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El ximio de la abuela y el cuchillo del abuelo de Calisto: porradas de Sempronio. 
Explicación integral N

por 
Miguel Garci-Gomez


CUYO SESO ES SEXO

DIATRIBAS ENTRE SEMPRONIO Y CALISTO: CONTEXTO

A lo largo del AUTO (término con el que nos referiremos en lo sucesivo al Acto I) de La Celestina nos encontramos con frecuencia a Sempronio, criado, y Calisto, su amo, enzarzados en diatribas de variada extensión, más o menos agrias, sobre variedad de temas. Vayamos por partes.  El Sempronio del AUTO se mantiene en todo momento bastante respetuoso, cuando no temeroso, de cara a su amo. A veces entrevemos que habla entre dientes. He aquí una corta muestra de pasajes, de contenido bastante inocuo comparados con el texto de tu abuela con el ximio,  central en esta explicación. En alguna ocasión, al comienzo de la segunda escena, Calisto, irritado porque Sempronio no se demora en cerrar la ventana, amenaza a su criado con estrangularlo:

SEMP. _ ¿Qué cosa es? 
CAL. __ ¡ Vete de ay!   No me fables; sinó, quiçá ante del tiempo de mi rabiosa muerte, mis manos causarán tu arrebatado fin. 
  SEMP. __ Yré, pues solo quieres padecer tu mal. 
  CAL. __ ¡ Ve con el diablo!   
  SEMP. __ No creo,   según pienso, yr comigo el que contigo queda.

Sempronio se lo toma en serio:

 SEM. __ ¿Dexarle he solo o entraré allá? Si le dexo, matarse ha; si entro allá, matarme ha.

Véanse estos intercambios entre criado, en apartes, y amo, que usa la segunda persona:

SEMP. __ No me engaño yo, que loco está este mi amo.   
CAL. __ ¿Qué estás murmurando, Sempronio? 
SEMP. __ No digo nada. 
CAL. __ Di lo que dizes, no temas. 
SEMP. __ Digo que ¿Cómo puede ser mayor el fuego, que atormenta vn viuo, que el que quemó tal cibdad y tanta multitud de gente?

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SEMP. __ ¡Ha! -¡ha! -¡ha! ¿Oystes qué blasfemia? ¿Vistes qué ceguedad? 
CAL. __ ¿De qué te ríes? 
SEMP. __ Ríome, que no pensaua que hauía peor inuención de pecado que en Sodoma.

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SEMP.... No basta loco, sino ereje. 
CAL.... ¿Qué dizes? 
SEMP. __ Digo que... es especie de heregía...

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SEMP. __ ¡O pusilánimo! ¡O fideputa! ¡Qué Nembrot, qué magno Alexandre, los quales no sólo del señorío mundo, mas del cielo se juzgaron ser dignos. 
CAL.__ No te oy bien esso que dixiste. Torna, dilo, no procedas. 
SEMP.__ Dixe que tú, que tienes más coraçón que Nembrot ni Alexandre.

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CAL.__ ¿Qué estás murmurando, Sempronio? 
SEMP.__ No digo nada.

*************************

SEMP. (Aparte) __ ¡Qué mentiras e qué locuras dirá agora este cautiuo de mi amo! 
CAL. __ ¿Cómo es eso? 
SEMP. __ Dixe que digas, que muy gran plazer hauré de lo oyr. (Aparte) ¡Assí te medre Dios, como me será agradable esse sermón. 
CAL.__ ¿Qué? 
SEMP.__ Que ¡assí me medre Dios, como me será gracioso de oyr.

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CAL. __ Comienço por los cabellos. ¿Vees tú las madexas del oro delgado, que hilan en Arabia? Más lindos son y no resplandescen menos. Su longura hasta el postrero assiento de sus pies; después crinados y atados con la delgada cuerda, como ella se los pone, no ha más menester para conuertir los hombres en piedras. 
SEMP. __ ¡Mas en asnos. 
CAL. __ ¿Qué dizes? 
SEMP. __ Dixe que essos tales no
 serían cerdas de asno...

CAL. __ Los ojos verdes, rasgados; las pestañas luengas; las cejas delgadas y alçadas; la nariz mediana; la boca pequeña; los dientes menudos y blancos; los labrios colorados y grosezuelos; el torno del rostro poco más luengo que redondo; el pecho alto; la redondez y forma de las pequeñas tetas, ¿Quién te la podría figurar? ¡Que se despereza el hombre quando las mira! La tez lisa, lustrosa; el cuero suyo escurece la nieue; la color mezclada, qual ella la escogió para sí. 
SEMP. __ ¡En sus treze está este necio!

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  Calisto se irritaba simplemente al tener que repetir tres veces el nombre del criado. 

CAL. __ ¡Sempronio, Sempronio, Sempronio! ¿Dónde está este maldito?

O le manda al diablo cuando Sempronio se despide y le deja que padezca solo su mal:

SEMP. __ Yré, pues solo quieres padecer tu mal. 
CAL. __ ¡Ve con el diablo!

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Rojas, en el Acto VIII, captó muy bien la calidad de la relación entre amo y criado en este intercambio:

CAL.__ ¿Quieres dezir que soy como el moço del escudero gallego? 
SEMP. __ No mande Dios que tal cosa yo diga, que eres mi señor. Y demás desto, sé que, como me galardonas el buen consejo, me castigarías lo malhablado. Verdad es que nunca es ygual la alabança del seruicio o buena habla,  que la reprehensión y pena de lo malhecho o hablado.  

NUESTRO TEXTO

En esta perspectiva del lenguaje popular y el literario, leamos ahora el pasaje del AUTO, objeto de este ensayo, dominado por su sexualidad, concretamente, un descarnado bestialismo: mujeres de muy alto rango social, diosas, sometidas a brutos animales.

SEMP. __ . . . desesperas [Calisto] de alcançar vna muger, muchas de las quales en grandes estados constituydas se sometieron a los pechos y resollos de viles azemileros y otras a brutos animales. ¿No has leydo de Pasifé con el toro, de Minerua con el can? 
CAL. __ No lo creo; hablillas son. 
SEMP. __ Lo de tu abuela con el ximio, ¿Hablilla fué? Testigo es el cuchillo de tu abuelo.
CAL. __ ¡Maldito sea este necio! ¡Y qué porradas dize!  
SEMP. __ ¿Escocióte? Lee los ystoriales...


Es importante considerar la vaguedad de Sempronio por miedo a posibles represalias, sobre todo en referencia a la abuela de Calisto --más adelante insistiremos en ello--; tras comentario inicial, no establece o afirma nada en concreto; no acusa a nadie; se reduce a hacer meras preguntas, que provocan la creación de fuertes imágenes de zoofilia en la mente de su amo y lectores, eso sí, quedándose él mismo aparte, exculpado y dejando exculpado al autor. En cuanto a lo literario, se explicará el recurso del 
eufemismo; en cuanto a lo histórico, se comparará lo dicho o sugerido por el criado, con lo que sabemos por los documentos, y trataremos de explicar por qué el autor escogió a determinados animales, qué es lo que tienen éstos en común y peculiar en su anatomía sexual, por ejemplo, en la anatomía del pene del toro, del perro, del "ximio"; comparación de la abuela de Calisto con diosas mitológicas en sus preferencias zoofílicas; ambigüedad producida por significados directos y traslaticios --eufemísticos-- de múltiples vocablos, elementos literarios que caracterizan la farsa, con sus ingredientes literarios de ironía, sarcasmo, sátira que, en su suma, constituyen una juerga retórica, que a veces puede causar alegría, a veces molestias o azoramiento, siempre, al lector irónico, dotado de sentido del humor, admiración y entretenimiento. Entre los interlocutores, Sempronio, el criado, se mueve en un plano lingüístico y semántico de significados directos, convencido de su verdad; Calisto, su amo, o lo duda o no lo cree.

Al criado, le confía el autor el papel de director de este desfile de máscaras --toro, can, ximio, cuchillo, porradas--, entes incorpóreos de esta corta e intensamente mordaz "carajifarsa" (permítaseme el paródico neologismo al estilo de la contemporánea  Carajicomedia), que, como fuego fatuo, producen imágenes fugaces y caricaturescas, para el entretenimiento del lector o auditorio. Será tarea del lector y especialmente del crítico --o auditorio de la representación-- desenmascarar a esos actores incorpóreos y descubrir el doble sentido del lenguaje fársico, cuya "sustancia" se sustenta de burlas, ironía y sátira, con el propósito de ser "provocantes a risa," como reza el título del conocido Cancionero de la época:

EXPLICACION DEL TEXTO

Cualquier explicación, en cualquier texto literario, para ser valiosa y enriquecedora, ha de reunir ciertas virtudes:

a) situarla en el ambiente histórico de su época y lugar; aquí, la segunda mitad del siglo XV en Castilla, reinado de Enrique IV, "considerado por algunos cronistas como uno de los más calamitosos de su historia," y en el ambiente literario y cultural: aquí, el prerrenacimiento español, los CancionerosCancionero de BaenaCoplas de Mingo RevulgoCoplas del Provincial, etc.[3];

b) en el tono -- aquí, una imaginería de burla de diosas clásicas, sarcasmo, las múltiples connotaciones sexuales que puedan provocar la risa;

c) en la congruencia o incongruencia entre tono y vocabulario-- aquí, significado literal y el traslaticio de los vocablos--;.

d) en la individualidad de los personajes -- aquí, contraste inesperado entre la agresividad del criado, Sempronio, y la condescendiente reacción de su amo, Calisto--;

e) en la cronología - - aquí, a la pregunta del porqué de la acusación;

f) la de esclarecer el contexto más amplio, razonar sobre la elección de determinados animales, lenguaje u objetos --aquí, toro, can, ximio, cuchillo, porradas-- e ilustrar la semblanza literaria de los interlocutores -- aquí, que Calisto era de claro ingenio, de gentil disposición, de linda criança, dotado de muchas gracias, como se establece en el Argumento General, y el perfil de Sempronio como bestia, según Calisto, o bruto, según Pármeno;

g) la de ser verosímil en su marco histórico.

h) la de contribuir a encumbrar, en nuestro caso particular, la genialidad del autor.

 

Pasemos a la explicación de nuestro texto parte por parte.

SEMP. __ . . . desesperas [Calisto] de alcançar vna muger

La juerga retórica de esta carajifarsa, el juego con el sentido literal y figurado comienza ya en esta primera palabra, este verbo alcançar: bajo su acepción usual --literalmente lograr tocar o coger con la mano--, aparentemente comprensible en el contexto, se camufla la traslaticia aquí pretendida por el hablante: realizar el acto sexual. En las primeras líneas del AUTO emplea la expresión Calisto: facer a mi inmérito tanta merced que verte [a Melibea] alcançasse. En las diatribas citadas más arriba encontramos varios usos de alcanzar que sin duda parecen encerrar connotaciones sexuales:

CAL.__ Porque amo a aquélla, ante quien tan indigno me hallo,
que no la espero alcançar. ...
SEMP.__ Dixe que tú, que tienes más coraçón que Nembrot ni Alexandre,
desesperas de alcançar vna muger...

La significación de la expresión eufemística la aclararía Pármeno más adelante en el Acto VIII:

PARM. __ ¿Pues qué es todo el plazer que traygo, sino hauerla alcançado? 
SEMP. __ ¡Cómo se lo dice el bouo! ¡De risa no puede hablar! ¿A qué llamas hauerla alcançado? ¿Estaua a alguna ventana o qué es esso? 
PARM. __ A ponerla en duda si queda preñada o no.

La primera escena de La Celestina, en la que se nos relata el somniloquio de Calisto y Melibea, contiene gran número de complicadas construcciones sintácticas, como corresponde a una escena de carácter de ensueño de dos jóvenes amantes, de tono idealista. En contraste, nuestro texto presenta, bajo un marcado ritmo en su prosa y gran claridad lingüística en su significación directa, unas misteriosas referencias de difícil interpretación; hay en él un continuo hilo que borda conceptos, imágenes y símbolos fálicos, que no deberán trocearse en hebras aisladas.

