míticas al vecindario de los actores--, pero
sobre todo, en su índole -- de personajes mitológicos a ancestros
de Calisto, amo de Sempronio. Constituye este tercer ejemplo,
retóricamente, el ápice de una gradación ascendente de mujeres y
animales; en él se cifra el propósito del autor. Poco le
afectaba a Calisto la veracidad de los mitos de Pasifé y Minerva, o
las otras aberraciones de Sempronio; poco les afectaba a vivos o a
muertos; pero lo de la "aparente" acusación tu abuela con
el ximio, aunque sumamente vaga --lo de-- debió cogerle
a Calisto -- como a todos los lectores-- de
sopetón. [10] Se
cumplió la intencionalidad de Sempronio -- y del autor.
La
alusión a la abuela con el ximio, como era de esperar,
ha traído de cabeza a la crítica que, empeñada en sostener el
sentido literal de ximio y juzgándola, más o
menos, en paralelo con los ejemplos previos de Pasifé y Minerva, se
encuentra hace tiempo en un atolladero. Entre los muchos
comentaristas [11] que
creen en la acusación a la abuela de "bestialismo," abundan quienes
tomando ximio en su significado literal, salen del
contexto a la caza de algún ximio legendario, de cualquier época y
en cualquier lugar del planeta, que pudiera haber inspirado el
pasaje de "bestialismo." Se han aportado muchos
datos sueltos, de diferentes siglos y lugares, muchas alusiones
inconexas, pero no se ha aportado documento alguno que nos valga
para explicar y esclarecer las palabras de Sempronio en el contexto
del pasaje; tampoco les ha preocupado la inverosimilitud
cronológica o geográfica. Hay
otros que, con mejor instinto, han tratado de desenmascarar
al ximio descubriéndonos a un moro, o un negro, o un
converso, o al mismo demonio; en todo caso una "persona non grata," en
la sociedad castellana; y, sobre todo, que de nada nos vale para
explicar la reacción de condescendencia, rayana en la aquiescencia,
de Calisto. Menéndez Pelayo, en Orígenes de la Novela,
III (Madrid, 1962, p. 227), "Aquellas
horribles palabras de Sempronio a Calisto en el aucto I: «Lo de tu
abuela con el ximio, ¿hablilla fué? testigo es el cuchillo de tu
abuelo», ocultan probablemente alguna monstruosa y nefanda
historia en que no conviene insistir más. Acaso la venganza del
judío converso se cebó en la difamación de la limpia sangre de
algún mancebo de claro linaje, parecido a Calisto. También tiene
visos de cosa no inventada ... (Acto I)." De
acuerdo con la investigación llevada a cabo para este artículo,
mientras que las anécdotas de Pasifé con el
toro y Minerva con el can proceden de la
mitología, esta referencia de Sempronio a la abuela con el
ximio, aunque indocumentada hasta el presente, es al mismo tiempo "cosa no inventada" La caracterización de Calisto que
nos hace el anónimo autor como de noble linaje, de claro
ingenio, de gentil disposición, de linda criança, dotado de muchas
gracias, quedaba refutada en este solo pasaje así
interpretado por Don Marcelino. El crítico y sus seguidores, a cinco
siglos de distancia, y sin haber probado que el autor del Primer
Acto de La Celestina fuera converso, ni para qué
sirvió el cuchillo, se escandalizaban más de las deshonrosas
palabras del criado que su propio amo. Para éste, si las
referencias a las diosas mitológicas eran fabulillas, la referencia
a su abuela con el ximio no pasaba de ser
"porradas;" es decir, si fabulilla ponía en duda
la verdad del aserto, porradas se limitaba a la
caracterización del interlocutor [11a]. Eso sí, Menéndez Pelayo se separó de la
crítica preocupada por lo legendario de cualquier lugar y época, y
del bestialismo --es decir, del significado literal
de ximio-- para apuntar a un significado de
contemporaneidad y figurativo; el gran crítico desenmascaraba al
animal para dejarnos ver a un hombre; otro punto flaco del ilustre crítico
es el de atribuirle a Rojas (como hizo Green) la autoría Auto,
al sugerir que la acusación a la abuela fuera un acto de "venganza del judío converso [que]
se cebó en la difamación de la limpia sangre de algún mancebo de claro linaje, parecido a Calisto." Habría,
por necesidad, que encontrarle a la acusación de tu abuela
con el ximio, la más directa, descarada y deshonrosa del
criado, un sentido que explique el hecho de que fuera recibida por
el amo con cierta condescendencia. Éste ni monta en cólera ni va
más allá de tildar de necio o "porro" al criado; y esto, con el uso de la tercera persona, estilo poco usado por
Calisto. El Sempronio de tu abuela con el ximio, en su
acepción literal, y el Calisto condescendiente de qué
porradas dice, en su acepción literal, son personajes
irreconocibles e irreconciliables consigo mismos, a no ser, claro,
que la interpretación el ximio se tome no como una
acusación de zoofilia, sino, como Calisto dice, una "porrada,"
una tontería, una chorrada, "una carajada" propia de la
época y, sobre todo y más en consonancia con el contexto y la
etimología de la palabra, un golpe de "porra' (que se aclarará más
adelante). En el aparte Calisto parece dirigirse al público y pedirles
que perdonaran al criado, porque no sabía lo que decía (¿o
sí?). ximio-eximio No
ha de sacrificarse la virtud polisémica del lenguaje de Sempronio,
su atractivo misterioso, burlesco, fársico. ¡Habría que
restituírselo! Sigamos. Centrándose más en lo filológico y
literario, en consonancia y paralelismo con el contexto de las
diosas, hace algún tiempo (en 1983) el profesor Erich von
Richthofen sugirió que el ximio era
tergiversación de eximio. [13] Fue
ésta una ingeniosa interpretación al estilo de la de O. Green, más plausible en mi opinión, aunque con menor fortuna entre
los críticos. La interpretación de eximio encajaba, enriquecía y engalanaba la galería de los personajes
del desfile de máscaras al tiempo que humanizaba al ximio
confiriéndole distinción y dignidad. Las dos teorías tienen en común, y en su contra, la manipulación del texto, el rechazo de ximio.
El
plausible equívoco ximio-eximio supuso un notable
progreso en la historia de la crítica de nuestro texto; ahora bien, necesitaba
para su aceptación entre los críticos algo más que la documentación
de su empleo en la época; el can no tuvo sentido
hasta encontrar la alusión al dios Ulcan, casado --que decía Green-- con Minerva; de
manera semejante, el ximio necesitaba la
identificación de un "ximio-eximio" personaje histórico o
legendario que "pudiera" haber tenido relaciones sexuales con la
abuela de Calisto, por contemporaneidad y ubicación de
ambos. En
1973 los hispanistas Samuel G. Armistead y Joseph H. Silverman
(como se explicó en la nota [12]),
tras haber realizado meritorios esfuerzos por encontrarle
al ximio fuentes de inspiración bastante fantásticas y
exóticas, que a ellos mismos no les habrían convencido, clamaban
sentidamente por el hallazgo de "alguna leyenda aislada, bien
conocida a los lectores contemporáneos [de La Celestina], que
más tarde se habría perdido." Únase a este presentimiento el de
Menéndez Pelayo, citado más arriba: "[la acusación] tiene visos de cosa no
inventada ... " Y no olvidemos el presentimiento del eximio personaje implicado en la propuesta de Erich von
Richthofen.
La
primera edición de este artículo, en 2006, representaba mi
exclamación de EUREKA; hoy, en esta refundición de 2017, quiero
proclamar el hallazgo de la leyenda "inverosímil" que inspiró la
anécdota de tu abuela con el ximio [mono];
referencia a un "eximio" personaje, "cosa no inventada", leyenda "bien conocida" a los lectores contemporáneos a La
Celestina y que aquí retomo con una explicación integral
de los múltiples y variopintos elementos del que he denominado
"nuestro texto". ¿El
rey Enrique IV, "mono", abuelo de Calisto? Según
nos informa el más importante cronista de la época, Alfonso de
Palencia, en su Crónica de Enrique IV, este rey era tan
feo que sus contemporáneos (por los años en que se
escribió La Celestina) le apodaban
"mono;" sus
ojos eran feroces, de un color que ya de por sí demostraba crueldad; siempre inquietos al mirar,
revelaban con su movilidad excesiva, la suspicacia o
la amenaza. La nariz bastante deforme, ancha y
remachada en su mitad a consecuencia de un accidente que
sufrió en su primera niñez, le daba gran semejanza con
el mono; ninguna gracia prestaban a la
boca sus delgados labios; afeaban el rostro los anchos
pómulos, y la barba larga y saliente, hacía parecer
cóncavo el perfil de la cara... [15]
A
la gente del pueblo les atrae el uso de apodos; ser "más feo que un
mono," aplicado al rey, debió nacer del pueblo, aquí representado
por Sempronio. No sería descabellado que entre la gente humilde
fuera el ximio o mono el apelativo que aplicaban a Enrique
IV, que pasaría a los anales de la historia como el "Impotente,"
adjetivo más refinado y que mejor servía para los objetivos
personales del rey, y políticos de sus detractores, como se
explicará. Enrique IV casó con una prima, Juana de Portugal. A los
siete años de estar casados, les nació una hija, bautizada Juana,
como su madre. Aquellos siete años sin descendencia (que habían
luchado por lograr por miles de medios) le valió al rey el apelativo de
"Impotente," apodo que el nacimiento de la niña no pudo borrar. Lo
que es peor, tan arraigada estaba la creencia que el rey era
"Impotente," que a la niña se la consideró "bastarda," hija del
apuesto conde Beltrán de la Vega --valido del rey y muy amigo de los
monarcas-- del que deriva el apodo de Juana "la Beltraneja." A falta de
pruebas del ADN, hasta hoy no se ha podido confirmar ni la bastardía
de Juana ni la impotencia de Enrique IV. Quiere decir que a
Sempronio le quedaba el campo abierto para atribuir al rey, de vida
tan libertina y promiscua, otros hijos desconocidos y otras
amantes, entre ellos la "abuela literaria" de Calisto. Después de
todo, la razón de la exclusiva concentración en la Beltraneja era
porque en mayo de 1462 fue proclamada heredera del trono de
Castilla, al que legítimamente aspiraba y más tarde conseguiría,
Isabel I, la hermana de Enrique con el mayor apoyo de la nobleza y
los detractores de éste. Isabel pasaría a la historia como "La
Católica." Del bulo (si de eso se trataba) de la "impotencia de Enrique
IV" devendría, pudiéramos decir, la unificación territorial de España
y el descubrimiento de América, más el expansionismo territorial y
cultural de Europa. Cronológicamente
este rey encajaba a la perfección entre los abuelos de Calisto.