Los autores de la época prerrenacentista, la de La Celestina, eran  aficionados a las etimologías en las que se encerraba el misterio de los nombres. Su teoría de la educación no era la de explicarles las referencias de sus escritos a los que no las conocían, sino retarles a investigarlas por sí mismos:  El Marqués de Santillana, por ejemplo, se expresaba así a este respecto:

Si mi baxo estilo non es tan plano, 
Bien como querrían los que lo leyeron, 
Culpen sus ingenios que jamas se dieron 
A ver las estorias, que non les explano.

(Defunssión, 10)


Interpretemos nuestro texto con el espíritu de la época, conscientes del "misterio e sustancia de los nombres," que decía Juan de Mena (Coronación ff. 30 y 31), tan admirado de sus contemporáneos, y a quien algunos han atribuido la autoría del Acto I.

Menciona Sempronio, sin mayor explicación, tres ejemplos de aparente zoofilia, con tres distinguidos personajes femeninos y sendos animales. Existe el peligro entre los críticos de prestar demasiada atención a la adecuación de la narración de Sempronio con la información mitológica. Nótese cómo eso es lo que más lejos está de la atención del narrador, que no se para en dar detalle alguno. Sus referencias no pueden ser más escuetas o vagas. Simplemente nos dice: Pasefé con el toro y Minerva con el can; lo mínimo y suficiente para que los lectores pudieran forjar en su mente una imagen, al gusto particular de cada cual. Ni siquiera se preocuparía de que sus animales se correspondieran, o no, con lo que cuentan las leyendas, como veremos con el caso el can. Bastaba con que sirvieran para generar una fuerte imagen de mujeres, 

SEMP. __ muchas de las quales en grandes estados constituydas se sometieron a los... resollos... y otras a brutos animales.

Quiero aclarar que cuando hablo de connotaciones sexuales no quiero decir que el autor esté en todo momento de su creación pendiente de cada término como hacemos los comentaristas; sí estoy seguro, no obstante, de que en su mundo mental, de bruta sexualidad, se arracimaban las palabras más o menos conscientemente para dar entrada al lector en ese su mundo. Por ejemplo someter es un compuesto de "meter debajo" con su gran carga sexual. El ataque a tales mujeres en grandes estados constituydas puede ir dirigido, como sátira mordaz propia de la coyuntura histórica, a las clases altas en su uso de mascotas para entretener sus apetitos sexuales de baja catadura moral, como ejemplifica Sempronio en el inventado sometimiento al can de Minerva, la más ilustre y casta de las diosas romanas [4]. 

SEMP. __ Pasifé con el toro

He aquí el mito de la esposa del rey Minos, Pasifé, y cómo se sometió al toro:  "El dios Poseidón, para vengarse de la afrenta que le había hecho Minos, hizo que Pasifé se enamorase del toro blanco que se había librado del sacrificio. Ella confió su pasión zoofílica a Dédalo, el famoso artífice ateniense que vivía desterrado en Cnosos deleitando a Minos y a su familia con las muñecas de madera animadas que construía para ellos. Dédalo prometió ayudarla y construyó una vaca de madera hueca que cubrió con un cuero de vaca. Le puso ruedas ocultas bajo las pezuñas y la llevó a la pradera de las cercanías de Gortina donde el toro de Poseidón pacía bajo las encinas entre las vacas de Minos. Luego de enseñar a Pasifé cómo se abría la portezuela corrediza situada en la parte trasera de la vaca, y de ayudarla a entrar con las piernas metidas en los cuartos traseros, se retiró discretamente. El toro blanco no tardó en acercarse y montar a la vaca de madera (de donde se deduce sin duda que Dédalo también afirmó las ruedas al piso), de modo que Pasifé vio satisfecho su deseo y a su tiempo dio a luz al Minotauro, criatura con cabeza y cola de toro y cuerpo humano" [5].

SEMP. __ Minerva con el can

Es curioso que de entre la multitud de dioses y animales mencionados en la mitología clásica, con sus polifacéticas aberraciones, el Anónimo Autor del AUTO de La Celestina,  sin duda humanista y buen conocedor de las leyendas míticas, solo encontrara un caso de mujeres en grandes estados constituidas que se sometieron a los pechos y resollos de ...brutos animales. Fuera del caso de Pasifé y el toro, no hay otro ejemplo de zoofilia en toda la mitología (el caso conocidísimo de Leda con el cisne pertenece obviamente a otra categoría). El caso de Minerva con el can está fabricado ad hoc, por lo que está tan lleno de contradicciones y tan apartado de lo documentable, que dificultó y retardó tremendamente su reconocimiento y explicación entre los críticos.

Minerva, nos dicen los escritores de leyendas míticas, vivió en virginidad, era tenida entre los romanos como la diosa de las artes, la sabiduría y guerra; nació armada, directamente de la cabeza de Júpiter, el dios de los dioses. Bienvenidos a la farsa, nunca respetuosa con la historia, siempre su parodia.

Minerva es un personaje que ha inspirado multitud de textos medievales; en ninguna de tales referencias se da noticia alguna que diga o sugiera que esta diosa hubiera tenido relaciones de ningún tipo con el can. En tiempos de Calisto y Sempronio, Alfonso de Palencia, contemporáneo del Anónimo Autor del AUTO, y al que debemos la información sobre el ximio (como veremos más adelante) dice de Minerva que le sacrificaban bueyes, "que nunca fueron so el yugo puestos... : por que la virginidad no sabe que es yugo de marido" [6].

Mientras no se demuestre lo contrario, pues, habrá que creer que el autor del AUTO era conocedor de tales leyendas y que se valió de Calisto - -No lo creo, dijo éste-- para dar por dudosa la anécdota del Sempronio.

El profesor Otis Green propuso que hubo matrimonio entre Vulcano y su hermana Minerva, para de ahí concluir que con el can era una deturpación, "paleográficamente" explicable,  de con Vulcán. [7] ¡Ingeniosa y exitosa interpretación! ¡Lástima que no sea documentable en las leyendas mitológicas de la época o anteriores!

Entre otas cosas, sabemos por la  mitología que Vulcano (Hefesto entre los griegos), hijo de Júpiter, el "más feo de todos los dioses," tan feo era el niño que su madre, Hera, avergonzada lo arrojó del Olimpo, el Monte residencia de los dioses. Posteriormente lograría casarse no con Minerva, que era su hermana, sino con Venus "la diosa de la belleza." Con ella trataba el crítico de reconciliar la frase con el mito de un inexistente matrimonio ... de Minerva, justificar la confusión del criado, conservando el texto de el can. Al mismo tiempo abría con ella el paso a posibles interpretaciones rebuscadas, con base en leyendas externas al texto, de otros vocablos y elementos estilísticos de la narración. 

En la anterior versión de este artículo mi inclinación era la de aceptar la teoría del profesor Green, aunque no sin salvedades. En la investigación llevada a cabo para esta refundición, me detuve a leer detenidamente el citado artículo de Green y a reflexionar sobre el hecho de la gradación pretendida por Sempronio de las mujeres muchas de las quales en grandes estados constituydas se sometieron a los pechos y resollos de... brutos animales quedaba destruida. Y ¿con qué fin? Vulcano sería muy feo, pero no un "bruto animal;" era el dios del fuego, de la forja, de los herreros, los artesanos, los escultores, la metalurgia ... y de los volcanes. Concluí que lo correcto era respetar el original y llamar al can can[8].

El texto, 'nuestro texto," debe permanecer intacto, como es laudable costumbre entre los editores. La acusación de zoofilia a la inmaculada Minerva revelaba una vez más incultura e irreverencia de Sempronio [9]. La selección de el can, precisamente, de entre muchos otros animales, respondía a una fuerza asociativa en la mente de Sempronio con el toro  de Pasifé, y a las exigencias conceptuales y estilísticas de la "carajifarsa," dentro de su tono sexual. Ambos animales, toro y perro, están dotados de algo que siendo universal entre mamíferos, en ellos es peculiar y excepcional: "el pene." Sin pene no hay sexo, sería la creencia de Sempronio, como era la de los antiguos que encargaban a los eunucos la custodia de las mujeres de sus harenes. El pene del toro es el más largo entre todos los animales domesticados (entre 1 y 1.30 metros), el del perro, el animal impúdico por antonomasia, estrafalario, que asusta por su prolongado apareamiento (entre 30 y 60 minutos) con bloqueo y tortura de macho y hembra, seguido, tras despegarse, de una lamedura de lo más asquerosa y repugnante de observar. Más adelante se explicará la peculiaridad del pene del "ximio," que es la que motiva la selección del toro y del can.

Sempronio debió creer que la imagen fársica del perro con Minerva le había salido muy bien, de manera que cuando Calisto le respondió al criado que lo narrado eran hablillas, fabulillas en las que él no creía, el criado se picó y, como resentido de la incredulidad de su amo, se volvió muy personal, con un tono argumentativo, insultante, ad hominem; y envalentonado porque creía tener testigo, le preguntó sobre su abuela con el ximio:

SEMP. __ Lo de tu abuela con el ximio, ¿Hablilla fué?

Como he dicho más arriba, prefiero llamar al can can y, si hay que buscar algún referente mitológico que pudiera explicar la asociación de Sempronio, valga, como se me ocurrió en mi primera lectura de La Celestina, tomarlo como referido al Can Cerbero, criatura auténticamente mitológica, y que permite sostener la acusación de bestialismo y, lo que importa más, el rechazo de la enmienda  de el can como sustituto, por "deturpación," de "uul can". Es verdad que no encontramos noticia alguna sobre relaciones de la diosa con Cerbero; tampoco encontramos documentación fiable sobre el matrimonio Minerva-Vulcano. Ahora bien, Lo de tu abuela con el ximio, representa un salto gigantesco en la gradación en cuanto a la cronología --de tiempos inmemorables a la contemporaneidad--, en la ubicación-- de tierras exóticas y míticas al vecindario de los actores--, pero sobre todo, en su índole -- de personajes mitológicos a ancestros de Calisto, amo de Sempronio. Constituye este tercer ejemplo, retóricamente, el ápice de una gradación ascendente de mujeres y animales;  en él se cifra el propósito del autor. Poco le afectaba a Calisto la veracidad de los mitos de Pasifé y Minerva, o las otras aberraciones de Sempronio; poco les afectaba a vivos o a muertos; pero lo de la "aparente" acusación tu abuela con el ximio, aunque sumamente vaga --lo de-- debió cogerle a Calisto -- como a todos los lectores-- de sopetón. [10] Se cumplió la intencionalidad de Sempronio -- y del autor.

La alusión a la abuela con el ximio, como era de esperar, ha traído de cabeza a la crítica que, empeñada en sostener el sentido literal de ximio y juzgándola, más o menos, en paralelo con los ejemplos previos de Pasifé y Minerva, se encuentra hace tiempo en un atolladero. Entre los muchos comentaristas [11] que creen en la acusación a la abuela de "bestialismo," abundan quienes tomando ximio en su significado literal, salen del contexto a la caza de algún ximio legendario, de cualquier época y en cualquier lugar del planeta, que pudiera haber inspirado el pasaje de "bestialismo."   Se han aportado muchos datos sueltos, de diferentes siglos y lugares, muchas alusiones inconexas, pero no se ha aportado documento alguno que nos valga para explicar y esclarecer las palabras de Sempronio en el contexto del pasaje; tampoco les ha preocupado la inverosimilitud cronológica o geográfica.

Hay otros que, con mejor instinto, han tratado de desenmascarar al ximio descubriéndonos a un moro, o un negro, o un converso, o al mismo demonio; en todo caso una "persona non grata," en la sociedad castellana; y, sobre todo, que de nada nos vale para explicar la reacción de condescendencia, rayana en la aquiescencia, de Calisto. Menéndez Pelayo, en Orígenes de la Novela, III (Madrid, 1962, p. 227),   "Aquellas horribles palabras de Sempronio a Calisto en el aucto I: «Lo de tu abuela con el ximio, ¿hablilla fué? testigo es el cuchillo de tu abuelo», ocultan probablemente alguna monstruosa y nefanda historia en que no conviene insistir más. Acaso la venganza del judío converso se cebó en la difamación de la limpia sangre de algún mancebo de claro linaje, parecido a Calisto. También tiene visos de cosa no inventada ... (Acto I)."

De acuerdo con la investigación llevada a cabo para este artículo, mientras que las anécdotas de Pasifé con el toro y Minerva con el can proceden de la mitología, esta referencia de Sempronio a la abuela con el ximio, aunque indocumentada hasta el presente, es al mismo tiempo "cosa no inventada"  La caracterización de Calisto que nos hace el anónimo autor como de noble linaje, de claro ingenio, de gentil disposición, de linda criança, dotado de muchas gracias, quedaba refutada en este solo pasaje así interpretado por Don Marcelino. El crítico y sus seguidores, a cinco siglos de distancia, y sin haber probado que el autor del Primer Acto de La Celestina fuera converso, ni para qué sirvió el cuchillo, se escandalizaban más de las deshonrosas palabras del criado que su propio amo.  Para éste, si las referencias a las diosas mitológicas eran fabulillas, la referencia a su abuela con el ximio no pasaba de ser "porradas;" es decir, si fabulilla ponía en duda la verdad del aserto, porradas se limitaba a la caracterización del interlocutor [11a]. Eso sí, Menéndez Pelayo se separó de la crítica preocupada por lo legendario de cualquier lugar y época, y del bestialismo --es decir, del significado literal de ximio-- para apuntar a un significado de contemporaneidad y figurativo; el gran crítico desenmascaraba al animal para dejarnos ver a un hombre; otro punto flaco del ilustre crítico es el de atribuirle a Rojas (como hizo Green) la autoría Auto, al sugerir que la acusación a la abuela fuera un acto de "venganza del judío converso [que] se cebó en la difamación de la limpia sangre de algún mancebo de claro linaje, parecido a Calisto."

Habría, por necesidad, que encontrarle a la acusación de tu abuela con el ximio, la más directa, descarada y deshonrosa del criado, un sentido que explique el hecho de que fuera recibida por el amo con cierta condescendencia. Éste ni monta en cólera ni va más allá de tildar de necio o "porro" al criado; y esto, con el uso de la tercera persona, estilo poco usado por Calisto. El Sempronio de tu abuela con el ximio, en su acepción literal,  y el Calisto condescendiente de qué porradas dice, en su acepción literal, son personajes irreconocibles e irreconciliables consigo mismos, a no ser, claro, que la interpretación el ximio se tome no como una acusación de zoofilia, sino, como Calisto dice, una "porrada," una tontería, una chorrada, "una carajada" propia de la época y, sobre todo y más en consonancia con el contexto y la etimología de la palabra, un golpe de "porra' (que se aclarará más adelante). En el aparte Calisto parece dirigirse al público y pedirles que perdonaran al criado, porque no sabía lo que decía (¿o sí?).

ximio-eximio

No ha de sacrificarse la virtud polisémica del lenguaje de Sempronio, su atractivo misterioso, burlesco, fársico. ¡Habría que restituírselo! Sigamos. Centrándose más en lo  filológico y literario, en consonancia y paralelismo con el contexto de las diosas, hace algún tiempo (en 1983) el profesor Erich von Richthofen sugirió que el ximio  era tergiversación de eximio. [13] Fue ésta una ingeniosa interpretación al estilo de la de O. Green, más plausible en mi opinión, aunque con menor fortuna entre los críticos. La interpretación de eximio encajaba, enriquecía y engalanaba la galería de los personajes del desfile de máscaras al tiempo que humanizaba al ximio confiriéndole distinción y dignidad. Las dos teorías tienen en común, y en su contra, la manipulación del texto, el rechazo de ximio.  

A semejanza de el can por Ulcanmayor por Marón, Antico por Anfión, o, en palabras de Sancho Panza, "tortolitas" por "trogloditas,"  el ximio pudo muy bien ser un derivado por "etimología popular" de eximio, epíteto culto, desconocido para Sempronio, pero documentable ya en el castellano de los prerrenacentistas; Sempronio habría oído comentar sobre "el eximio", o simplemente eximio, por antonomasia, y sus relaciones con la abuela. Además, es ésta la interpretación que, alejando toda sospecha de prácticas zoofílicas, deja a salvo el que Calisto fuera de noble linaje, de claro ingenio, etc. El calificativo de noble linaje parece reservarse en los textos medievales a personas relacionadas con la realeza, nobleza o las clases muy altas de la sociedad. Se implica, pues, que Calisto debía descender de nobles, eximios progenitores y llevar en sus venas sangre de reyes. A von Richthofen le faltó identificar al "eximio" personaje. Para Calisto, si las referencias a las diosas mitológicas eran fabulillas, la referencia a su abuela con el ximio, expresado de esa manera y en ese contexto, no dejaría de reflejar una cruda falta de respeto, una broma pesadísima, por lo sarcástico e injurioso, una "porrada." Tan corto es el paso del sarcasmo al insulto.

El plausible equívoco ximio-eximio supuso un notable progreso en la historia de la crítica de nuestro texto; ahora bien, necesitaba para su aceptación entre los críticos algo más que la documentación de su empleo en la época; el can no tuvo sentido hasta encontrar la alusión al dios Ulcan, casado --que decía Green-- con Minerva; de manera semejante, el ximio necesitaba la identificación de un "ximio-eximio" personaje histórico o legendario que "pudiera" haber tenido relaciones sexuales con la abuela de Calisto, por contemporaneidad y ubicación de ambos.

En 1973 los hispanistas Samuel G. Armistead y Joseph H. Silverman (como se explicó en la nota [12]), tras haber realizado meritorios esfuerzos por encontrarle al ximio fuentes de inspiración bastante fantásticas y exóticas, que a ellos mismos no les habrían convencido, clamaban sentidamente por el hallazgo de "alguna leyenda aislada, bien conocida a los lectores contemporáneos [de La Celestina], que más tarde se habría perdido." Únase a este presentimiento el de Menéndez Pelayo, citado más arriba: "[la acusación] tiene visos de cosa no inventada ... " Y no olvidemos el presentimiento del eximio personaje implicado en la propuesta de Erich von Richthofen.

La primera edición de este artículo, en 2006, representaba mi exclamación de EUREKA; hoy, en esta refundición de 2017, quiero proclamar el hallazgo de la leyenda "inverosímil" que inspiró la anécdota de tu abuela con el ximio [mono]; referencia a un "eximio" personaje, "cosa no inventada", leyenda "bien conocida" a los lectores contemporáneos a La Celestina y que aquí retomo con una explicación integral de los múltiples y variopintos elementos del que he denominado "nuestro texto".

¿El rey Enrique IV, "mono", abuelo de Calisto?

Según nos informa el más importante cronista de la época, Alfonso de Palencia, en su Crónica de Enrique IV, este rey era tan feo que sus contemporáneos (por los años en que se escribió La Celestina) le apodaban "mono;"

sus ojos eran feroces, de un color que ya de por sí demostraba crueldad; siempre inquietos al mirar, revelaban con su movilidad excesiva, la suspicacia o la amenaza. La nariz bastante deforme, ancha y remachada en su mitad a consecuencia de un accidente que sufrió en su primera niñez, le daba gran semejanza con el mono; ninguna gracia prestaban a la boca sus delgados labios; afeaban el rostro los anchos pómulos, y la barba larga y saliente, hacía parecer cóncavo el perfil de la cara... [15]   

A la gente del pueblo les atrae el uso de apodos; ser "más feo que un mono," aplicado al rey, debió nacer del pueblo, aquí representado por Sempronio. No sería descabellado que entre la gente humilde fuera el ximio o mono el apelativo que aplicaban a Enrique IV, que pasaría a los anales de la historia como el "Impotente," adjetivo más refinado y que mejor servía para los objetivos personales del rey, y políticos de sus detractores, como se explicará. Enrique IV casó con una prima, Juana de Portugal. A los siete años de estar casados, les nació una hija, bautizada Juana, como su madre. Aquellos siete años sin descendencia (que habían luchado por lograr por miles de medios) le valió al rey el apelativo de "Impotente," apodo que el nacimiento de la niña no pudo borrar. Lo que es peor, tan arraigada estaba la creencia que el rey era "Impotente," que a la niña se la consideró "bastarda," hija del apuesto conde Beltrán de la Vega --valido del rey y muy amigo de los monarcas-- del que deriva el apodo de Juana "la Beltraneja." A falta de pruebas del ADN, hasta hoy no se ha podido confirmar ni la bastardía de Juana ni la impotencia de Enrique IV. Quiere decir que a Sempronio le quedaba el campo abierto para atribuir al rey, de vida tan libertina y promiscua, otros hijos desconocidos y otras amantes, entre ellos la "abuela literaria" de Calisto. Después de todo, la razón de la exclusiva concentración en la Beltraneja era porque en mayo de 1462 fue proclamada heredera del trono de Castilla, al que legítimamente aspiraba y más tarde conseguiría, Isabel I, la hermana de Enrique con el mayor apoyo de la nobleza y los detractores de éste. Isabel pasaría a la historia como "La Católica." Del bulo (si de eso se trataba) de la "impotencia de Enrique IV" devendría, pudiéramos decir, la unificación territorial de España y el descubrimiento de América, más el expansionismo territorial y cultural de Europa.

Cronológicamente este rey encajaba a la perfección entre los abuelos de Calisto. Entre 1450-1460 pudo muy bien haber procreado a uno de sus padres; veinte o veinticinco años más tarde (entre 1470-1480) habría nacido nuestro protagonista. Cuando se escribió La Celestina, a finales de última década del siglo XV,  tendría éste "veynte y tres años" (Acto IV) que le echaba Celestina.  Literariamente, el autor anónimo, con intención lúdica y no poca socarronería, nos da una pista, no imposible de reconocer a muchos de sus contemporáneos, de un noble progenitor literario del "ens rationis" o "ser de ficción," Calisto. Éste no pareció ofenderse, como en otras muchas ocasiones, de las palabras de Sempronio. ¡Cómo se iba a ofender! (piénsese en los muchos y muy ilustres bastardos de las monarquías europeas). ¿No era ximio el vituperio en la apariencia, en el fondo una alabanza? (definición de ironía de Enrique de Villena, contemporáneo) [16]. Si como animal, el can , en cuanto a sus relaciones con Minerva, era "fabulilla,' también lo era el ximio como antropoide. La porrada, en su significación literal, consistía en la yuxtaposición y gradación de los nombres de animales bien lograda por Sempronio, que, muy a lo bestia, creía o daba a entender que de animales se trataba. Otra cosa pensaría Calisto --y el lector irónico-- conocedor del equívoco y los dobles matices de lo literal y lo lúdico, del nombre y del apelativo.

SEMP.__Testigo es el cuchillo de tu abuelo

He aquí un elemento nuevo; un tercer elemento inexistente en los ejemplos anteriores de la gradación. ¿Qué significa esto? ¿Un cuchillo, testigo de qué? De tratarse de apuñalar a alguno de los implicados, ¿a quién? El cuchillo parecería encerrar una connotación violenta, una acción hiriente, mortífera, indicando que el abuelo de Calisto le dio muerte al simio, o a la abuela; o que el abuelo y/o la abuela se suicidara. ¿O fue el ximio el que usó el cuchillo contra el abuelo y/o abuela? ¡Increíble la gama de conjeturas que no han sabido contestarnos los que sostienen el significado literal de cuchillo! Extraordinaria es la polisemia y  ambigüedad de la frase, y más, si se le añade una acepción que no tenga nada que ver con la de matar, apuñalar; una acepción figurativa, un "eufemismo" que dé lustre y esplendor a la sexualidad del contexto, "cuyo seso sexo."

 La vida licenciosa del rey era de todos conocida, como es testigo la multitud de documentos que se conservan. En ellos, se nos habla con detalles de sus partes pudendas, de su impotencia, de su promiscuidad. Se nos habla de las prostitutas de Segovia y la publicidad que daban a las deformidades anatómicas de Enrique IV, cuya publicidad, --se especula-- fomentaría el propio rey con el fin de obtener la nulidad de su matrimonio, que al fin conseguiría. La violencia es un tema totalmente ajeno a nuestro texto; es más, totalmente ajeno a todo el AUTO. He dejado establecido que la razón de la elección del toro y el can se debía a la peculiaridad, entre los animales, de sus penes. De modo semejante sobresalía, entre los humanos, la peculiaridad del pene de Enrique IV, según los documentos de aquel entonces. Buen testigo era el cuchillo; no se trataba de un cuchillo cualquiera. No cabe pensar en un testigo mejor de las actividades sexuales del rey que su "pene," representado aquí por el eufemismo "cuchillo," -- en una acepción eufemística no extraña en textos literarios como se verá-- acepción, por otra parte, que muy bien pertenecería a las chirigotas, chácharas de las prostitutas para sugerir la facilidad con que las penetraba, tratando de halagar al cliente sumamente importante y --me imagino-- no manco en recompensas.