Entre 1450-1460 pudo muy bien haber procreado a uno de sus padres;
veinte o veinticinco años más tarde (entre 1470-1480) habría nacido
nuestro protagonista. Cuando se escribió La Celestina,
a finales de última década del siglo XV, tendría éste "veynte y tres
años" (Acto IV) que le echaba Celestina. Literariamente, el
autor anónimo, con intención lúdica y no poca socarronería, nos da
una pista, no imposible de reconocer a muchos de sus
contemporáneos, de un noble progenitor literario del "ens rationis"
o "ser de ficción," Calisto. Éste no pareció ofenderse, como en
otras muchas ocasiones, de las palabras de Sempronio. ¡Cómo se iba
a ofender! (piénsese en los muchos y muy ilustres bastardos de las
monarquías europeas). ¿No era ximio el vituperio
en la apariencia, en el fondo una alabanza? (definición de ironía de
Enrique de Villena, contemporáneo) [16].
Si como animal, el can , en cuanto a sus relaciones
con Minerva, era "fabulilla,' también lo era el
ximio como antropoide. La porrada, en su significación
literal, consistía en la yuxtaposición y gradación de los nombres
de animales bien lograda por Sempronio, que, muy a lo bestia, creía
o daba a entender que de animales se trataba. Otra cosa pensaría
Calisto --y el lector irónico-- conocedor del equívoco y los dobles
matices de lo literal y lo lúdico, del nombre y del
apelativo. SEMP.__Testigo
es el cuchillo de tu abuelo He
aquí un elemento nuevo; un tercer elemento inexistente en los
ejemplos anteriores de la gradación. ¿Qué significa esto? ¿Un
cuchillo, testigo de qué? De tratarse de apuñalar a alguno de los
implicados, ¿a quién? El cuchillo parecería encerrar una
connotación violenta, una acción hiriente, mortífera, indicando que el abuelo
de Calisto le dio muerte al simio, o a la abuela; o que el abuelo
y/o la abuela se suicidara. ¿O fue el ximio el que usó el cuchillo
contra el abuelo y/o abuela? ¡Increíble la gama de conjeturas que no
han sabido contestarnos los que sostienen el significado literal de
cuchillo! Extraordinaria es la polisemia y ambigüedad
de la frase, y más, si se le añade una acepción que no tenga nada
que ver con la de matar, apuñalar; una acepción figurativa, un
"eufemismo" que dé lustre y esplendor a la sexualidad del contexto,
"cuyo seso sexo." La
vida licenciosa del rey era de todos conocida, como es testigo la
multitud de documentos que se conservan. En ellos, se nos habla con
detalles de sus partes pudendas, de su impotencia, de su
promiscuidad. Se nos habla de las prostitutas de Segovia y la
publicidad que daban a las deformidades anatómicas de Enrique IV,
cuya publicidad, --se especula-- fomentaría el propio rey con el
fin de obtener la nulidad de su matrimonio, que al fin conseguiría.
La violencia es un tema totalmente ajeno a nuestro texto; es más,
totalmente ajeno a todo el AUTO. He dejado establecido que la razón
de la elección del toro y
el can se debía a la peculiaridad, entre los animales, de sus penes.
De modo semejante sobresalía, entre los humanos, la peculiaridad del pene de Enrique IV,
según los documentos de aquel entonces.
Buen testigo era el cuchillo; no se trataba de un cuchillo
cualquiera. No cabe pensar en un testigo mejor de las actividades sexuales del rey
que su "pene," representado aquí por el eufemismo "cuchillo,"
-- en una acepción eufemística no extraña en textos literarios como se verá--
acepción, por otra parte, que muy bien pertenecería a las chirigotas,
chácharas de las prostitutas para sugerir la facilidad con que las
penetraba, tratando de halagar al cliente sumamente importante y
--me imagino-- no manco en recompensas. El
cuchillo del abuelo: "pene" He
estudiado una larga selección de textos medievales, anteriores y
contemporáneos a La Celestina, y he comprobado que es
rarísima entre ellos[17] --hoy
no nos sería tan rara-- la predicación de un objeto
como testigo de algo; aquí, testigo de la acción u
operación del cuchillo. Testigo, en su misterio y sustancia, es un
derivado directo de testículo, del
latín testiculum [18]. El autor, en un contexto marcado
en su sentido literal por la sexualidad cruda, aunque disimulada, nos lleva del
sometimiento de la abuela al ximio y
al cuchillo del abuelo como
testigo. Cuchillo aparece en los diccionarios
importantes de la época, los de Palencia y Nebrija, como sinónimo de
espada y asociado en sus operaciones a la vaina o
vagina. El
cuchillo va asociado con su vaina, como el pene [19] a
la vagina o "vaina" [20],
palabras ambas provenientes de la latina VAGINA. En
un Lexicon medicum del s. XVIII se define así la
VAGINA del útero de la mujer: Est ineaatus ille,
cui virilis in coitu penis inditur, non aliter quam vaginae gladius aut
culter [21] [conducto
por el que en el coito se introduce el pene viril no de otra manera
que como por la vaina la espada o el cuchillo]. Tenemos, pues,
que cuchillo, en su asociación mental con vagina, y en el
contexto inmediato de testigo, se refería, más que a un objeto físico
o utensilio de cortar del abuelo, a la parte anatómica,
concretamente, a su pene. Ello
nos llevaría a concluir, por sinécdoque, que Sempronio ponía por
testigo al propio abuelo de Calisto. El autor conseguía fortalecer
la ambigüedad de la frase y salvarse de cualquier tipo de
recriminación o represalia legal o religiosa. Sempronio contestaba
a la pregunta retórica que él mismo se hacía: Lo de
tu abuela con el ximio, ¿Hablilla fué? Que se lo pregunten
al "cuchillo" de tu abuelo, el más autorizado para sentir y
testificar si la mujer con quien copuló era o no era virgen, había
sido o no penetrada --valdría de pensar que fue su cuchillo el que
cortó el himen de su abuela--. El "bestia" de Sempronio dejaba así lo
de la abuela en el aire... Propongo
pues que cuchillo debiera interpretarse como
"eufemismo," en la noble tradición de lo imaginativo, lo literario, lo
fálico, lo lúdico, sarcástico; o sea, en la línea del contexto más
amplio, en la línea de otros muchísimos textos, narrativos y
poéticos, sagrados y vulgares, serios y burlescos. El autor juega
con el lector en un juego de acertijos muy del gusto de la época.
Se asocia la abuela con el abuelo, la abuela sometida al "mono"
abuelo; el cuchillo (o lanza) del abuelo se asocia a la vaina (o
vagina) de la abuela. Sin duda, el "misterio y la sustancia" de
todos estos nombres ofrecen a nuestra imaginación un prisma de
reverberaciones verdaderamente fascinantes. El
cuchillo de mi interpretación seguiría encerrando la función de
objeto punzante, hiriente, pero en acepción traslaticia, fálica. Lo
saben muy bien los poetas. En Floresta de poesías del Siglo
de Oro se recoge puñaladas, clavar, enclavar,
herir con acepción, según los autores,
de fututio o acto sexual; espada, clavo, dardo,
lanza con acepción de pene. Rubén Soto Rivera ha propuesto
que la cuchillada, "el rasguño en la cara de Celestina no es
exclusivamente una representación fálica (por metonimia), sino,
además, una figuración de la vulva"[22]. Para
los psicoanalistas el cuchillo, como otras armas
puntiagudas, punzantes, puede ser símbolo del falo y
la vagina es como una herida abierta; herida de la
que, en el caso de la abuela de Calisto, fue testigo y causa el
cuchillo de su ximio abuelo. Las
fantasmagorías eróticas de Sempronio no distan de las que desde
tiempos remotísimos se divinizaron en
las saetas de Cupido; se acercan a las de Ausonio
(s. IV), gran tratadista de lo lúdico, que parafraseaba con un
insuperable sentido del humor, con fuerza cómica no exenta de
calidad literaria, unos versos de Virgilio sobre el caballo de
Troya, para describir el momento en el que el novio traspasa el cuerpo de
la doncella con su asta; fantasmagorías que se expresan
como lanza y otras armas en las poesías eróticas
del Siglo de Oro; o como espada caliente que, en
el siglo XX, el poeta dominicano Franklin Mieses Burgos sentía
"entre sus ingles;" la misma espada con la que el viento-hombrón de
Lorca perseguía a Preciosa; y no falta en Lorca, gran tesorero de
símbolos fálicos, la mención del puñal y más claramente,
en Bodas de sangre, el cuchillo o
cuchillito ... "que penetra fino por las carnes
asombradas" [23].
En un terreno poco poético, relevante no obstante, puede añadirse
que la palabra chafarote o chafalote, del árabe, (cuchillo,
alfanje) se emplea en muchos lugares de América con el significado
de "pene." Las
fantasmagorías eróticas de Sempronio se acercan a las de otros
escritores satíricos de su época y otras nacionalidades, entre los que adquirió fama
Pietro Aretino (1492–1556), autor de Diálogos picarescos. Aventuras de monjas, casadas y Prostitutas; en semejante vena
podemos incluir al autor, que viene más a nuestro caso, Heinrich Bebel (1472-1518), estudiante en la universidades de
Krakow and Basilea, profesor de poesía y retórica en la
Universidad de Tubinga, quien nos documenta cómo el uso del eufemismo
"cuchillo" por "pene" en ciertos contextos conducía a malentendidos
desafortunados, como en esta anécdota "carajifársica" entre curas y
monjas. Las monjitas no se atreverían a nombrar el "pene" en el confesionario por su
nombre propio y prefirieron usar el eufemismo
"cuchillo"; el confesor, cándidamente (como es fácil que les pase a otros), interpretó "cuchillo" en su significado
literal: Tres
moniales confitebantur cuidam sacerdoti.
Prima
dixit alienum in vaginam suam cultellum imposuisse.
quod sacerdos non intellexit, nec etiam pensitavit.
ob huiusmodi quarundam muliercularum superstitiones,
quae res minimas pro peccato
habent. Tres
monjas fueron a confesarse con un sacerdote. La
primera se acusó de que el cuchillo de otra persoma había penetrado
su va[g]ina, lo que el sacerdote no entendió, y ni
siquiera recapacitó, por aquello de que algunas
mujercitas, llevadas de semejantes supersticiones,
consideran ser pecado cosas sin
importancia. Altera
dixit duos se cultellos imposuisse suae vaginae. quod
iterum neglexit. La
segunda le habló de dos cuchillos habeles pentrado
su va[g]ina, cosa que el cura volvió a
desestimar. Tertia
vero tres confessa est. Cui sacerdos Quid hoc
nocet? Una
tercera, por su parte, se confesó de tres. Entonces
el cura le preguntó: "¿Y qué hay de malo en eso?" Audite
meretrices pessimae, non estis absolutae. male enim
narrastis. quoniam penis et cultellus non sunt
idem.(Referencia) "Oidme,
putas miserables, no estáis absueltas. Mal me
informasteis, pues no es lo mismo "cuchillo" que
"pene." Es
este replanteamiento de correspondencia y congruencia
interna de los textos, replanteamiento de endocrítica,
que se pregunta no tanto
el por qué dice
algo un escritor (razones documentales,
otros canes y ximios de
las historias), como el para
qué (su propósito, sus razones
literarias, estéticas). Se intenta lograr, pues, con este
replanteamiento
una recreación en su
doble sentido, el de entretenimiento o placer estético y el
de aportación personal y emocional que en todo lector
suele engendrar la lectura. La aportación inesperada de
Calisto fue una benigna reacción. Pudiera decirse
que aun más que la alusión del criado
al ximio fue la
del cuchillo de tu abuelo, como
testigo, la que más gracia le hizo, por lo inesperado,
por ser el colmo de la sarcástica farsa: ¡presentar al
"impotente" como testigo de su propio acto sexual!
Claro, lo que el autor pretendía es que les cayera en
gracia a sus lectores; ¿de qué otro rey se podría decir
--por él sancionado-- que su pene era el hazmerreír de todos en los
corrillos y mentideros del reino? Sería
difícil encontrar otro rey a cuyo pene se le dediquen
tantas páginas web como al de Enrique IV de
Castilla. He aludido a que la
referencia al
ximio de la abuela era el elemento de la
gradación en el que se cifraba la atención del anónimo autor,
como lo ha sido de la crítica. Pues bien; admitido que
era Enrique IV el representado en
el ximio y que la
característica anatómica más relevante y peculiar era su pene,
nos explicaremos porqué el autor eligió el mito del
Pasifé con el Toro (con su enorme pene) y adulteró la
leyenda de Minerva para dar entrada a el can (por su
pene estrafalario y su prolongado apareamiento). Si
leemos la gradación hacia atrás, se comprenderá mejor.
Las porradas --carajadas, en este caso provocantes a
carcajadas-- de Sempronio, van dirigidas a aquellos que pudieran
captar el lenguaje críptico, el misterio de la alusión. De
representarse en teatro o cine, Calisto podría pronunciar
las palabras de su reacción con una mueca, un guiño, o
tratando de contener la "carcajada" con el
auditorio: ¡Enrique
IV, un esperpento de rey! ¡Su pene, menudo churro!,
según se nos describe: "en su origen... delgado y
pequeño, pero luego hacia el extremo se alargaba y era
grande, de manera que no podía enderezarlo." ¡Menuda
porra! Calisto terminó por contagiarse del lenguaje
"carajifársico." Esta frase final es el broche de oro con
el que se cierra la sátira al pene del "Impotente," incapaz de
erección.
Si
ahondamos un poco más en el "misterio," comprenderemos
que porradas es un
derivado de porra, vulgarismo por pene, documentado por
escrito en las poesías eróticas del Siglo de Oro, y en
el habla del vulgo en los pueblos de habla hispana de
ayer y de hoy; compárense las expresiones
de ir o mandar
a la porra, al carajo, al coño, al cipote, sin
mencionar otras por mantener el decoro. Es decir, el
autor hace al protagonista sucumbir a los usos
plurivalentes de los vocablos, transcendiendo lo literal
y literario para acercarse a lo lúdico, incluso lo vulgar.
Este intercambio de "cuchillo," de Sempronio, y "porradas," de
Calisto, puede asociarse con el anterior
de piedra y
asno de otras diatribas. Es
significativo el hecho de que el amo, en esta ocasión,
hiciera uso excepcional de un aparte que, en honor a la
decencia y dignidad, el criado no debía oír de boca de
su amo. Si porradas, de
acuerdo con los documentos recogidos
en Corpus del
español de Mark Davis anteriores al siglo
XVI, se empleaba en el sentido de
"golpe", decir
porradas aparece por primera vez en nuestro
pasaje, lo que nos induce a sospechar que el autor
quisiera darle a la expresión una connotación críptica,
equivalente a "decir carajadas;" "decir o hacer una
carajada", se usa en Hispanoamérica, con diversos
matices de significado entre los países; "dar un coñazo"
significa en Venezuela dar un golpe fuerte (DRAE),
con otros matices en otros lugares. Carajo, palabra
repetida ad nauseam en
el Cancionero de obras de burlas
provocantes a risa (Valencia,
1519), inspira la
famosa No
era la primera vez que las ocurrencias
del maldito de
Sempronio le hacían reír a Calisto, mal que le pesara. En
realidad, todo el contexto que precede a nuestro pasaje es
un prolongado intercambio, un tanto distendido, entre
bromas y veras, "burlas provocantes a risa", de amo y
criado. Véase. Parece como si cada personaje estuviera hablando a los de su
clase social, con su punto de vista personal y lenguaje
apropiado. El autor del AUTO, a lo largo de su obra y
obviamente en el texto aquí analizado, juega con dos
planos semánticos un tanto contrapuestos, el plano de
Calisto, persona refinada,
letrada, de claro ingenio, de gentil
disposición, de linda criança, que se mueve
en una onda metafórica, y el plano del criado que, a lo
bestia, no va más allá del significado directo, realista
de las palabras. Entre sí no parecen entenderse.