El cuchillo del abuelo: "pene"

He estudiado una larga selección de textos medievales, anteriores y contemporáneos a La Celestina, y he comprobado que es rarísima entre ellos[17] --hoy no nos sería tan rara-- la predicación de un objeto como testigo de algo; aquí, testigo de la acción u operación del cuchillo. Testigo, en su misterio y sustancia, es un derivado directo de testículo, del latín testiculum [18].  El autor, en un contexto marcado en su sentido literal por la sexualidad cruda, aunque disimulada, nos lleva del sometimiento de la abuela al ximio y al cuchillo del abuelo como testigo. Cuchillo aparece en los diccionarios importantes de la época, los de Palencia y Nebrija, como sinónimo de espada y asociado en sus operaciones a la vaina o vagina.

El cuchillo va asociado con su vaina, como el pene [19] a la vagina o "vaina" [20], palabras ambas provenientes de la latina VAGINA. En un Lexicon medicum del s. XVIII se define así la VAGINA del útero de la mujer:  Est ineaatus ille, cui virilis in coitu penis inditur, non aliter quam vaginae gladius aut culter [21] [conducto por el que en el coito se introduce el pene viril no de otra manera que como por la vaina la espada o el cuchillo]. Tenemos, pues, que cuchillo, en su asociación mental con vagina, y en el contexto inmediato de testigo, se refería, más que a un objeto físico o utensilio de cortar del abuelo, a la parte anatómica, concretamente, a su pene.

Ello nos llevaría a concluir, por sinécdoque, que Sempronio ponía por testigo al propio abuelo de Calisto. El autor conseguía fortalecer la ambigüedad de la frase y salvarse de cualquier tipo de recriminación o represalia legal o religiosa. Sempronio contestaba a la  pregunta retórica que él mismo se hacía: Lo de tu abuela con el ximio, ¿Hablilla fué? Que se lo pregunten al "cuchillo" de tu abuelo, el más autorizado para sentir y testificar si la mujer con quien copuló era o no era virgen, había sido o no penetrada --valdría de pensar que fue su cuchillo el que cortó el himen de su abuela--. El "bestia" de Sempronio dejaba así lo de la abuela en el aire...

Propongo pues que cuchillo debiera interpretarse como "eufemismo," en la noble tradición de lo imaginativo, lo literario, lo fálico, lo lúdico, sarcástico; o sea, en la línea del contexto más amplio, en la línea de otros muchísimos textos, narrativos y poéticos, sagrados y vulgares, serios y burlescos. El autor juega con el lector en un juego de acertijos muy del gusto de la época. Se asocia la abuela con el abuelo, la abuela sometida al "mono" abuelo; el cuchillo (o lanza) del abuelo se asocia a la vaina (o vagina) de la abuela. Sin duda, el "misterio y la sustancia" de todos estos nombres ofrecen a nuestra imaginación un prisma de reverberaciones verdaderamente fascinantes.

El cuchillo de mi interpretación seguiría encerrando la función de objeto punzante, hiriente, pero en acepción traslaticia, fálica. Lo saben muy bien los poetas. En Floresta de poesías del Siglo de Oro se recoge puñaladas, clavar, enclavar, herir con acepción, según los autores, de fututio o acto sexual; espada, clavo, dardo, lanza con acepción de pene. Rubén Soto Rivera ha propuesto que la cuchillada, "el rasguño en la cara de Celestina no es exclusivamente una representación fálica (por metonimia), sino, además, una figuración de la vulva"[22]. Para los psicoanalistas el cuchillo, como otras armas puntiagudas, punzantes, puede ser símbolo del falo y la vagina es como una herida abierta; herida de la que, en el caso de la abuela de Calisto, fue testigo y causa el cuchillo de su ximio abuelo.

Las fantasmagorías eróticas de Sempronio no distan de las que desde tiempos remotísimos se divinizaron en las saetas de Cupido; se acercan a las de Ausonio (s. IV), gran tratadista de lo lúdico, que parafraseaba con un insuperable sentido del humor, con fuerza cómica no exenta de calidad literaria, unos versos de Virgilio sobre el caballo de Troya, para describir el momento en el que el novio traspasa el cuerpo de la doncella con su asta; fantasmagorías que se expresan como lanza y otras armas en las poesías eróticas del Siglo de Oro; o como espada caliente que, en el siglo XX, el poeta dominicano Franklin Mieses Burgos sentía "entre sus ingles;" la misma espada con la que el viento-hombrón de Lorca perseguía a Preciosa; y no falta en Lorca, gran tesorero de símbolos fálicos, la mención del puñal y más claramente, en Bodas de sangre, el cuchillo o cuchillito ... "que penetra fino por las carnes asombradas" [23]. En un terreno poco poético, relevante no obstante, puede añadirse que la palabra chafarote o chafalote, del árabe, (cuchillo, alfanje) se emplea en muchos lugares de América con el significado de "pene."

Las fantasmagorías eróticas de Sempronio se acercan a las de otros escritores satíricos de su época y otras nacionalidades, entre los que adquirió fama Pietro Aretino (1492–1556), autor de Diálogos picarescos. Aventuras de monjas, casadas y Prostitutas; en semejante vena podemos incluir al autor, que viene más a nuestro caso, Heinrich Bebel (1472-1518), estudiante en la universidades de Krakow and Basilea, profesor de poesía y retórica en la Universidad de Tubinga, quien nos documenta cómo el uso del eufemismo "cuchillo" por "pene" en ciertos contextos conducía a malentendidos desafortunados, como en esta anécdota "carajifársica" entre curas y monjas. Las monjitas no se atreverían a nombrar el "pene" en el confesionario por su nombre propio y prefirieron usar el eufemismo "cuchillo"; el confesor, cándidamente (como es fácil que les pase a otros), interpretó "cuchillo" en su significado literal:


Tres moniales confitebantur cuidam sacerdoti. Prima dixit alienum in vaginam suam cultellum imposuisse. quod sacerdos non intellexit, nec etiam pensitavit. ob huiusmodi quarundam muliercularum superstitiones, quae res minimas pro peccato habent.

Tres monjas fueron a confesarse con un sacerdote. La primera se acusó de que el cuchillo de otra persoma había penetrado su va[g]ina, lo que el sacerdote no entendió, y ni siquiera recapacitó, por aquello de que algunas mujercitas, llevadas de semejantes supersticiones, consideran ser pecado cosas sin importancia.

Altera dixit duos se cultellos imposuisse suae vaginae. quod iterum neglexit.

La segunda le habló de dos cuchillos habeles pentrado su va[g]ina, cosa que el cura volvió a desestimar.

Tertia vero tres confessa est. Cui sacerdos Quid hoc nocet? 

Dixit illa. trium virorum se congressu usam. quod cum sacerdos iam primum intelligeret, priores duas, quas inscius absolverat, celerrime insequitur, atque acclamans dixit.

Una tercera, por su parte, se confesó de tres. Entonces el cura le preguntó: "¿Y qué hay de malo en eso?"
Ella le aclaró que había copulado con tres hombres. Cuando, por fin, el cura entendió todo lo anterior, rápidamente busca a las que inocentemente había absuelto y les echó este rapapolvo:

Audite meretrices pessimae, non estis absolutae. male enim narrastis. quoniam penis et cultellus non sunt idem.(Referencia)

"Oidme, putas miserables, no estáis absueltas. Mal me informasteis, pues no es lo mismo "cuchillo" que "pene."

Volviendo a las máscaras de el toro que se distingue por su pene peculiar, larguísimo, y el del can estrafalario, deforme, que ya expliqué, el Impotente de Enrique IV sufría de una dolencia peneana con malformación de los genitales. He aquí la descripción del miembro viril de Enrique IV, según se nos describe en un manuscrito de Hieronymus Münzer, Viaje por España y Portugal, 1494-1495 (Versión del latín, noticia preliminar y notas por Julio Puyol y Alonso, Madrid, 1924). La cita latina completa, con su traducción, dice así:

Habuit enim membrum circa radicem debile et parvum, et in culmine et summitate mágnum, ita que arrigere non potuit. Tenía un miembro viril que en su origen era delgado y pequeño, pero luego hacia el extremo se alargaba y era grande, de manera que no podía enderezarlo.
Fecerunt medici cannam auream, quam Regina in vulvam recepit, an per ipsam semen inicere posset; nequivit tamen. Mulgere item fecerunt feretrum (veretrum) eius, et exivit sperma, sed aquosum et sterile. Unos médicos hicieron una cánula de oro que se colocó en la vulva, para ver si a través de ella podía recibir el semen; sin embargo no pudo. Hicieron como un ordeño de su miembro viril [le masturbaron] y salió esperma, pero acuoso y estéril.

Es este replanteamiento de correspondencia y congruencia interna de los textos, replanteamiento de endocrítica, que se pregunta no tanto el por qué dice algo un escritor (razones documentales, otros canes y ximios de las historias), como el para qué (su propósito, sus razones literarias, estéticas). Se intenta lograr, pues, con este replanteamiento una recreación en su doble sentido, el de entretenimiento o placer estético y el de aportación personal y emocional que en todo lector suele engendrar la lectura. La aportación inesperada de Calisto fue una benigna reacción.  Pudiera decirse que aun más que la alusión del criado al ximio fue la del cuchillo de tu abuelo, como testigo, la que más gracia le hizo, por lo inesperado, por ser el colmo de la sarcástica farsa: ¡presentar al "impotente" como testigo de su propio acto sexual! Claro, lo que el autor pretendía es que les cayera en gracia a sus lectores; ¿de qué otro rey se podría decir --por él sancionado-- que su pene era el hazmerreír de todos en los corrillos y mentideros del reino? Sería difícil encontrar otro rey a cuyo pene se le dediquen tantas páginas web como al de Enrique IV de Castilla. He aludido a que la referencia al ximio de la abuela era el elemento de la gradación en el que se cifraba la atención del anónimo autor, como lo ha sido de la crítica. Pues bien; admitido que era Enrique IV el representado en el ximio y que la característica anatómica más relevante y peculiar era su pene, nos explicaremos porqué el autor eligió el mito del Pasifé con el Toro (con su enorme pene) y adulteró la leyenda de Minerva para dar entrada a el can (por su pene estrafalario y su prolongado apareamiento). Si leemos la gradación hacia atrás, se comprenderá mejor. Las porradas --carajadas, en este caso provocantes a carcajadas-- de Sempronio, van dirigidas a aquellos que pudieran captar el lenguaje críptico, el misterio de la alusión. De representarse en teatro o cine, Calisto podría pronunciar las palabras de su reacción con una mueca, un guiño, o tratando de contener la "carcajada" con el auditorio:

CAL.__ ¡Maldito sea este necio! ¡Y qué porradas dize!

¡Enrique IV, un esperpento de rey! ¡Su pene, menudo churro!, según se nos describe: "en su origen... delgado y pequeño, pero luego hacia el extremo se alargaba y era grande, de manera que no podía enderezarlo." ¡Menuda porra! Calisto terminó por contagiarse del lenguaje "carajifársico." Esta frase final es el broche de oro con el que se cierra la sátira al pene del "Impotente," incapaz de erección.