Sempronio no entiende las hipérboles amorosas de Calisto
que, al ser preguntado si era cristiano, se confesaba
melibeo, y creía que Melibea, más que mujer era dios, a quien
adoraba y amaba; según aquél, el pecado de Calisto que buscaba
la posesión de su dios, superaba en gravedad a los de
Sodoma. Los cabellos de Melibea eran para Calisto
madejas de oro
delgado que podían convertir a
los hombres en piedra; más bien en asnos, según el
criado. No entendía éste que el fuego que atormentaba a Calisto
pudiera ser mayor... que el que quemó
tal cibdad [Roma] y tanta multitud de
gente. [24] Abundaban las leyendas sobre ayuntamientos de mujeres con monos;
criado y amo son personajes de leyenda; son meros
portavoces de la imaginación y el arte, cautivos de las
fantasmagorí.as eróticas de todos los tiempos. En esta
juerga retórica abunda, como era de esperar, el juego de
equívocos. [25 ¿Escocióte?-- ¡Erre que erre!
La "carajifarsa" se revela desde aquella primera palabra
de Sempronio alcançar hasta
esta última escocióte. El
verbo "escocerse" parece el más apropiado y empleado
para referirse a las molestias del pene (belanitis) y
sus alrededores, el escozor que parece estar asociado,
en las etapas del desarrollo a la niñez. Aquí, en la
mente del autor, como explicamos más arriba, a los
diminutivos testigo (cojoncillo)
y cuchillo (colita), con
sutil alusión a las partes pudendas del abuelo mediante
la bisemia connotativa de cariño y pequeñez. En nuestra
época, en contrate con los tiempos de Calisto, tras los
grandes logros en el campo de la medicina y la higiene,
el escozor en la zona de las partes pudendas se ha
mitigado enormemente en cuanto a las molestias y reducido en
cuanto al número de afectados. He tratado de esclarecer el pasaje de manera integral, descifrar
algunos de sus valores polisémicos con un criterio en
consonancia con la sexualidad del contexto, y con ello
acentuar la "vis cómica del texto" con el fin de
estimular la imaginación del lector, su sensibilidad
emotiva. El autor de nuestro texto lograba, en
el misterio del pasaje,
bajo una "aparente" recriminación de la abuela de
Calisto, "ilustrar" el noble
linaje de Calisto, a quien, en lenguaje
críptico, satírico, grotesco si se quiere, siempre, sin
duda, misterioso, parecía hacerle nieto del "Impotente."
No ha sido mi propósito, como he señalado, el
identificar a los abuelos biológicos de Calisto, pero me
resulta obvio que Sempronio --en el empleo literal de su
lenguaje-- sugería que su amo descendía del ayuntamiento
de el
ximio con su abuela. A lo largo de esta
explicación he hecho referencias al bestialismo, todo para
llegar a la conclusión en este corolario de que tal
bestialismo se dio en el primer ejemplo, bien conocido como tal, de Pasifé
con el Toro, y en el segundo, de la diosa Minerva con el
can, caso inventado ad hoc por Sempronio. ¿Quién podría sostener que la abuela de
Calisto fue la única de las tres mujeres en someterse a
una bestia? ¿Y que Calisto permitiera al criado tal
acusación, cara a cara, casi sin inmutarse? Nadie, sin
duda. La abuela de Calisto se sometió a
un mono, siendo "mono"
simplemente un apelativo con el que muchos se referirían al
rey Enrique IV, cuyas distorsionadas facciones, según la Crónica, le asemejaban al mono.
Dada la promiscuidad del monarca con
prostitutas de Segovia, con damas y caballeros de la
corte (también se le acusaba de homosexual), y dados sus esfuerzos
extraordinarios por vigorizar sus órganos sexuales con
consultas con médicos italianos, considerados en la
época como grandes expertos en cuestiones de erotismo,
más exóticas expediciones a África en busca del cuerno
de un unicornio (rinoceronte?),
muy apreciado por sus virtudes afrodisíacas, más los
experimentos de fecundación in
vitro (FIV) con la "cánula de
oro," literariamente quedaba el campo abierto para
fantasear, en "hablillas," sobre las múltiples
relaciones amorosas que el monarca pudo haber tenido,
incluso, porqué no, con la abuela literaria del
Calisto de noble linaje, de claro ingenio,
etc. [27] El recital de Sempronio se acerca a un meritorio poema, entendido
éste como un entrelazado de imágenes, relacionadas entre
sí y capaces de infundir una emoción. El punto
culminante de la gradación de imágenes de bestialismo lo
ocupa la imagen del "cuchillo de tu abuelo;" esta
gradación sigue una ruta de alternancia de claroscuros.
Aquí,
el claro del
"toro blanco" de Pasifé y
el oscuro de
ésta, escondida en las lóbregas entrañas de la vaca a la
espera de ser penetrada por el inmenso pene bovino.
Añádase el " oscuro"
del Minotauro, producto de esa cópula.
El claro de
"Minerva, entre los romanos, Atena, entre los griegos, la
más bella y amable de las diosas, la siempre virgen, la
que dio nombre a Atenas y nos dio a todos el olivo, y
el oscuro de
ésta sometida al can, en el más horroroso --y doloroso-- de
los apareamientos con una hora de bloqueo y tortura.
El claro de la
querida abuela de Calisto "de noble linaje," y
el oscuro de
la fealdad del mono, tan cercano a los humanos y al
mismo tiempo tan extraño, que nos infunde miedo, nos
causa risa y nos da pena (como si en el subconsciente sintiéramos que tantos monos se quedaran a mitad del camino
de la evolución a humanos). El cuchillo del abuelo es
eufemismo que marca el final de la "carajifarsa" y el
final de la sátira de la monarquía y el noble linaje.
Cuando Su Majestad el Rey casó con Juana de Portugal,
comenta un escritor, "Por
los mentideros circulaban atrevidas palabras acerca de
los encantos de la nueva reina, los cuales ′eran capaces
de levantar a un muerto.′ Quizá a un muerto sí, pero no
al miembro viril de Enrique." ¡Qué
irónico Sempronio: llamar cuchillo a la piltrafa de pene
de Enrique IV, que le convertía en "Impotente"! El claroscuro de esta imagen está bien
esbozado en aquel refrán de Correas, citado más arriba y
aquí ligeramente parafraseado, poniendo de relieve los
efectos retóricos del eufemismo y la
metonimia: Sempronio cumplió perfectamente con su cometido, del que se había
dado cuenta Rojas en
su Carta: "El
autor a vn su amigo" al comienzo
de La Celestina. Si se me permite parafrasear al estilo de Menéndez y
Pelayo, yo despojaría su comentario de las connotaciones
socio-religiosas, raciales, peculiares de su época, para
encajarlo en un marco sociopolítico, de todos los
tiempos, viendo en la presentación que hace el autor de
la turpitud moral de tal nieto para tal abuelo, un
propósito satírico de ridiculizar la veneración, la
entronización, la idolatría de la pureza de sangre, de la
monarquía y del noble linaje. O, si se
prefiere evitar las peroratas moralizantes, puede que se
trate "simplemente" del Anónimo Autor, de entre las
pobladas filas de detractores de Enrique IV, que
aprovecha la "juerga retórica" para lanzar un dardo
envenenado contra el "Impotente" Rey. El autor del AUTO,
siguiendo el viejo consejo de "tirar la piedra y esconder la
mano," nos oculta su nombre para evitar represalias --son
cuantiosas las obras satíricas anónimas de la época-- o,
mejor, convenientemente se esconde bajo el nombre de
Sempronio. Cada lector queda invitado a sacar sus propias ilustradas
conclusiones y contribuir con su granito de arena o "mármol de
Carrara." Durham, North Carolina, publicado por primera vez online en Abril
2006 (última revisión de refundición: Noviembre,
2017). Nota del
autor: se realizarán revisiones,
ampliaciones, con frecuencia; se agradecen los comentarios de los
lectores al
autor del
artículo.
N O T A
S El hallazgo
de nueva y relevante documentación me ha
impelido a hacer esta refundición de mi
anterior artículo de
2006 "El
ximio [mono] de la abuela y el cuchillo del
abuelo de Calisto: identificación" Quiero expresar mi más sincero y profundo agradecimiento a
mi buen amigo y compañero de estudios,
Profesor Francisco López Herrera, por su
extraordinaria y desinteresada ayuda en la
confección de esta "explicación
integral" [3]. Para
comprender mejor esta explicación integral y
el carácter satírico de nuestro texto, es
conveniente que el lector se familiarice, si
no lo está, con el marco histórico en el que
fue escrito, particularmente, las tendencias y desviaciones
sexuales de rey Enrique IV, el Impotente.
Consúltense estas
referencias "Enrique
«el Impotente»" Leer
especialmente: "
Debate sobre la salud y sexualidad de
Enrique
IV," También Enrique
IV de Castilla, un rey entre
sombras. [4].
La exprersión se sometieron, evoca textos de matices religiosos, que definen las relaciones marido-mujer de acuerdo con las exhortaciones de San Pablo (Ef. 5:22): [5]. Bibliografía
de fuentes El lector
podrá apreciar la frecuente mención de
Pasifé -- versión gráfica que he escogido--
en los textos medievales, con su variedad de
grafías (PASIFAE, PASIPHAE, PASIPHE, PASIPHA, PASIFE),
en Corpus
del Español (escriba
en la ventanita de
búsqueda pasi*). Es ésta una
extraordinaria herramienta de rápida, fidedigna y
fácil consulta que nos ha ofrecido el
profesor Mark Davies, con cotejo de multitud
de obras castellanas de todas las épocas.
También pueden consultarse en
este Corpus los
textos donde aparece Minotauro, y los de Antico
por Antioco. Me voy a referir con frecuencia
a esta obra. Me atrevería a añadir que en el
mito de Pasifé con el toro se historia la
obsesión de hombres y mujeres con el tamaño del pene; pene
mirado con asombro en vida del toro y muy útil y
apreciado póstumamente como vergajo (de
verga). [6]. Corpus
del
español (buscar miner* para
las diversas grafías y múltiples
referencias. La referencia a la
virginidad de la diosa recogida por Alfonso de
Palencia en (Universal vocabulario de latín en
romance.) El Anónimo Autor, demuestra estar al corriente de la castidad de Minerva; su personaje Sempronio, por su parte
demuestra ser un despiadado iconoclasta,
convierte a la diosa virgen y pura, de un
nacimiento inmaculado, en "perra," verdadera
blasfemia, injuria injustificada a la gran
diosa y la cultura grecorromanas. El Anónimo Autor,
sin duda, llevaba algún propósito especial en su mente para someter a la casta diosa a el can, el más impúdico de los animales.
Antes de la invasión automovilista en nuestras ciudades
el apareamiento de perros era el
espectáculo de mayor atracción en las calles
de los pueblos, especialmente para la chiquillería. Los
chavales se avisaban de dónde había perros pegados,
para acudir a arrearlos con premura y verlos
sufrir mientras aquellos se deleitaban entre
gritos y carcajadas. Con la invasión del
automóvil el perro callejero se ve recluido en el hogar con
sus dueños y ha perdido la libertad y autonomía caninas
de que gozaba en tiempos de Calisto y
Sempronio y siglos posteriores. Y el lector de nuestros días que
haya crecido en una cultura de
perro-mascota, se encontrará en desventaja en la
reconstrucción de imágenes de "perra" como mujer
promiscua, como aquellas perras de antaño
cuya camada de media docena de cachorros
podía implicar a cuatro o cinco machos diferentes. Si
más arriba, al hablar de la longitud del pene del
toro, comenté en la nota anterior sobre la
obsesión humana con un pene de largo tamaño,
valga aquí señalar que el autor satiriza en
el prolongado coito canino la apetencia humana por un coito
de mayor duración. Sabía Sempronio que sin pene no había sexo y
le interesaba preparar el ambiente narrativo para acomodar al "pene del mono," como a su tiempo voy a explicar. [7]. Auto
I:′Minerva con el
can′," NRFH, VII, 1954,
pp. 470-474. El profesor Green se refiere a Rojas como el autor del Auto (teoría, hoy, pasada de moda) con el fin de
dar a entender que estaba enterado de las oscuras referencias que él aduce sobre el matrimonio Minerva-Vulcan.
El principal documento que Green aduce procede de De Civitate Dei Liber XVIII de San Agustin sobre el nacimiento de Erictonio:
[8]. (Vulcano,
la grafía más abundante, aparece en muchos
textos medievales
como Vulcan, Bulcan, Bolcan, Vlcan,
Ulcan, pronunciado en estos
casos Ulcan).
Cf. Corpus
del español. (buscar, para las
diversidad de grafías y
noticas *ulca*). Hay
comentaristas, Miguel Marciales y Lozano-Renieblas,
que han rechazado la propuesta de Green con
base en la inexistencia de la grafía Vulcan en
la tradición medieval
castellana. No es cierto, como se ve por los textos del Corpus acabo de citar. Tras largas reflexiones sobre la teoría de Otis Green,
distinguido humanista, me inclino a elucubrar que la acusación de Sempronio --rayana en blasfemia-- de un "sometimiento" de
Minerva "al can" heriría tan profunamente su sensibilidad de humanista, que se lanzó a investigar por todos los rincones del pasado
una solución que neutralizara la aparente blasfemia, al tiempo que exculpara al autor. [13]. Erich
von Richthofen, "Lo de la ′abuela con el
ximio′: otra expresión humanística y
caballeresca (de
LC)?" Cuadernos para Investigación de la
Literaturra
Hispánica 5 (1983): 133-34.
La ingeniosa sugerencia de este corto artículo, en la
línea de la "deturpación" de que hablaba
Otis Green ("uulcan" = el can; "eximio" =
el ximio), no contó con la debida atención
de los críticos, quizás porque el autor se limitó a hablar
de la existencia del
adjetivo eximius en
latin sin documentar su empleo en castellano
con anterioridad a La
Celestina. Joan Corominas, por su
parte, data la entrada
de eximio en 1438
con Enrique de Villena (?) (Breve
diccionario etimológico de la lengua
castellana. Madrid:
Gredos,1967). El Corpus del
español de Mark Davis
recoge en Tratado
de la reformación de la
ánima de Pero Díaz de
Toledo (n. 1480): Esto se dize que fizo aquel
uaron de eximia sabieza
Moysen del qual entre todas las gentes es el
mayor nombre en
sabieza (buscar eximia ).
Búsquese, también en el
Corpus, eximius y eximio para
mayor
documentación. [14] La
Eneida traducida, Bib. Nacional
(Madrid), ms. l874, fol. l30
vto. [15].
Enrique IV,
mono. Cliquear aquí para información
sobre la fealdad de Enrique IV, a quien algunos
tildaban de mono.
[16].
Pienso yo que si Sempronio hubiera dicho "mono" en vez de "ximio" "otro gallo nos cantaría", es decir, los editores de La
Celestina apercibidos de esta
noticia de la Crónica, la habrían
incluido entre las notas al texto; estoy seguro de que en
tal caso la crítica se habría encauzado por
derroteros muy diferentes. Por ejemplo,
puede que se hubiera propuesto una
enmienda meramente ortográfica del texto, como "con el Ximio," como un doble
apelativo (celestinesco) del Impotente. Con respecto a la violencia y la muerte, de alguna manera dominantes en el
resto de
la Tragicomedia, hay que
decir que brillan por su ausencia en el AUTO. De 193
vocablos afines controlados
en La
Celestina solo se encuentran tres en el
este AUTO, lo que me sirvió como en uno de
los varios criterios para proponer
la existencia
de tres autores en
la La
Celestina. Entre los comentaristas, Miguel Marciales
propuso que el
cuchillo debía entenderse
como cuclillo, es
decir, cornudo. Interesante propuesta que
parece imitar a la anterior
de el
can por Ulcan;
el inconveniente es que mientras en ésta se
sustituye un vocablo desconocido por otro
muy
común, cuchillo y cuclillo son
vocablos igualmente comunes (en todo caso
cuchillo más común que cuclillo), por lo
tanto, sin razón para que Sempronio, los
confundiera por etimología
popular. [18]. Testiculus.
i. por el cojoncillo Testis testis. por
aquel mesmo Testis testis. por el
testigo (Antonio
de
Nebrija, Dictionarium
latino-hispanicum, buscar cojoncillo). Se suele explicar
que testigo y su
larga familia semántica mantiene la
referencia a la costumbre antiquísima, entre
hebreos, del "testigo" que solía poner la
mano sobre los genitales para jurar de la veracidad de su
testimonio. En el Génesis (24, 2 y 9), Abrahán le
ordena a su criado "Pon ahora tu mano debajo
de mi muslo... Entonces el criado puso su
mano debajo del muslo de Abrahán su señor, y
juróle sobre el asunto..." En el Antiguo Testamento "muslo"
(femur en latín) es
un eufemismo frecuente por los genitales
masculinos y femeninos (Gen 24,2 y 9;
47,29). A Lemuel se le avisa de que no entregue su muslo a
las mujeres (Prov. 31,3). A los descendientes
directos se les denominaba los procedentes
del muslo del hombre (Ex 1,5; Jue
8,30, de femore, en la Vulgata). En
una maldición a la mujer fornicaria (Núm
5,21), la increpa el sacerdote asegurándole
que hará Dios que se le pudra el muslo y que
su vientre hinchado se raje en pedazos. Mucho más
sobre pie pierna, muslo,
etc. como eufemismos por los
genitales, con abundante documentación,
puede verse en mi artículo sobre el milagro
de Berceo "La
abadesa embargada por el pie" En latín existen las
palabras testis (=
el que testifica) y su
diminutivo testiculus (
=testículo). Algunos autores emplean
también, con poca
frecuencia, testis en
la acepción de su diminutivo. No se ha
encontrado, sin embargo, entre los autores
latinos una explicación sobre
cómo testis --y
su diminutivo-- adquirió una acepción tan
extraña a la primaria; de ahí que se haya
especulado que, por razón de alguna
costumbre semejante a la hebrea, el diminutivo se
especializara para significar lo que tocaba el que daba
testimonio: los testículos. En castellano
"testigo," el derivado directo del
diminutivo testiculus,
adquiere la significación primaria
de testis;
mientras "teste," el derivado de testis, desusado,
adquirió el signifiacado del diminutivo
latino testiculus. Finalmente, dado que los escritores de la época eran tan
conscientes de la etimologías, no me cabe duda
que el Autor Anónimo, al juxtaponer los
diminutivos testigo (cojoncillo)
y cuchillo (colita),
aludía, con retintín, a las partes pudendas
del abuelo mediante la bisemia connotativa
de cariño y pequeñez. [19]. En
latín penis (= el
pene) significa primariamente cola o rabo, y
una palabra común para designar el sexo
masculino
era gladius (espada)
y de ahí que el femenino pasara a
denominarse "vagina" (=vaina) donde se
introducía la espada o el cuchillo. La
entrada de pene en
el español data, según el Corpus del español,
de 1507 Primer
viaje alrededor del
mundo de Pigafetta,
Antonio. (1480-1534) Buscar también
*ulua; con el tiempo la vulva llegaría a
denominarse
también vagina, cultismo (raro en
latín clásico con referencia a los genitales
femeninos, aunque documentado ya en
Plauto). Pene que Según Cicerón, (ad
Familiares, 9,22) ya en su tiempo empezaba a
especializarse en el sentido propiamente
de "órgano
del sexo," en su
respectiva traducción del latín a las
diversas lenguas europeas modernas, es de
entrada relativamente tardía. Este fenómeno, en español, puede
explicarnos el uso de términos vulgares,
o disfemismos como carajo y
otros para designar el miembro viril en
la Carajicomedia (carajo
(57 veces; 2, en
el Cancionero de
Baena; pija (17) verga; (4). Es decir, que nuestros
escritores, tras la notabilísima herencia
lingüística grecorromana, se encontraban en
situación muy semejante a la de los que
escribieron los textos bíblicos, en lo que respecta
a la nomenclatura anatómica de los órganos sexuales:
tenían que echar manos de eufemismos o
disfemismos. [20]. Ha
de tenerse en consideración que Nebrija da
como traducción
de gladius y ensis, cuchillo y
espada, como si los considerara sinónimos.