Si ahondamos un poco más en el "misterio," comprenderemos que porradas es un derivado de porra, vulgarismo por pene, documentado por escrito en las poesías eróticas del Siglo de Oro, y en el habla del vulgo en los pueblos de habla hispana de ayer y de hoy; compárense las expresiones de ir o mandar a la porra, al carajo, al coño, al cipote, sin mencionar otras por mantener el decoro. Es decir, el autor hace al protagonista sucumbir a los usos plurivalentes de los vocablos, transcendiendo lo literal y literario para acercarse a lo lúdico, incluso lo vulgar. Este intercambio de "cuchillo," de Sempronio, y "porradas," de Calisto, puede asociarse con el anterior de piedra y  asno de otras diatribas. Es significativo el hecho de que el amo, en esta ocasión, hiciera uso excepcional de un aparte que, en honor a la decencia y dignidad, el criado no debía oír de boca de su amo. Si porradas, de acuerdo con los documentos recogidos en Corpus del español de Mark Davis anteriores al siglo XVI, se empleaba en el sentido de "golpe", decir porradas aparece por primera vez en nuestro pasaje, lo que nos induce a sospechar que el autor quisiera darle a la expresión una connotación críptica, equivalente a "decir carajadas;" "decir o hacer una carajada", se usa en Hispanoamérica, con diversos matices de significado entre los países; "dar un coñazo" significa en Venezuela dar un golpe fuerte (DRAE), con otros matices en otros lugares. Carajo, palabra repetida ad nauseam en el Cancionero de obras de burlas provocantes a risa (Valencia, 1519), inspira la famosa Carajicomedia (1504?), poema obsceno, satirico, fársico, perteneciente al Carajicomedia (1504?), poema obsceno, satirico, fársico, perteneciente al género carajicómico de nuestro texto.

No era la primera vez que las ocurrencias del maldito de Sempronio le hacían reír a Calisto, mal que le pesara.  En realidad, todo el contexto que precede a nuestro pasaje es un prolongado intercambio, un tanto distendido, entre bromas y veras, "burlas provocantes a risa", de amo y criado. Véase. 
...

SEMP. __ Que sometes la dignidad del hombre a la imperfección de la flaca muger. 
CAL.__ ¿Muger? ¡O grossero! ¡Dios, Dios! 
SEMP.__ ¿Y assí lo crees? ¿O burlas? 
CAL.__ ¿Que burlo? Por Dios la creo, por Dios la confiesso y no creo que ay otro soberano   en el cielo; avnque entre nosotros mora. 
SEMP.__ ¡Ha! ¡ha! ¡ha! ¿Oystes qué blasfemia? ¿Vistes qué ceguedad? 
CAL.__ ¿De qué te ríes? 
SEMP.__ Ríome, que no pensaua que hauía peor inuención de pecado que en Sodoma. 
CAL. . __ ¿Cómo? 
SEMP.__ Porque aquéllos procuraron abominable vso con los ángeles no conocidos y tú con el que confiessas ser Dios. 
CAL.__ ¡Maldito seas!, que fecho me has reyr, lo que no pensé ogaño. 
SEMP.__ ¿Pues qué? ¿Toda tu vida auías de llorar? 
CAL.__ Sí. 
SEMP.__ ¿Por qué? 
CAL.__ Porque amo a aquélla, ante quien tan indigno me hallo, que no la espero alcançar. 
SEMP.__ ¡O pusilánimo! ¡O fideputa! ¡Qué Nembrot, qué magno Alexandre,  los quales no sólo del señorío del mundo, mas del cielo se juzgaron ser dignos. 
CAL.__ No te oy bien esso que dixiste. Torna, dilo, no procedas. 
SEMP.__ Dixe que tú, que tienes más coraçón que Nembrot ni Alexandre, desesperas de alcançar vna muger...

Parece como si cada personaje estuviera hablando a los de su clase social, con su punto de vista personal y lenguaje apropiado. El autor del AUTO, a lo largo de su obra y obviamente en el texto aquí analizado, juega con dos planos semánticos un tanto contrapuestos, el plano de Calisto, persona refinada, letrada, de claro ingenio, de gentil disposición, de linda criança, que se mueve en una onda metafórica, y el plano del criado que, a lo bestia, no va más allá del significado directo, realista de las palabras. Entre sí no parecen entenderse. Sempronio no entiende las hipérboles amorosas de Calisto que, al ser preguntado si era cristiano, se confesaba melibeo, y creía que Melibea, más que mujer era dios, a quien adoraba y amaba; según aquél, el pecado de Calisto que buscaba la posesión de su dios, superaba en gravedad a los de Sodoma. Los cabellos de Melibea eran para Calisto madejas de oro delgado que podían convertir a los hombres en piedra; más bien en asnos, según el criado. No entendía éste que el fuego que atormentaba a Calisto pudiera ser mayor... que el que quemó tal cibdad [Roma] y tanta multitud de gente. [24]

Abundaban las leyendas sobre ayuntamientos de mujeres con monos; criado y amo son personajes de leyenda; son meros portavoces de la imaginación y el arte, cautivos de las fantasmagorí.as eróticas de todos los tiempos. En esta juerga retórica abunda, como era de esperar, el juego de equívocos.  [25

 El escritor tenía derecho a jugar con los dobles planos, el literal y el traslaticio, y jugar con la polisemia de el ximio como animal y como mote del rey; y permítaseme añadir la interesantísima polisemia de porradas, un derivado de "porra", con que se cierra el pasaje y se completa este replanteamiento de tonalidades sexuales.  [26]

 También tenía derecho el autor a jugar, junto a las etimologías populares, con las etimologías reales de testigo y asociaciones mentales de cuchillo y porradas, como jugaba en los pasajes citados con la mente de sus personajes, con su propia mente y con la de sus lectores; semejante derecho me concedo yo y concedo al lector. Hagamos nuestra aquella reacción de Calisto: ¡Maldito seas! Que fecho me has reyr, lo que no pensé ogaño. 

SEMP. __ ¿Escocióte? Lee los ystoriales...

¿Escocióte?-- ¡Erre que erre! La "carajifarsa" se revela desde aquella primera palabra de Sempronio alcançar hasta esta última escocióte. El verbo "escocerse" parece el más apropiado y empleado para referirse a las molestias del pene (belanitis) y sus alrededores, el escozor que parece estar asociado, en las etapas del desarrollo a la niñez. Aquí, en la mente del autor, como explicamos más arriba, a los diminutivos testigo (cojoncillo) y cuchillo (colita), con sutil alusión a las partes pudendas del abuelo mediante la bisemia connotativa de cariño y pequeñez. En nuestra época, en contrate con los tiempos de Calisto, tras los grandes logros en el campo de la medicina y la higiene, el escozor en la zona de las partes pudendas se ha mitigado enormemente en cuanto a las molestias y reducido en cuanto al número de afectados.

COROLARIO

He tratado de esclarecer el pasaje de manera integral, descifrar algunos de sus valores polisémicos con un criterio en consonancia con la sexualidad del contexto, y con ello acentuar la "vis cómica del texto" con el fin de estimular la imaginación del lector, su sensibilidad emotiva. El autor de nuestro texto lograba, en el misterio del pasaje, bajo una "aparente" recriminación de la abuela de Calisto, "ilustrar" el noble linaje de Calisto, a quien, en lenguaje críptico, satírico, grotesco si se quiere, siempre, sin duda, misterioso, parecía hacerle nieto del "Impotente." No ha sido mi propósito, como he señalado, el identificar a los abuelos biológicos de Calisto, pero me resulta obvio que Sempronio --en el empleo literal de su lenguaje-- sugería que su amo descendía del ayuntamiento de el ximio con su abuela. A lo largo de esta explicación he hecho referencias al bestialismo, todo para llegar a la conclusión en este corolario de que tal bestialismo se dio en el primer ejemplo, bien conocido como tal, de Pasifé con el Toro, y en el segundo, de la diosa Minerva con el can, caso inventado ad hoc por Sempronio. ¿Quién podría sostener que la abuela de Calisto fue la única de las tres mujeres en someterse a una bestia? ¿Y que Calisto permitiera al criado tal acusación, cara a cara, casi sin inmutarse? Nadie, sin duda. La abuela de Calisto se sometió a un mono, siendo "mono" simplemente un apelativo con el que muchos se referirían al rey Enrique IV, cuyas distorsionadas facciones, según la Crónica, le asemejaban al mono. Dada la promiscuidad del monarca con prostitutas de Segovia, con damas y caballeros de la corte (también se le acusaba de homosexual), y dados sus esfuerzos extraordinarios por vigorizar sus órganos sexuales con consultas con médicos italianos, considerados en la época como grandes expertos en cuestiones de erotismo, más exóticas expediciones a África en busca del cuerno de un unicornio (rinoceronte?), muy apreciado por sus virtudes afrodisíacas, más los experimentos de fecundación in vitro (FIV) con la "cánula de oro," literariamente quedaba el campo abierto para fantasear, en "hablillas," sobre las múltiples relaciones amorosas que el monarca pudo haber tenido, incluso, porqué no, con la abuela literaria del Calisto de noble linaje, de claro ingenio, etc.  [27]

El recital de Sempronio se acerca a un meritorio poema, entendido éste como un entrelazado de imágenes, relacionadas entre sí y capaces de infundir una emoción. El punto culminante de la gradación de imágenes de bestialismo lo ocupa la imagen del "cuchillo de tu abuelo;" esta gradación sigue una ruta de alternancia de claroscuros. Aquí, el claro del "toro blanco" de Pasifé y el oscuro de ésta, escondida en las lóbregas entrañas de la vaca a la espera de ser penetrada por el inmenso pene bovino. Añádase el " oscuro" del Minotauro, producto de esa cópula. El claro de "Minerva, entre los romanos, Atena, entre los griegos, la más bella y amable de las diosas, la siempre virgen, la que dio nombre a Atenas y nos dio a todos el olivo, y el oscuro de ésta sometida al can, en el más horroroso --y doloroso-- de los apareamientos con una hora de bloqueo y tortura. El claro de la querida abuela de Calisto "de noble linaje," y el oscuro de la fealdad del mono, tan cercano a los humanos y al mismo tiempo tan extraño, que nos infunde miedo, nos causa risa y nos da pena (como si en el subconsciente sintiéramos que tantos monos se quedaran a mitad del camino de la evolución a humanos). El cuchillo del abuelo es eufemismo que marca el final de la "carajifarsa" y el final de la sátira de la monarquía y el noble linaje. Cuando Su Majestad el Rey casó con Juana de Portugal, comenta un escritor, "Por los mentideros circulaban atrevidas palabras acerca de los encantos de la nueva reina, los cuales ′eran capaces de levantar a un muerto.′ Quizá a un muerto sí, pero no al miembro viril de Enrique." ¡Qué irónico Sempronio: llamar cuchillo a la piltrafa de pene de Enrique IV, que le convertía en "Impotente"! El claroscuro de esta imagen está bien esbozado en aquel refrán de Correas, citado más arriba y aquí ligeramente parafraseado, poniendo de relieve los efectos retóricos del eufemismo y la metonimia:

¡Qué ruin cuchillo para tan buena va[g]ina!

Sempronio cumplió perfectamente con su cometido, del que se había dado cuenta Rojas en su Carta: "El autor a vn su amigo" al comienzo de La Celestina.

Imponiendo dichos lasciuos, rientes, 
Atrae los oydos de penadas gentes; 
De grado escarmientan y arrojan su carga.

Si se me permite parafrasear al estilo de Menéndez y Pelayo, yo despojaría su comentario de las connotaciones socio-religiosas, raciales, peculiares de su época, para encajarlo en un marco sociopolítico, de todos los tiempos, viendo en la presentación que hace el autor de la turpitud moral de tal nieto para tal abuelo, un propósito satírico de ridiculizar la veneración, la entronización, la idolatría de la pureza de sangre, de la monarquía y del noble linaje. O, si se prefiere evitar las peroratas moralizantes, puede que se trate "simplemente" del Anónimo Autor, de entre las pobladas filas de detractores de Enrique IV, que aprovecha la "juerga retórica" para lanzar un dardo envenenado contra el "Impotente" Rey. El autor del AUTO, siguiendo el viejo consejo de "tirar la piedra y esconder la mano," nos oculta su nombre para evitar represalias --son cuantiosas las obras satíricas anónimas de la época-- o, mejor, convenientemente se esconde bajo el nombre de Sempronio.

Finalmente, en vista de toda esta información leamos hacia atrás y tratemos de reconstruir las imágenes del tríptico que nos ha pintado el autor del AUTO cuyo seso es sexo: a un lado, un toro con su enorme pene y la reina Pasifé, la más abyecta de las rameras, sometida en la barriga de la vaca de madera; al otro, el can, un inmenso e impúdico perro dispuesto a aparearse con la virgen Minerva, la más querida de las diosas, aquí vilmente sometida. En el panel del centro, con mayor relieve, se destaca un "ximio" [mono] vestido de rey y parecido a Enrique IV, de pene "peculiar" e "impotente," con un "ruin cuchillo" penetrando la "vaina" de la sometida abuela de Calisto. Y os pregunto con Horacio, spectatum admissi, risum teneatis, amici?