Sempronio podría haber puesto por testigo la
espada del abuelo y haber mantenido las
mismas connotaciones (ver documentación
en Corpus
del Español,
buscando *aina, vagina,
gladius, ensis, etc.). A propósito de estas asociaciones, recuérdese el refrán que
recoge
: [22]. R.
Soto Rivera, "Celestina, la de la
cuchillada" Exégesis, Año 11,
Número 33, y en
Internet . Puede
consultarse
también Floresta de poesías..., citada en la nota anterior; la
obra lleva un buen índice donde se incluyen
palabras de interés
como Espada, Punzón, Dar el
acero, Espuela, Espolón, Estoque,
Hendidura. [23]. Debo
la referencia de Ausonio a Juan García
Gutiérrez quien también me recordó los
versos de "Preciosa y el aire:" ASTA Preciosa tira el pandero CUCHILLO... CUCHILLITO Puede complementarse la documentación buscando en
Google símbolo
fálico puñal, navaja o
cuchillo, y en
inglés, dagger phalic
symbol. Estos planos contrapuestos de lo que pasaba por la mente
del bestia de
Sempronio y por la del gentil Calisto, se
expresan admirablemente en nuestro refrán
español recogido por
Rojas: vno piensa el vayo y otro el que
lo ensilla (Acto
XIX). Los dobles planos lingüísticos y semánticos fueron más
tarde explotados por Rojas, en su continuación,
con gran brillantez en su aplicación al
servicio, tema que los sirvientes, por
vivencia personal, conocían a las mil
maravillas. Para los criados el servicio, experiencia diaria,
era lo mismo que servidumbre, cautividad, muy
lejos por lo tanto de ser sinónimo
de sacrificio,
deuoción y obras pías, conceptos literarios; he tratado
largamente este tema Según P. Alzieu et alii, en
su Floresta de poesías
eróticas del Siglo de Oro, Université
de Toulouse - Le Mirail, 1975 "Alzar la
porra"
significa arrigere (latín por tener
una erección o, en el moderno argot,
empalmarse). Véase también la palabra
"porra" en
erotismo de Camilo José Cela con citas
de textos selectos. En un soneto atribuido a
Quevedo, Epitafio a una
dueña, aparece la
porra en acepción de
pene. En una fábula de
Samaniego, Al
maestro,
cuchillada se lee: Finalmente, no podemos cerrar esta explicación sin
mencionar las obras de investigación de mayor relieve
sobre Enrique IV (que sinceramente
recomiendo s los lectores), como
son Ensayo biológico sobre Enrique IV de
Castilla, de Gregorio
Marañón, 1887-1960 y Enrique
IV de Castilla (1454-1474). Un singular
enfermo urológico de
Emilio Maganto Pavón. Este diagnóstico médico de "enfermo" me estremece, tras
haber tratado el tema con aparente regocijo, rayano en mofa, a costa de un enfermo.
Menciona Sempronio, sin mayor explicación, tres ejemplos de
aparente zoofilia, con tres distinguidos personajes femeninos y
sendos animales. Existe el peligro entre los críticos de prestar
demasiada atención a la adecuación de la narración de Sempronio con
la información mitológica. Nótese cómo eso es lo que más lejos está
de la atención del narrador, que no se para en dar detalle alguno.
Sus referencias no pueden ser más escuetas o vagas. Simplemente nos
dice: Pasefé con el toro y Minerva con el
can; lo mínimo y suficiente para que los lectores pudieran
forjar en su mente una imagen, al gusto particular de cada cual. Ni
siquiera se preocuparía de que sus animales se correspondieran, o
no, con lo que cuentan las leyendas, como veremos con el
caso el can. Bastaba con que sirvieran para generar una
fuerte imagen de mujeres,
A semejanza de el
can por Ulcan, mayor por Marón,
Antico por Anfión, o, en palabras de Sancho Panza, "tortolitas" por "trogloditas," el ximio pudo muy
bien ser un derivado por "etimología popular"
de eximio, epíteto culto, desconocido para Sempronio,
pero documentable ya en el castellano de los prerrenacentistas;
Sempronio habría oído comentar sobre "el eximio", o
simplemente eximio, por antonomasia, y sus relaciones
con la abuela. Además, es ésta la interpretación que, alejando toda
sospecha de prácticas zoofílicas, deja a salvo el que Calisto
fuera de noble linaje, de claro ingenio, etc. El
calificativo de noble linaje parece reservarse en
los textos medievales a personas relacionadas con la realeza,
nobleza o las clases muy altas de la sociedad. Se implica, pues,
que Calisto debía descender de nobles, eximios progenitores y llevar en
sus venas sangre de reyes. A von Richthofen le faltó identificar
al "eximio" personaje. Para Calisto, si las referencias a las
diosas mitológicas eran fabulillas, la referencia a
su abuela con el ximio, expresado de esa manera y en ese
contexto, no dejaría de reflejar una cruda falta de respeto, una
broma pesadísima, por lo sarcástico e injurioso, una "porrada." Tan
corto es el paso del sarcasmo al insulto.
Dixit illa. trium virorum se congressu
usam. quod cum sacerdos iam primum intelligeret,
priores duas, quas inscius absolverat, celerrime
insequitur, atque acclamans
dixit.
Ella le aclaró que había copulado con tres hombres.
Cuando, por fin, el cura entendió todo lo anterior,
rápidamente busca a las que inocentemente había
absuelto y les echó este
rapapolvo:
Volviendo a las máscaras de el
toro que se distingue por su pene peculiar,
larguísimo, y el
del can estrafalario,
deforme, que ya expliqué, el Impotente de Enrique IV sufría
de una dolencia peneana con malformación de los
genitales. He aquí la descripción del miembro viril de
Enrique IV, según se nos describe en un manuscrito de
Hieronymus Münzer, Viaje por España
y Portugal, 1494-1495 (Versión del
latín, noticia preliminar y notas por Julio Puyol y Alonso, Madrid,
1924). La cita latina completa, con su traducción, dice
así:
Habuit
enim membrum circa radicem debile et parvum,
et in culmine et summitate mágnum, ita que
arrigere non potuit.
Tenía un miembro viril que en su
origen era delgado y pequeño, pero luego
hacia el extremo se alargaba y era grande,
de manera que no podía enderezarlo.
Fecerunt medici cannam auream,
quam Regina in vulvam recepit, an per ipsam
semen inicere posset; nequivit tamen.
Mulgere item fecerunt feretrum (veretrum)
eius, et exivit sperma, sed aquosum et sterile.
Unos médicos hicieron una cánula
de oro que se colocó en la vulva,
para ver si a través de ella podía recibir
el semen; sin embargo no pudo. Hicieron como
un ordeño de su miembro viril [le masturbaron] y
salió esperma, pero acuoso y estéril.
...
CAL.__ ¿Muger?
¡O grossero! ¡Dios, Dios!
SEMP.__
¿Y assí lo crees? ¿O
burlas?
CAL.__ ¿Que burlo? Por Dios la creo,
por Dios la confiesso y no creo que ay otro soberano
en el cielo; avnque entre nosotros
mora.
SEMP.__ ¡Ha! ¡ha! ¡ha!
¿Oystes qué blasfemia? ¿Vistes qué
ceguedad?
CAL.__ ¿De qué te
ríes?
SEMP.__ Ríome, que no pensaua que hauía
peor inuención de pecado que en
Sodoma.