Cada lector queda invitado a sacar sus propias ilustradas conclusiones y contribuir con su granito de arena o "mármol de Carrara."

Durham, North Carolina, publicado por primera vez online en Abril 2006 (última revisión de refundición: Noviembre, 2017).

Nota del autor: se realizarán revisiones, ampliaciones, con frecuencia; se agradecen los comentarios de los lectores al autor del artículo. 









N O T A S


N O T A S El hallazgo de nueva y relevante documentación me ha impelido a hacer esta refundición de mi anterior artículo de 2006 "El ximio [mono] de la abuela y el cuchillo del abuelo de Calisto: identificación"

Quiero expresar mi más sincero y profundo agradecimiento a mi buen amigo y compañero de estudios, Profesor Francisco López Herrera, por su extraordinaria y desinteresada ayuda en la confección de esta "explicación integral" 

Me complace informar al lector que la gran mayoría de la documentación, y por cierto la más interesante, procede de fuentes autorizadas en Internet; pretendo demostrar con ello que cada día este medio es más rico en recursos y útil para el hallazgo de documentos raros de bibliotecas de difícil acceso. Con un poco de paciencia y arte en la formulación de preguntas en el buscador se pueden obtener resultados sorprendentes. Debo advertir, por otro lado, que los URL citados pueden haber sufrido alteraciones que frustran la conexión, algo así como cuando vamos a la biblioteca y no encontramos el libro que buscamos. 
Desde el ordenador, sin moverse de su asiento, puede cada cual convertirse en un auténtico "ratón de biblioteca," y husmear por segundos o investigar sin prisa y sin límite de horario multitud de bibliotecas virtuales alrededor del mundo. Invito a todos a consultar Mi Biblioteca de Bibliotecas Virtuales 

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[3]. Para comprender mejor esta explicación integral y el carácter satírico de nuestro texto, es conveniente que el lector se familiarice, si no lo está, con el marco histórico en el que fue escrito, particularmente, las tendencias y desviaciones sexuales de rey Enrique IV, el Impotente. Consúltense estas referencias "Enrique «el Impotente»" Leer especialmente: " Debate sobre la salud y sexualidad de Enrique IV," También Enrique IV de Castilla, un rey entre sombras.

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[4].  La exprersión se sometieron, evoca textos de matices religiosos, que definen las relaciones marido-mujer de acuerdo con las exhortaciones de San Pablo (Ef. 5:22):

Las mujeres estén sometidas a sus propios maridos
ENG. Wives, submit yourselves unto your own husbands.

Terminología recogida en la exhortación de la ceremonia del sacramento: "Vos, esposa, habéis de estar sujeta a vuestro marido en todo".
Tal evocación exacerbaba, sin duda, la baja catadura moral de aquellas señoras de alta clase social.
Añadamos el vocablo "resuellos" con que se resalta el efecto de respiración jadeante tras una cópula brutalmente apasionada.

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[5]. Bibliografía de fuentes El lector podrá apreciar la frecuente mención de Pasifé -- versión gráfica que he escogido-- en los textos medievales, con su variedad de grafías (PASIFAE, PASIPHAE, PASIPHE, PASIPHA, PASIFE), en Corpus del Español (escriba en la ventanita de búsqueda pasi*). Es ésta una extraordinaria herramienta de rápida, fidedigna y fácil consulta que nos ha ofrecido el profesor Mark Davies, con cotejo de multitud de obras castellanas de todas las épocas. También pueden consultarse en este Corpus los textos donde aparece Minotauro, y los de Antico por Antioco. Me voy a referir con frecuencia a esta obra. Me atrevería a añadir que en el mito de Pasifé con el toro se historia la obsesión de hombres y mujeres con el tamaño del pene; pene mirado con asombro en vida del toro y muy útil y apreciado póstumamente como vergajo (de verga).
Mucho se ha hablado de la moraleja de los mitos; el caso de Pasifé parece haberse pasado por alto. Es evidente en mi opinión que su moraleja es el repudio de la zoofilia y aviso contra la obsesión de los humanos por un pene muy largo, que puede engendrar monstruos. 

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[6]. Corpus del español (buscar miner* para las diversas grafías y múltiples referencias.  La referencia a la virginidad de la diosa recogida por Alfonso de Palencia en (Universal vocabulario de latín en romance.)

El Anónimo Autor, demuestra estar al corriente de la castidad de Minerva; su personaje Sempronio, por su parte demuestra ser un despiadado iconoclasta, convierte a la diosa virgen y pura, de un nacimiento inmaculado, en "perra," verdadera blasfemia, injuria injustificada a la gran diosa y la cultura grecorromanas. El Anónimo Autor, sin duda, llevaba algún propósito especial en su mente para someter a la casta diosa a el can, el más impúdico de los animales. Antes de la invasión automovilista en nuestras ciudades el apareamiento de perros era el espectáculo de mayor atracción en las calles de los pueblos, especialmente para la chiquillería. Los chavales se avisaban de dónde había perros pegados, para acudir a arrearlos con premura y verlos sufrir mientras aquellos se deleitaban entre gritos y carcajadas. Con la invasión del automóvil el perro callejero se ve recluido en el hogar con sus dueños y ha perdido la libertad y autonomía caninas de que gozaba en tiempos de Calisto y Sempronio y siglos posteriores. Y el lector de nuestros días que haya crecido en una cultura de perro-mascota, se encontrará en desventaja en la reconstrucción de imágenes de "perra" como mujer promiscua, como aquellas perras de antaño cuya camada de media docena de cachorros podía implicar a cuatro o cinco machos diferentes. Si más arriba, al hablar de la longitud del pene del toro, comenté en la nota anterior sobre la obsesión humana con un pene de largo tamaño, valga aquí señalar que el autor satiriza en el prolongado coito canino la apetencia humana por un coito de mayor duración. Sabía Sempronio que sin pene no había sexo y le interesaba preparar el ambiente narrativo para acomodar al "pene del mono," como a su tiempo voy a explicar.

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[7].  Auto I:′Minerva con el can′," NRFH, VII, 1954, pp. 470-474. El profesor Green se refiere a Rojas como el autor del Auto (teoría, hoy, pasada de moda) con el fin de dar a entender que estaba enterado de las oscuras referencias que él aduce sobre el matrimonio Minerva-Vulcan. El principal documento que Green aduce procede de De Civitate Dei Liber XVIII de San Agustin sobre el nacimiento de Erictonio:

"Erichthonii regis Atheniensium, cuius nouissimis annis Iesus Naue mortuus reperitur, Vulcanus et Minerua parentes fuisse dicuntur. Sed quoniam Mineruam uirginem uolunt, in amborum contentione Vulcanum commotum effudisse aiunt semen in terram atque inde homini nato ob eam causam tale inditum nomen. Graeca enim lingua eris contentio, thon terra est, ex quibus duobus compositum uocabulum est Erichthonius.". De Erictonio, rey de los atenienses, en cuyos últimos años se cree que murió Jesús Nave, se dice que tuvo por padres a Vulcano y a Minerva. Pero como tienen a Minerva por virgen, sostienen que en la disputa habida entre ambos, Vulcano, excitado, derramó el semen en la tierra, y por eso se puso tal nombre a quien nació de ahí. En lengua griega, en efecto, ἔρις significa contienda y χθών tierra; así el vocablo Erictonio estaría formado por esos dos.

A Sempronio o, mejor dicho, al anónimo autor no le preocupaba tanto la verdad del aserto, o su documentación, como el encontrar otras diosas paganas, a quienes atribuirles actos de bestialismo, y que sirvieran como premisas a la siguiente acusación sobre la abuela de Calisto con el "ximio."  

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[8]. (Vulcano, la grafía más abundante, aparece en muchos textos medievales como Vulcan, Bulcan, Bolcan, Vlcan, Ulcan, pronunciado en estos casos Ulcan). Cf. Corpus del español. (buscar, para las diversidad de grafías y noticas *ulca*).  Hay comentaristas, Miguel Marciales y Lozano-Renieblas, que han rechazado la propuesta de Green con base en la inexistencia de la grafía Vulcan en la tradición medieval castellana. No es cierto, como se ve por los textos del Corpus acabo de citar. Tras largas reflexiones sobre la teoría de Otis Green, distinguido humanista, me inclino a elucubrar que la acusación de Sempronio --rayana en blasfemia-- de un "sometimiento" de Minerva "al can" heriría tan profunamente su sensibilidad de humanista, que se lanzó a investigar por todos los rincones del pasado una solución que neutralizara la aparente blasfemia, al tiempo que exculpara al autor.  

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[9]. PAR. [habla con Celestina]... Véole perdido y no ay cosa peor que yr tras desseo sin esperança de buen fin y especial, pensando remediar su hecho tan árduo y difcil con vanos consejos y necias razones de aquel bruto Sempronio, que es pensar sacar aradores a pala y açadón. No lo puedo sufrir. ¡Dígolo y lloro! 

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[10]. En el proceso de creación del autor, Tu abuela con el ximio es la proposición que genera la elección del toro y el can, por sus peculiares "penes," para competir con éstos en peculiaridad y extravagancia, como más adelante veremos. El autor para convencerse y convencernos --o no-- decide apoyarse en los ejemplos precedentes --toro y can-- creando un efecto de intriga, jugando, en la "carajifarsa," con lo verdadero y lo falso, jugando con mitos antiguos y sucesos contemporáneos, jugando con su propia mente y la de los lectores. No obstante, seamos precavidos; poco importaba que Sempronio, u otro cualquiera en su época, atribuyera prácticas de bestialismo a personajes de leyenda, incluso dioses paganos; ahora bien, atribuirlos a personas contemporáneas, en una sociedad cristiana, y a su amo, en su cara, ¡inconcebible!. Yo me atrevería a decir, convencidísimo, que "ni en broma" 

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[11]. Existe una conocidísima leyenda que recoge San Pedro Damián (s. XI) en su De bono religiosi status et variorum animatium tropologia: era el caso del "Conde Gulielmus, quien tenía un querido mono que se convirtió en amante de su esposa. Un día el mono se puso "enfadado de celos" al ver que el conde se quedaba con su esposa; y por ello lo atacó fatalmente. Damián afirmó que le fue narrado este incidente por el papa Alejandro II; y se le mostró una criatura nombrada "Maimo", que según ellos, era la descendencia de la condesa y el mono" (The Gallery of Birth Hoaxes, en español). Puede verse una versión de la leyenda en inglés,The Gallery of Birth Hoaxes

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[12]. Los hispanistas Samuel G. Armistead, and Joseph H. Silverman añaden algo a la documentación   muy externa a este tan castellano texto, para confesar muy acertadamente que Tu abuela con el ximio debe referirse a algún cuento aislado, pero bien conocido a los lectores contemporáneos, que más tarde se habría perdido" ("It stands as an isolated reference to some tale, otherwise well known to contemporary audiences, that has subsequently been lost"), en “ Algo más sobre Lo de tu abuela con el ximio (La Celestina, I): Antonio de Torquemada y Lope de Vega, Papeles de Son Armadans 205 (1973): 11-18.

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[13]. Erich von Richthofen, "Lo de la ′abuela con el ximio′: otra expresión humanística y caballeresca (de LC)?" Cuadernos para Investigación de la Literaturra Hispánica 5 (1983): 133-34. La ingeniosa sugerencia de este corto artículo, en la línea de la "deturpación" de que hablaba Otis Green ("uulcan" = el can; "eximio" = el ximio), no contó con la debida atención de los críticos, quizás porque el autor se limitó a hablar de la existencia del adjetivo eximius en latin sin documentar su empleo en castellano con anterioridad a La Celestina. Joan Corominas, por su parte, data la entrada de eximio en 1438 con Enrique de Villena (?) (Breve diccionario etimológico de la lengua castellana.  Madrid: Gredos,1967).  El Corpus del español de Mark Davis  recoge en Tratado de la reformación de la ánima de Pero Díaz de Toledo (n. 1480): Esto se dize que fizo aquel uaron de eximia sabieza Moysen del qual entre todas las gentes es el mayor nombre en sabieza (buscar eximia ). Búsquese, también en el Corpus, eximius y eximio para mayor documentación. 