CAL. . __
¿Cómo?
SEMP.__ Porque aquéllos procuraron
abominable vso con los ángeles no conocidos y tú con el que
confiessas ser Dios.
CAL.__
¡Maldito seas!, que fecho me has reyr, lo que no pensé
ogaño.
SEMP.__ ¿Pues qué?
¿Toda tu vida auías de
llorar?
CAL.__
Sí.
SEMP.__ ¿Por
qué?
CAL.__ Porque amo a aquélla, ante quien
tan indigno me hallo, que no la espero
alcançar.
SEMP.__ ¡O pusilánimo! ¡O fideputa!
¡Qué Nembrot, qué magno Alexandre, los quales no
sólo del señorío del mundo, mas del cielo se juzgaron
ser dignos.
CAL.__ No te oy bien
esso que dixiste. Torna, dilo, no
procedas.
SEMP.__ Dixe que tú, que
tienes más coraçón que Nembrot ni Alexandre, desesperas de
alcançar vna muger...
SEMP. __ ¿Escocióte? Lee los ystoriales...
COROLARIO
Atrae los
oydos de penadas gentes;
De
grado escarmientan y arrojan su
carga.
N O T A S
Me complace informar al
lector que la gran mayoría de la documentación,
y por cierto la más interesante, procede de
fuentes autorizadas en Internet; pretendo
demostrar con ello que cada día este medio
es más rico en recursos y útil para el hallazgo de documentos
raros de bibliotecas de difícil acceso. Con
un poco de paciencia y arte en la
formulación de preguntas en el buscador se
pueden obtener resultados sorprendentes. Debo advertir, por
otro lado, que los URL citados pueden haber
sufrido alteraciones que frustran la
conexión, algo así como cuando vamos a la
biblioteca y no encontramos el libro que
buscamos.
Desde el ordenador, sin
moverse de su asiento, puede cada cual convertirse
en un auténtico "ratón de biblioteca," y
husmear por segundos o investigar sin prisa
y sin límite de horario multitud de
bibliotecas virtuales alrededor del mundo. Invito a todos a
consultar Mi
Biblioteca de Bibliotecas
Virtuales Atrás
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ENG. Wives, submit yourselves unto your own husbands.
Tal evocación exacerbaba, sin duda, la baja catadura moral de aquellas señoras de alta clase social.
Añadamos el vocablo "resuellos" con que se resalta el efecto de respiración jadeante tras una cópula brutalmente apasionada.
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Mucho se ha hablado de
la moraleja
de los mitos; el caso de Pasifé parece
haberse pasado por alto. Es evidente en mi
opinión que su moraleja es el repudio de la
zoofilia y aviso contra la obsesión de los humanos por
un pene muy largo, que puede engendrar
monstruos. Atrás
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"Erichthonii regis Atheniensium, cuius nouissimis annis Iesus Naue mortuus reperitur, Vulcanus et Minerua parentes fuisse dicuntur. Sed quoniam Mineruam uirginem uolunt, in amborum contentione Vulcanum commotum effudisse aiunt semen in terram atque inde homini nato ob eam causam tale inditum nomen. Graeca enim lingua eris contentio, thon terra est, ex quibus duobus compositum uocabulum est Erichthonius.".
De Erictonio, rey de los atenienses, en cuyos últimos años se cree que murió Jesús Nave, se dice que tuvo por padres a Vulcano y a Minerva. Pero como tienen a Minerva por virgen, sostienen que en la disputa habida entre ambos, Vulcano, excitado, derramó el semen en la tierra, y por eso se puso tal nombre a quien nació de ahí. En lengua griega, en efecto, ἔρις significa contienda y χθών tierra; así el vocablo Erictonio estaría formado por esos dos.
A Sempronio o, mejor dicho, al
anónimo autor no le preocupaba tanto la verdad del aserto, o su
documentación, como el encontrar otras diosas paganas, a quienes atribuirles actos
de bestialismo, y que sirvieran como
premisas a la siguiente acusación sobre la
abuela de Calisto con el "ximio."
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[9]. PAR.
[habla con
Celestina]... Véole perdido
y no ay cosa peor que yr tras desseo sin esperança de
buen fin y especial, pensando remediar su
hecho tan árduo y difcil con vanos consejos
y necias razones
de aquel bruto Sempronio,
que es pensar sacar aradores a pala y açadón.
No lo puedo sufrir. ¡Dígolo y
lloro!
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[10]. En
el proceso de creación del
autor, Tu abuela con el
ximio es la proposición
que genera la elección
del toro y
el can, por sus peculiares
"penes," para competir con éstos en
peculiaridad y extravagancia, como más
adelante veremos. El autor para convencerse y convencernos
--o no-- decide apoyarse en los ejemplos
precedentes --toro y can-- creando un efecto
de intriga, jugando, en la "carajifarsa,"
con lo verdadero y lo falso, jugando con mitos
antiguos y sucesos contemporáneos, jugando con su propia
mente y la de los lectores. No obstante,
seamos precavidos; poco importaba que
Sempronio, u otro cualquiera en su época,
atribuyera prácticas de bestialismo a personajes de leyenda,
incluso dioses paganos; ahora bien,
atribuirlos a personas contemporáneas, en
una sociedad cristiana, y a su amo, en su cara, ¡inconcebible!. Yo me
atrevería a decir, convencidísimo, que "ni en
broma"
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[11]. Existe
una conocidísima leyenda que recoge San
Pedro Damián (s. XI) en
su De bono religiosi status et
variorum animatium tropologia: era el caso del
"Conde Gulielmus, quien tenía un querido
mono que se convirtió en amante de su
esposa. Un día el mono se puso "enfadado de
celos" al ver que el conde se quedaba con su esposa; y por
ello lo atacó fatalmente. Damián afirmó que le
fue narrado este incidente por el papa
Alejandro II; y se le mostró una criatura
nombrada "Maimo", que según ellos, era la
descendencia de la condesa y el mono" (The Gallery of
Birth Hoaxes, en español). Puede verse una
versión de la leyenda en inglés,The
Gallery of Birth Hoaxes
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[12]. Los
hispanistas Samuel G. Armistead, and Joseph
H. Silverman añaden algo a la
documentación
muy externa a este tan castellano texto,
para confesar muy acertadamente
que Tu abuela con el
ximio debe referirse a
algún cuento aislado, pero bien conocido a los lectores
contemporáneos, que más tarde se habría perdido"
("It stands as an isolated reference to some
tale, otherwise well known to contemporary
audiences, that has subsequently been lost"), en
“ Algo más sobre Lo de tu abuela con el ximio (La
Celestina, I): Antonio de Torquemada y Lope
de Vega, Papeles de Son Armadans 205 (1973):
11-18.
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En fin... esto ha sido elucubrar. He de confesar que la pista del "mono" me la dio
en Málaga un amigo, Ramón Espejo, ávido lector, docente de Matemáticas, en la terraza de su domicilio, en tertulia a menudo compartida con Salvador Montesa y Antonio Garrido, ambos profesores de Literatura en la UMA. La tertulia, en ambiente andaluz, solía transcurrir entre bromas y veras y entre copa y copa rebosantes de humor. Aquel plácido atardecer malagueño, a mediados de la última década del pasado siglo, Salió a relucir La Celestina, el libro favorito de Ramón. Éste parecía chispeante, inspiradísimo como nunca aquella tarde. Comenzó diciendo que Sempronio, cuando habla por primera vez y dice "Abatióse el girifalte y vínele endereçar en el alcándara," hace uso de una expresión eufemística indicadora de la flacidez y la erección; alcándara eran los caballos (testículos) que Sempronio acababa de nombrar. De estos comienzos saltó Ramón a "lo de tu abuela con el ximio," espetándonos que con el "ximio" Sempronio se refería al rey. La mesa se partió de risa. ¡Vaya trola! dijo alguno; ¡Qué porrada! exclamé yo. El caso es que Ramón no quiso --o no pudo-- ofrecer documentación alguna que avalara su aserto. Desde entonces he llevado la mosca detrás de la oreja: he buscado por todas partes al rey "ximio" o "mono," leído libros y escritos varios sobre Enrique IV, hasta que por fin un día Google me descubrió el pastel: el texto de Alfonso de Palencia (citado en la nota anterior), y es cuando me decidí a publicar online mi primer artículo (2006). Gracias a Ramón por "levantar la liebre."
Y aprovecho aquí para lanzar la candidatura de Alfonso de Palencia a ser considerado autor del Acto I de La Celestina, aunque solo sea por ser el escritor que se atrevió a describirnos la "gran" semejanza entre Enrique IV y el mono.
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[17]. En
el romance "Gerineldo y la Infanta" se habla
de una espada que el rey puso entre los dos
amantes para que fuera
testigo:
para que fuese
testigo,
puso la espada por
medio
entre los dos
atrevidos (vv. 31-32)Atrás
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Si he contado bien,
vienen a ser más de 350; número muy superior al registrado,
por ejemplo, en lengua inglesa en Wiktionary.
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¡Qué ruines
cuchillos para tan buena vaina!