Tras largas reflexiones sobre las teorías de los distinguidos críticos que acabo de mencionar, he deducido que todas ellas responden a solucionar los desasosiegos psicológicos que el texto en su interpretación literal presenta. A Otis Green, distinguido humanista, la acusación de Sempronio --rayana en blasfemia-- de un "sometimiento" de Minerva "al can," heriría tan profundamente su sensibilidad de humanista, que se lanzó a investigar denodadamente por todos los rincones del pasado clásico una solución que paliara la aparente blasfemia, al tiempo que exculpara al autor. Y ofreció corregir “el can” por “Vulcán.” Erich von Richthofen no podía admitir que el criado Sempronio pudiera espetarle a su amo, en sus barbas, las relaciones sexuales de su abuela con un mono. Y ofreció corregir “el ximio” por “eximio.” En semejante línea de excusas exculpatorias, Samuel G. Armistead, and Joseph H. Silverman, respetando el texto de “el Ximio” confiesan que Sempronio haría referencia a “algún cuento aislado.” Cualquier explicación ha de respetar el texto e intrapetarlo de una manera integral. r

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[14] La Eneida traducida, Bib. Nacional (Madrid), ms. l874, fol. l30 vto. 

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[15].  Enrique IV, mono. Cliquear aquí para información sobre la fealdad de Enrique IV, a quien algunos tildaban de mono.

Inclinado como estoy a respetar otros textos externos que nos hablan del Enrique IV como el Impotente, y como tal es conocido hoy, no me opondría a aceptar, para salvar la "impotencia" del rey y el noble linaje de Calisto, que la abuela y/o abuelo de éste fueran miembros de la nobleza, miembros de la Corte. La vida promiscua de Enrique IV aceptaría que la abuela de Calisto, según Sempronio, hubiera sido una de sus amantes. Finalmente, tanto la Crónica Castellana, anónima, y la de Alonso de Palencia hablan de “amantes" del rey, entre las incluyen las damas de honor de la reina,  Catalina de Sandoval, Guiomar de Castro, y Beatriz de Vergara . 

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[16]. Pienso yo que si Sempronio hubiera dicho "mono" en vez de "ximio" "otro gallo nos cantaría", es decir, los editores de La Celestina  apercibidos de esta noticia de la Crónica, la habrían incluido entre las notas al texto; estoy seguro de que en tal caso la crítica se habría encauzado por derroteros muy diferentes. Por ejemplo, puede que se hubiera propuesto una enmienda meramente ortográfica del texto, como "con el Ximio," como un doble apelativo (celestinesco) del Impotente. 

En fin... esto ha sido elucubrar. He de confesar que la pista del "mono" me la dio en Málaga un amigo, Ramón Espejo, ávido lector, docente de Matemáticas, en la terraza de su domicilio, en tertulia a menudo compartida con Salvador Montesa y Antonio Garrido, ambos profesores de Literatura en la UMA. La tertulia, en ambiente andaluz, solía transcurrir entre bromas y veras y entre copa y copa rebosantes de humor. Aquel plácido atardecer malagueño, a mediados de la última década del pasado siglo, Salió a relucir La Celestina, el libro favorito de Ramón. Éste parecía chispeante, inspiradísimo como nunca aquella tarde. Comenzó diciendo que Sempronio, cuando habla por primera vez y dice "Abatióse el girifalte y vínele endereçar en el alcándara," hace uso de una expresión eufemística indicadora de la flacidez y la erección; alcándara eran los caballos (testículos) que Sempronio acababa de nombrar. De estos comienzos saltó Ramón a "lo de tu abuela con el ximio," espetándonos que con el "ximio" Sempronio se refería al rey. La mesa se partió de risa. ¡Vaya trola! dijo alguno; ¡Qué porrada! exclamé yo. El caso es que Ramón no quiso --o no pudo-- ofrecer documentación alguna que avalara su aserto. Desde entonces he llevado la mosca detrás de la oreja: he buscado por todas partes al rey "ximio" o "mono," leído libros y escritos varios sobre Enrique IV, hasta que por fin un día Google me descubrió el pastel: el texto de Alfonso de Palencia (citado en la nota anterior), y es cuando me decidí a publicar online mi primer artículo (2006). Gracias a Ramón por "levantar la liebre." Y aprovecho aquí para lanzar la candidatura de Alfonso de Palencia a ser considerado autor del Acto I de La Celestina, aunque solo sea por ser el escritor que se atrevió a describirnos la "gran" semejanza entre Enrique IV y el mono.

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[17]. En el romance "Gerineldo y la Infanta" se habla de una espada que el rey puso entre los dos amantes para que fuera testigo: (La función de esa espada, es evidente, era la de impedir que relaciones íntimas.)

Con respecto a la violencia y la muerte, de alguna manera dominantes en el resto de la Tragicomedia, hay que decir que brillan por su ausencia en el AUTO. De 193 vocablos afines controlados en La Celestina solo se encuentran tres en el este AUTO, lo que me sirvió como en uno de los varios criterios para proponer la existencia de tres autores en la La Celestina. Entre los comentaristas, Miguel Marciales propuso que el cuchillo debía entenderse como cuclillo, es decir, cornudo. Interesante propuesta que parece imitar a la anterior de el can por Ulcan; el inconveniente es que mientras en ésta se sustituye un vocablo desconocido por otro muy común, cuchillo y cuclillo son vocablos igualmente comunes (en todo caso cuchillo más común que cuclillo), por lo tanto, sin razón para que Sempronio, los confundiera por etimología popular. 

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[18]. Testiculus. i. por el cojoncillo Testis testis. por aquel mesmo Testis testis. por el testigo (Antonio de Nebrija,  Dictionarium latino-hispanicum, buscar cojoncillo).

Se suele explicar que testigo y su larga familia semántica mantiene la referencia a la costumbre antiquísima, entre hebreos, del "testigo" que solía poner la mano sobre los genitales para jurar de la veracidad de su testimonio. En el Génesis (24, 2 y 9), Abrahán le ordena a su criado "Pon ahora tu mano debajo de mi muslo... Entonces el criado puso su mano debajo del muslo de Abrahán su señor, y juróle sobre el asunto..." En el Antiguo Testamento "muslo" (femur en latín) es un eufemismo frecuente por los genitales masculinos y femeninos (Gen 24,2 y 9; 47,29). A Lemuel se le avisa de que no entregue su muslo a las mujeres (Prov. 31,3). A los descendientes directos se les denominaba los procedentes del muslo del hombre (Ex 1,5; Jue 8,30, de femore, en la Vulgata). En una maldición a la mujer fornicaria (Núm 5,21), la increpa el sacerdote asegurándole que hará Dios que se le pudra el muslo y que su vientre hinchado se raje en pedazos. Mucho más sobre pie pierna, muslo, etc. como eufemismos por los genitales, con abundante documentación, puede verse en mi artículo sobre el milagro de Berceo "La abadesa embargada por el pie"

En latín existen las palabras testis (= el que testifica) y su diminutivo testiculus ( =testículo). Algunos autores emplean también, con poca frecuencia, testis en la acepción de su diminutivo. No se ha encontrado, sin embargo, entre los autores latinos una explicación sobre cómo testis --y su diminutivo-- adquirió una acepción tan extraña a la primaria; de ahí que se haya especulado que, por razón de alguna costumbre semejante a la hebrea, el diminutivo se especializara para significar lo que tocaba el que daba testimonio: los testículos. En castellano "testigo," el derivado directo del diminutivo testiculus, adquiere la significación primaria de testis; mientras "teste," el derivado de testis, desusado, adquirió el signifiacado del diminutivo latino testiculus.

Finalmente, dado que los escritores de la época eran tan conscientes de la etimologías, no me cabe duda que el Autor Anónimo, al juxtaponer los diminutivos testigo (cojoncillo) y cuchillo (colita), aludía, con retintín, a las partes pudendas del abuelo mediante la bisemia connotativa de cariño y pequeñez.



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[19]. En latín penis (= el pene) significa primariamente cola o rabo, y una palabra común para designar el sexo masculino era gladius (espada) y de ahí que el femenino pasara a denominarse "vagina" (=vaina) donde se introducía la espada o el cuchillo. La entrada de pene en el español data, según el Corpus del español, de 1507 Primer viaje alrededor del mundo de Pigafetta, Antonio. (1480-1534) Buscar también *ulua; con el tiempo la vulva llegaría a denominarse también vagina, cultismo (raro en latín clásico con referencia a los genitales femeninos, aunque documentado ya en Plauto).

Pene que Según Cicerón, (ad Familiares, 9,22) ya en su tiempo empezaba a especializarse en el sentido propiamente de "órgano del sexo," en su respectiva traducción del latín a las diversas lenguas europeas modernas, es de entrada relativamente tardía. Este fenómeno, en español, puede explicarnos el uso de términos vulgares, o disfemismos como carajo y otros para designar el miembro viril en la Carajicomedia (carajo (57 veces; 2, en el Cancionero de Baena; pija (17) verga; (4). Es decir, que nuestros escritores, tras la notabilísima herencia lingüística grecorromana, se encontraban en situación muy semejante a la de los que escribieron los textos bíblicos, en lo que respecta a la nomenclatura anatómica de los órganos sexuales: tenían que echar manos de eufemismos o disfemismos.

A lo largo de todo este artículo me he encontrado con la incómoda tarea de tener que explicar acepciones sexuales de ciertas palabras que para mí personalmente no necesitaban documentación. El uso de eufemismos o disfemismos para referirse al pene y sus operaciones es tan antiguo como el Antiguo Testamento; es generalmente conocido el uso de "conocer" a una persona puede denotar relación de intimidad o sexual según el contexto. Como ejemplo típico valga esta cita sobre los hombres de Sodoma: Gn. 19:5 ESP. Y llamaron a Lot, y le dijeron: ¿Dónde están los varones que vinieron a ti esta noche? sácanoslos, para que los conozcamos. ENG. and they called to Lot, "Where are the men who came to you tonight? Bring them out to us, so that we may know them." Es verdad que en el coloquio de las lenguas hispánicas carecemos de sinónimos comúnmente aceptables con los que referirnos al pene; la cantidad, por otra parte, de referentes de tono más o menos burdo es innumerable. Wikcionario recoge una curiosa lista gobal de sinónimos señalando lugar/es de uso y clasificados en varias categorías: 1.) Términos médicos, formales o académicos 2.) Eufemismos 3.) Términos coloquiales 4.) Catacresis 5.) Figuras de sonido
Si he contado bien, vienen a ser más de 350; número muy superior al registrado, por ejemplo, en lengua inglesa en Wiktionary.

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[20]. Ha de tenerse en consideración que Nebrija da como traducción de gladius y ensis, cuchillo y espada, como si los considerara sinónimos. Sempronio podría haber puesto por testigo la espada del abuelo y haber mantenido las mismas connotaciones (ver documentación en  Corpus del Español, buscando *aina, vagina, gladius, ensis, etc.).

Dictionarium hispano-latinum (Antonio de Nebrija): [ Uaina ] de cuchillo. {{LAT. uagina.ae.}} [ Uaina ] de cojones. {{LAT. scrotum.i.}} y Universal vocabulario de latín en romance (Alfonso de Palencia): [Vagina. ] vayna cobertura del cuchillo. dicha quasi bagina por que enella se trae metido el cuchillo.

A propósito de estas asociaciones, recuérdese el refrán que recoge : 
¡Qué ruines cuchillos para tan buena vaina!

Cuchillo. {{LAT. gladius.ij. culter.tri. sica.ae.}} Cuchillo pequeño. {{LAT. cultellus.i.}} Cuchillo grande. {{LAT. ensis.is. machaera.ae.}}. Gladius. ij. por el cuchillo o espada. Gladium. ij. por aquello mesmo. rarum Gladiolus. i. por el cuchillo pequeño. Ensis. is. por el [ cuchillo ] o espada Ensiculus. i. por el espada pequeña Ensiculus. i. por aquello mesmo. Artiuus es espada o cuchillo de griegos. gladius biceps. [ cuchillo] de dos tajos o que corta de cada parte.