Cuchillo. {{LAT.
gladius.ij. culter.tri. sica.ae.}} Cuchillo
pequeño. {{LAT. cultellus.i.}} Cuchillo
grande. {{LAT. ensis.is.
machaera.ae.}}. Gladius. ij. por el
cuchillo o espada. Gladium. ij. por aquello
mesmo. rarum Gladiolus. i. por el cuchillo
pequeño. Ensis. is.
por el [ cuchillo ] o espada Ensiculus. i.
por el espada pequeña Ensiculus. i. por
aquello
mesmo. Artiuus es espada o cuchillo
de
griegos. gladius biceps. [
cuchillo] de dos tajos o que corta de cada
parte.Atrás
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[21]. Blanckaert,
Steven. Lexicon
medicum Halle,
1748, edición
facsímile.
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Huc iuvenis nota fertur
regione viarum et super incumbens
nodis et cortice crudo intorquet
summis adnixus viribus hastam.
Aquí se encamina el joven por una ruta que conoce
bien y, tendiéndose sobre la
esposa, blande con el impulso de
todas sus fuerzas una tosca lanza llena de
arrugas y áspera de corteza.
Haesit virgineumque alte bibit acta cruorem.
Híncase la lanza y en el hondo bebió la sangre
virginal.
Ausonio, Centon
nupcial trad. de Enrique
Montero Cartelle. Madrid:Gredos,
1990 (Sec. 10).
Los interesados en un contesto más amplio pueden
leer la obra de
Ausonio aquí.
Otra referencia de interés, con
traducción al
español, aquí.
Hoy
se usa la
expresion asta
viril recogida en muchos
diccionaro, como sinónimo de miembro
viril.
aquel caer
debajo y él sobre ella / y ella
cobrirse y él
arregazalla,
aquel tomar la lanza
y embocalla, / y aquel porfiar
dél hasta metella.
Algo me
está por dentro creciendo como un
río.
Algo
me está quemando como una llama
viva.
Siento como una
espada caliente entre mis
ingles.
Una espada de fuego
que incendia mis entrañas.
y
corre sin
detenerse.
El
viento-hombrón la persigue
con
una espada caliente.
con un
cuchillito
que
apenas cabe en la
mano
pero que penetra
fino
por las carnes
asombradas
y
que se para en el
sitio
donde tiembla
enmarañada
la oscura raíz
del grito.
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[24]. Parece
claro, a mi entender, que Calisto comparaba
los cabellos de Melibea a los míticos
cabellos de Medusa en su poder de convertir
a los hombres en piedras, en el contexto
de desperezarse que
explico más abajo. Sempronio hace alusión a
otro mito, el de Príapo, deidad fálica, que
tuvo una disputa con un asno sobre quién de
los dos tenía el pene más largo; el pene del asno
(su vastum
genitale que dice Apuleyo en
su Asno
de oro), era algo más familiar, más
ramplón y chabacano, más excitante y
proverbial que la piedra; era el asno
admirado del vulgo, como he explicado en el ensayo
sobre el
cabello de Melibea, por su enorme
armamento sexual, estirado sin inhibición
alguna, que el rucio blandía negruzco y
furioso, con aparatosos rebuznos por las calles de los
pueblos. El pene largo, como expliqué en
la nota
4, se reflejó también en el ayuntamiento
del "toro y
Pasifé."
En la descripción de la amada,
Calisto pasaba a otras partes del cuerpo: los
ojos, las pestañas, las
cejas,... la redondez y
forma de las pequeñas tetas, ¿Quién te la podría figurar?
¡Que se despereza el hombre quando las
mira!
Comenta Sempronio
con un aparte al
público: ¡En sus treze está
este necio! Se desconoce el origen
del esta conocidísima expresión proverbial
"estar o mantenerse en sus trece;" para mí
que se refiere a los trece años, comienzo de
la pubertad y, en particular, en la que aparecen las
primeras muestras de sexualidad y de obstinación.
Sempronio se burla de las bobaditas de su
amo: conversión en piedra, los ojos, las
pestañas, las cejas... las pequeñas tetas, etc. Su
amo le parece un adolescente, un inmaduro, al
emocionarse con esas particularidades. El
criado, a quien se le escapaban los
eufemismos, no juzgó adecuada la relación entre piedra
y se despereza el hombre,
eufemismo por se
estira, pierde su entumecimiento, su
flacidez, se
endurece (v. estirarse en
el índice de la
citada Floresta de
poesías eróticas...). Debo añadir que Freud propuso que
la habilidad de Medusa de convertir al hombre
en piedra simbolizaba su poder de provocar
la erección, el endurecimiento. Valga añadir
que el doble plano semántico, las sutilezas
del lenguaje y sus connotaciones respecto a las
fantasmagorías sexuales de Calisto con que tanto se
deleitaba el autor, se manifestó al comienzo
del AUTO, como he explicado minuciosamente
en mi ensayo Cuyo
seso es sexo. Del primer trance a la primera
escena. Pármeno, por
su parte, hablaría de
los huevos
asados (testículos) que comía el
marido de Celestina. Sempronio, en sus propias
fantasías sexuales de mínima sutilidad, de
burda estambre, no pasaba más allá de la
observación del asno quien, como diría
Celestina, no tenía igual en hacer lo
suyo: lo al, mejor lo fazen los asnos en
el prado.
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[25]. El
equívoco, en el campo de los símbolos fálicos,
para el que lo sepa captar, puede producir
efectos elevados de sátira o de belleza,
dependiendo de la intencionalidad y el arte del
escritor. Nuestro refranero está lleno de dobles planos, el
literal y el figurativo, como lo está
nuestra lírica tradicional con los juegos de
equívocos que velan el contenido sexual.
Véanse estos magníficos ejemplos:
el
desposado,
por el val
que habéis de arar
ya
estaba arado.
¿cuándo
serás mi amiga?
Cuando
esté florida la
peña
de una flor morena.
La
morena garrida del texto, promete, en el nivel
sublimado, entablar "amistad" cuando llegue
la primavera: la peña se cubra de musgo, de
flor morena. En el nivel erótico sugiere que
su entrega al amor se realizará cuando alcance la madurez
de la pubertad: cuando su monte de Venus -- la
peña -- se cubra de prieto y tupido vello:
flor morena.
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[26]. ¿Por
qué escoge Calisto la
expresión qué porradas
dice? Frase, al parecer unívoca y hoy de uso
común, pero en aquel entonces inusitada y en su fondo
etimológico bastante "misteriosa." El
Diccionario de
Autoridades menciona, a propósito de
porrada, el refrán A cada
necio agrada su porrada, seguido de la
explicación: "enseña lo mucho que puede el
amor propio y el afecto o pasión con que se miran
las cosas, pues aunque claramente sean malas y nocivas,
las hace parecer buenas, agradables y
honestas."
y entre ellas, por gozar la vita
bona,
Y fuera de España,
contamos con documentos que nos valen para
nuestro propósito en general, por ejemplo, el
del poeta uruguayo Francisco Acuña de
Figueroa (1791-1862:
se refugió el dios Príapo en
persona.
De tal
deidad potente el
atributo
con que hace cunda el
genitario fruto,
es que
todo varón que esté en su
vista
siempre tenga la
porra tiesa y lista.
El príapo, la porra, y el chorizo
El rábano,
la pija, y el badajo;
Picha y ciruela
en Español castizo
Son sinónimos
todos del
Carajo.
en Nomenclatura y apología
del carajoAtrás
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[27]. El
experimento de
fecundación in vitro,
practicado por unos médicos judíos, se cree haber sido el
primero en la historia. Todo nuestro texto,
como se ha explicado, está lleno de
connotaciones sexuales y satíricas que algún
día otros comentaristas podrán ampliar en sus
respectivos análisis. He comentado sobre el pene largo del
toro y la cópula prolongada del can. En
contraste con el de estos animales (y el del
hombre) está el pene del mono, relativamente
muy corto. Pero la alusión de Sempronio
a tu abuela con el ximio, que no
eran hablillas, se hace
incomprensible o, mejor dicho, inaceptable en
su sentido literal, si se tiene en cuenta
que en la Edad Media, en muchos lugares de
la cristiandad, se condenaba a ser
enterrados vivos o quemados en la hoguera a todos aquellos que
tuvieran contacto sexual con animales.
Pasaba, pues, el pasaje de ser falta de
respeto e insulto deshonroso a imputación de
acto delictivo. Algunos libros penitenciales
se "consideraban
tres como los más grandes
pecados: la
fornicación --incluyendo todo tipo de actos sexuales-- pero
haciendo hincapié en el bestialismo, la
sodomía, las relaciones orales, la
masturbación, variar de postura a la hora de
hacer el acto sexual, el incesto y la homosexualidad
femenina--, los actos violentos y el perjurio."
Sempronio pisaba aquí en terreno muy
resbaladizo. Quién sabe si esto contribuyó a
que el autor del AUTO
de La
Celestina decidiera no poner "su firma
de auctor" como dice Rojas en la carta
introductoria "a un su amigo." El anonimato
es el refugio del escritor del "AUTO," así como de
los autores de más de la mitad
del Cancionero de obras de burlas
provocantes a risa y de
la Carajicomedia
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