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[21]. Blanckaert, Steven. Lexicon medicum Halle, 1748, edición facsímile. 

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[22]. R. Soto Rivera, "Celestina, la de la cuchillada" Exégesis, Año 11, Número 33, y en Internet . Puede consultarse también Floresta de poesías..., citada en la nota anterior; la obra lleva un buen índice donde se incluyen palabras de interés como Espada, Punzón, Dar el acero, Espuela, Espolón, Estoque, Hendidura. 

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[23]. Debo la referencia de Ausonio a Juan García Gutiérrez quien también me recordó los versos de "Preciosa y el aire:"

ASTA

Huc iuvenis nota fertur regione viarum et super incumbens nodis et cortice crudo intorquet summis adnixus viribus hastam. Aquí se encamina el joven por una ruta que conoce bien y, tendiéndose sobre la esposa, blande con el impulso de todas sus fuerzas una tosca lanza llena de arrugas y áspera de corteza.
Haesit virgineumque alte bibit acta cruorem. Híncase la lanza y en el hondo bebió la sangre virginal.
Ausonio, Centon nupcial trad. de Enrique Montero Cartelle. Madrid:Gredos, 1990 (Sec. 10).

Los interesados en un contesto más amplio pueden leer la obra de Ausonio aquí. Otra referencia de interés, con traducción al español, aquí. 
Hoy se usa la expresion asta viril recogida en muchos diccionaro, como sinónimo de miembro viril.

LANZA
aquel caer debajo y él sobre ella / y ella cobrirse y él arregazalla, 
aquel tomar la lanza y embocalla, / y aquel porfiar dél hasta metella.
Floresta de poesias eróticas..., núm. 24.

ESPADA CALIENTE
Algo me está por dentro creciendo como un río. 
Algo me está quemando como una llama viva. 
Siento como una espada caliente entre mis ingles. 
Una espada de fuego que incendia mis entrañas.
Franklin Mieses Burgos ADAN DE ANGUSTIA

Preciosa tira el pandero 
y corre sin detenerse. 
El viento-hombrón la persigue 
con una espada caliente.

Federico García Lorca PRECIOSA Y EL AIRE

CUCHILLO... CUCHILLITO

Con un cuchillo 
con un cuchillito 
que apenas cabe en la mano 
pero que penetra fino 
por las carnes asombradas 
y que se para en el sitio 
donde tiembla enmarañada 
la oscura raíz del grito.
Federico García Lorca Últimos versos de Bodas de sangre
Si éstas son las palabras muy usadas en literatura de altos vuelos con referencia al pene, no es de extrañar que en el habla del vulgo (de los   "porros," emparentado con parradas), se empleara cuchillo; la espada es considerada tradicionalmente como distintivo de reyes, guerreros, caballeros y gente elegante; el cuchillo, por otro lado, pertenece a todo varón, a todo macho, independiente de su classe social. Curiosamente, la asociación de nuestros tres animales y el símbolo fálico se encuentra tallada en piedra en la iconografía románica del siglo XII de San Martín de Artaiz (Navarra): "Entre otras figuras se pueden distinguir la de los enfermos, manos, un triple rostro junto al que se ha tallado un obispo con mitra y báculo en actitud de bendecir, una figura acurrucada, un mono, un símbolo fálico, un toro, un perro, etc...

Puede complementarse la documentación buscando en Google símbolo fálico puñal, navaja o cuchillo, y en inglés, dagger phalic symbol. 



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[24]. Parece claro, a mi entender, que Calisto comparaba los cabellos de Melibea a los míticos cabellos de Medusa en su poder de convertir a los hombres en piedras, en el contexto de desperezarse que explico más abajo. Sempronio hace alusión a otro mito, el de Príapo, deidad fálica, que tuvo una disputa con un asno sobre quién de los dos tenía el pene más largo; el pene del asno (su vastum genitale que dice Apuleyo en su Asno de oro), era algo más familiar, más ramplón y chabacano, más excitante y proverbial que la piedra; era el asno admirado del vulgo, como he explicado en el ensayo sobre el cabello de Melibea, por su enorme armamento sexual, estirado sin inhibición alguna, que el rucio blandía negruzco y furioso, con aparatosos rebuznos por las calles de los pueblos. El pene largo, como expliqué en la nota 4, se reflejó también en el ayuntamiento del "toro y Pasifé." 
En la descripción de la amada, Calisto pasaba a otras partes del cuerpo: los ojos, las pestañas, las cejas,... la redondez y forma de las pequeñas tetas, ¿Quién te la podría figurar? ¡Que se despereza el hombre quando las mira! 
Comenta Sempronio con un aparte al público: ¡En sus treze está este necio! Se desconoce el origen del esta conocidísima expresión proverbial "estar o mantenerse en sus trece;" para mí que se refiere a los trece años, comienzo de la pubertad y, en particular, en la que aparecen las primeras muestras de sexualidad y de obstinación. Sempronio se burla de las bobaditas de su amo: conversión en piedra, los ojos, las pestañas, las cejas... las pequeñas tetas, etc. Su amo le parece un adolescente, un inmaduro, al emocionarse con esas particularidades. El criado, a quien se le escapaban los eufemismos, no juzgó adecuada la relación entre piedra y se despereza el hombre, eufemismo por se estira, pierde su entumecimiento, su flacidez, se endurece (v. estirarse en el índice de la citada Floresta de poesías eróticas...). Debo añadir que Freud propuso que la habilidad de Medusa de convertir al hombre en piedra simbolizaba su poder de provocar la erección, el endurecimiento. Valga añadir que el doble plano semántico, las sutilezas del lenguaje y sus connotaciones respecto a las fantasmagorías sexuales de Calisto con que tanto se deleitaba el autor, se manifestó al comienzo del AUTO, como he explicado minuciosamente en mi ensayo Cuyo seso es sexo. Del primer trance a la primera escena. Pármeno, por su parte, hablaría de los huevos asados (testículos) que comía el marido de Celestina. Sempronio, en sus propias fantasías sexuales de mínima sutilidad, de burda estambre, no pasaba más allá de la observación del asno quien, como diría Celestina, no tenía igual en hacer lo suyo: lo al, mejor lo fazen los asnos en el prado.

Estos planos contrapuestos de lo que pasaba por la mente del bestia de Sempronio y por la del gentil Calisto, se expresan admirablemente en nuestro refrán español recogido por Rojas: vno piensa el vayo y otro el que lo ensilla (Acto XIX).

Los dobles planos lingüísticos y semánticos fueron más tarde explotados por Rojas, en su continuación, con gran brillantez en su aplicación al servicio, tema que los sirvientes, por vivencia personal, conocían a las mil maravillas. Para los criados el servicio, experiencia diaria, era lo mismo que servidumbre, cautividad, muy lejos por lo tanto de ser sinónimo de sacrificio, deuoción y obras pías, conceptos literarios; he tratado largamente este tema

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[25]. El equívoco, en el campo de los símbolos fálicos, para el que lo sepa captar, puede producir efectos elevados de sátira o de belleza, dependiendo de la intencionalidad y el arte del escritor. Nuestro refranero está lleno de dobles planos, el literal y el figurativo, como lo está nuestra lírica tradicional con los juegos de equívocos que velan el contenido sexual. Véanse estos magníficos ejemplos: Por el val que habéis de arar, 
el desposado, 
por el val que habéis de arar 
ya estaba arado.
En los países desarrollados habrá desaparecido hoy el viejo arado --otra de las herramientas punzantes y penetrantes-- pero no por ello han dejado de surcarse, aquí y allá, los valles de los montes de Venus. El surco del útero (sulcus muliebris, sulcus uteri) es metáfora empleada en los escritos eróticos del Aloisia Segaea. (de Nicolas Chorier, editado como Joannes Meursius, Elegantiae latini sermonis, Colloq. VI (citado en F. C. Forberg, Manual of Classical Erotology, [New York: Grove Press, 1966], t. I, págs. 68 y 69. Digas, morena garrida, 
¿cuándo serás mi amiga? 

Cuando esté florida la peña 
de una flor morena.

La morena garrida del texto, promete, en el nivel sublimado, entablar "amistad" cuando llegue la primavera: la peña se cubra de musgo, de flor morena. En el nivel erótico sugiere que su entrega al amor se realizará cuando alcance la madurez de la pubertad: cuando su monte de Venus -- la peña -- se cubra de prieto y tupido vello: flor morena. 

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[26]. ¿Por qué escoge Calisto la expresión qué porradas dice? Frase, al parecer unívoca y hoy de uso común, pero en aquel entonces inusitada y en su fondo etimológico bastante "misteriosa." El Diccionario de Autoridades menciona, a propósito de porrada, el refrán A cada necio agrada su porrada, seguido de la explicación: "enseña lo mucho que puede el amor propio y el afecto o pasión con que se miran las cosas, pues aunque claramente sean malas y nocivas, las hace parecer buenas, agradables y honestas."

Según P. Alzieu et alii, en su Floresta de poesías eróticas del Siglo de Oro, Université de Toulouse - Le Mirail, 1975 "Alzar la porra" significa arrigere (latín por tener una erección o, en el moderno argot, empalmarse). Véase también la palabra "porra" en erotismo de Camilo José Cela con citas de textos selectos. En un soneto atribuido a Quevedo, Epitafio a una dueña, aparece la porra en acepción de pene. En una fábula de Samaniego, Al maestro, cuchillada se lee:

y entre ellas, por gozar la vita bona, 
se refugió el dios Príapo en persona. 
De tal deidad potente el atributo 
con que hace cunda el genitario fruto, 
es que todo varón que esté en su vista 
siempre tenga la porra tiesa y lista.
Y fuera de España, contamos con documentos que nos valen para nuestro propósito en general, por ejemplo, el del poeta uruguayo Francisco Acuña de Figueroa (1791-1862:
El príapo, la porra, y el chorizo
El rábano, la pija, y el badajo;
Picha y ciruela en Español castizo
Son sinónimos todos del Carajo.
en Nomenclatura y apología del carajo

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[27]. El experimento de fecundación in vitro, practicado por unos médicos judíos, se cree haber sido el primero en la historia. Todo nuestro texto, como se ha explicado, está lleno de connotaciones sexuales y satíricas que algún día otros comentaristas podrán ampliar en sus respectivos análisis. He comentado sobre el pene largo del toro y la cópula prolongada del can. En contraste con el de estos animales (y el del hombre) está el pene del mono, relativamente muy corto. Pero la alusión de Sempronio a tu abuela con el ximio, que no eran hablillas, se hace incomprensible o, mejor dicho, inaceptable en su sentido literal, si se tiene en cuenta que en la Edad Media, en muchos lugares de la cristiandad, se condenaba a ser enterrados vivos o quemados en la hoguera a todos aquellos que tuvieran contacto sexual con animales. Pasaba, pues, el pasaje de ser falta de respeto e insulto deshonroso a imputación de acto delictivo. Algunos libros penitenciales se "consideraban tres como los más grandes pecados: la fornicación --incluyendo todo tipo de actos sexuales-- pero haciendo hincapié en el bestialismo, la sodomía, las relaciones orales, la masturbación, variar de postura a la hora de hacer el acto sexual, el incesto y la homosexualidad femenina--, los actos violentos y el perjurio." Sempronio pisaba aquí en terreno muy resbaladizo. Quién sabe si esto contribuyó a que el autor del AUTO de La Celestina decidiera no poner "su firma de auctor" como dice Rojas en la carta introductoria "a un su amigo." El anonimato es el refugio del escritor del "AUTO," así como de los autores de más de la mitad del Cancionero de obras de burlas provocantes a risa y de la Carajicomedia

Finalmente, no podemos cerrar esta explicación sin mencionar las obras de investigación de mayor relieve sobre Enrique IV (que sinceramente recomiendo s los lectores), como son Ensayo biológico sobre Enrique IV de Castilla, de Gregorio Marañón, 1887-1960 y Enrique IV de Castilla (1454-1474). Un singular enfermo urológico de Emilio Maganto Pavón.

Este diagnóstico médico de "enfermo" me estremece, tras haber tratado el tema con aparente regocijo, rayano en mofa, a costa de un enfermo.

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